Ginebra.- Diez años después de entrar en vigor la Convención de Ottawa que prohibió las minas antipersonales, todavía no se ha logrado el "mundo libre de minas" que soñaban los países y que impulsaron los activistas.
"En el terreno, el Tratado ha cambiado la situación real en decenas de países. Pero pese a ese éxito, demasiada gente vive aún afectada por terrenos sin desminar, demasiados supervivientes no tienen derecho a condiciones de vida dignas, y sigue habiendo demasiadas minas almacenadas", denunció Sylvie Brigot, directora ejecutiva de Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas (ICBL, en inglés).
Esta red mundial formada por más de mil organizaciones, y que fue laureada en 1997 con el Nobel de la Paz, moviliza esos días a activistas en más de sesenta países para celebrar el décimo aniversario del tratado, que entró en vigor el 1 de marzo de 1999.
La campaña, que busca llamar la atención sobre el problema de las minas, incluye actos tan imaginativos como plantar árboles en zonas de Georgia donde antes había campos de minas, marcar en España las excrementos de perro con carteles de "peligro, minas", o hacer un montaje artístico en la frontera entre Grecia y Turquía.
En Ginebra, el lunes tendrá lugar una ceremonia frente a la sede de la ONU, y junto a la silla gigante con una pata rota que simboliza a los heridos y mutilados por las minas.
Hasta ahora, 156 países se han sumado al Tratado, desde los 71 que lo suscribieron inicialmente, pero hay 39 que aún no lo han hecho, entre ellos grandes potencias como Rusia, EEUU o China.
Sólo dos gobiernos emplearon minas en 2008 -Birmania y Rusia-, además de un puñado de grupos armados no estatales (como las FARC colombianas) lo que el ICBL atribuye al estigma que ya acompaña a la utilización de estas armas y que es uno de los éxitos del Tratado.
Además, desde que se firmó en 1997, unos 42 millones de minas almacenadas han sido destruidas y sólo 13 de los 50 países que producían minas antipersonales a principios de los años 90 siguen teniendo ahora capacidad de producción.
Y el comercio de minas antipersonales prácticamente ha desaparecido.
Pero tres Estados parte -Bielorrusia, Grecia y Turquía- no cumplieron su objetivo de destruir sus arsenales en el plazo del 1 de marzo de 2008, varios estados no están desminando sus terrenos con suficiente rapidez, y otros quince países -entre ellos Reino Unido- han pedido prórrogas en sus plazos de desminado.
"Siempre hemos sabido que la lucha por un mundo sin minas sería una misión a largo plazo, pero no dudamos de que sea posible lograrlo. Es una "misión posible" y los Estados partes del tratado deben hacer todo lo que puedan para poner fin a los sufrimientos que causan estas armas", señaló Brigot, de ICBL.
Con las celebraciones de este décimo aniversario, el ICBL quiere también abrir el camino a la Segunda Conferencia de Revisión del tratado de Ottawa, que reunirá en la ciudad colombiana de Cartagena (del 30 de noviembre al 4 de diciembre de este año) a Estados, agencias de la ONU, grupos de la sociedad civil y activistas antiminas.
El objetivo de esta cita será medir los progresos hechos y reafirmar el compromiso de seguir trabajando por un mundo sin minas.