Corea del Norte no pudo emular en 2012 el avance tecnológico soviético de 1957: el lanzamiento del primer del mundo satélite artificial de la Tierra que entró en la historia bajo en nombre ruso “spútnik”.
El cohete balístico norcoreano de largo alcance que debía poner en órbita el satélite, se desintegró y cayó al mar a pocos minutos de haber sido lanzado. Ahora podemos resumir la trama que surgió en torno a este episodio. ¿Qué fue lo que pretendían las partes implicadas y qué en realidad consiguieron?
Corea del Norte contra el mundo
A mediados de marzo, las autoridades norcoreanas anunciaron planes de lanzar un cohete con un satélite. El lanzamiento estaba dedicado al centenario del natalicio del primer dirigente del país, Kim Jong-il, que se celebra los 15 de abril.
Unha-3 en la plataforma
Esos planes de Pyongyang suscitaron la condena de la comunidad mundial. Durante el último mes, los gobiernos de varios países trataron de disuadir a Corea del Norte renunciar a sus propósitos amenazando incluso con sanciones. Es más, la víspera, los titulares de Exteriores del G-8, a saber, Rusia, EEUU, Francia, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Italia y Canadá, exigieron, en una declaración emitida al término de su reunión en Washington, que renunciara a tal lanzamiento. El G-8 recordó que, tales acciones contravenían la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que prohíbe a Corea del Norte el lanzamiento de cohetes balísticos.
En tanto, Pyongyang insistía en el carácter civil de su programa espacial. Según informaciones de Corea del Norte, dicho satélite tenía fines meteorológicos. Aunque expertos de EEUU, de Japón y de Corea del Sur insistían en el carácter militar de las pruebas.
Kwangmyŏngsŏng-3
El mando norcoreano trató de disipar dichas sospechas. Pyongyang, conocido como una nación cerrada para el mundo exterior, organizó una excursión a los periodistas extranjeros por el cosmódromo. A los “elegidos”, entre los cuales se encontraban representantes de televisión y agencias noticiosas rusas, fueron llevados a Tonchan-ni en un tren especial. Les mostraron inclusive el satélite “Kwangmyŏngsŏng-3” (estrella brillante), que debía ser llevado al espacio por el cohete, el que según los guías es un aparato meteorológico. Sin embargo esta demostración no pudo convencer a la comunidad mundial, pero nadie dispone a día de hoy pruebas para confirmar las conjeturas sobre el carácter militar de dicho lanzamiento, como así nos señaló Constantin Asmolov, experto del Centro de Investigaciones coreanas del Instituto del Lejano Oriente de la Academia de Ciencias:
Kim Jong-un, controvertido presidente de Corea del Norte
—Los norcoreanos lo presentaron como el lanzamiento de un satélite civil, y no como una prueba militar, y en general, cumplieron todos los procedimientos indispensables para el lanzamiento de un satélite civil. Las conjeturas de que, en realidad, habrían lanzado un cohete militar son inventos. Porque en este caso, al programa balístico surcoreano podría formulársele también un rosario de reclamos. Ellos han tenido también lanzamientos fallidos, y exigieron a los norteamericanos aumentar la distancia de sus misiles.
Además, resultaba ingenuo esperar que, con la llegada del nuevo dirigente de Corea del Norte la política del país asiático iba a cambiar cardinalmente y se “inclinaría” ante Occidente, explicaba Víctor Pavliatenko, del Centro de Investigaciones japonesas del Instituto del Lejano Oriente de la Academia de Ciencias de Rusia:
—Dentro de la dirección norcoreana se libra una lucha. Hay distintos grupos y distintos criterios. Aunque el joven líder fue instalado en todos los puestos dirigentes, ello no podía sumarle, automáticamente, inteligencia y experiencia. Y el papel central en la toma de decisiones lo desempeña, por cierto, el entorno que le dejó de herencia su progenitor. Esta línea, formada por los parientes de la familia Kim y de los miembros mas influyentes de la élite política y militar, la línea dura, es la que triunfó.
Ahora, Corea del Norte, Corea del Sur y Japón buscan los fragmentos del cohete. Seúl y Tokio, para encontrar las pruebas de las intenciones militares del lanzamiento norcoreano, y Pyongyang, para determinar las razones de la avería. Los especialistas estiman que, lo más probable es que se deba a la ausencia de ingenieros norcoreanos de la experiencia debida, en la creación de construcciones complejas como son los cohetes de varias fases.
Adelanto tecnológico civil con trasfondo militar
Sin embargo desde el comienzo mismo de esta “crisis” se dejó entrever la diferencia entre los países (o expertos) que preferían hablar del cohete balístico y aquellos que hacían hincapié en el lanzamiento del satélite. Es decir, debatían los aspectos civil y militar. Pero el quid del asunto estriba en que, realmente, se asiste a los dos.
Lanzamiento del R-7
La puesta en órbita del satélite norcoreano debía haber jalonado una nueva etapa en el desarrollo de la industria militar de este país, como lo fue, en buena medida, el exitoso lanzamiento del cohete soviético R-7 con el primer spútnik a bordo.
Recordemos que el R-7 fue el primer del mundo cohete balístico intercontinental, lo que dejaba bien claro que, en el caso de un conflicto, EEUU ya no podría sentirse seguro allende el Atlántico.
En caso de que el lanzamiento del satélite norcoreano se hubiera coronado de éxito, Pyongyang bien habría podido aparentar disponer de un vehículo capaz de alcanzar EEUU. Decimos “aparentar”, porque hay una diferencia de fondo entre el lanzamiento de un satélite y el de un misil con carga nuclear apuntado contra EEUU.
Por ejemplo, el problema de la precisión del impacto. Desde luego que al construir una bomba nuclear lo suficientemente potente, se puede prescindir de la precisión, arrojándola sobre una aglomeración densamente poblada.
Corea del Norte no es lo mismo que Rusia, cuyas unidades de misiles, en el caso de una guerra hipotética, deben estar en condiciones de asestar con suma precisión golpes de represalia contra los silos y puestos de mando de las fuerzas estratégicas de EEUU. En el caso norcoreano todo es más sencillo.
Pero hay un montón de otros problemas. Los satélites sencillos son artefactos bien compactos y ligeros. Por estos parámetros podrían homologarse únicamente con modernas cargas nucleares de mediana potencia que tienen en sus arsenales las superpotencias. Pero Pyongyang no dispone (ni dispondrá por largo tiempo) de estas tecnologías avanzadas.
Hablando en rigor, hasta ahora no se sabe a ciencia cierta si Corea del Norte, que sólo era capaz de producir artefactos nucleares explosivos (lo cual quedó oficialmente confirmado durante ensayos en dos ocasiones, como mínimo), ahora puede fabricar cargas nucleares para los vehículos disponibles. Respecto a esta posibilidad surgen dudas más serias.
Una cosa es artefacto nuclear que se ensaya en polígono, otra es una bomba nuclear que porta bombardero estratégico. Pero la ojiva nuclear es algo completamente distinto: ha de ser lo suficientemente compacta y no pesar mucho. Lo cual, desde luego, se logra sólo disponiendo de tecnologías avanzadas.
Aun cuando próximamente Corea del Norte se las ingenie para crear una carga nuclear, lo más probable es que amenazaría más bien a Seúl y Tokio que a Washington. Es decir, se instalaría en misiles de alcance mediano. De lo contrario, el lanzamiento del cohete Kwangmyongsong-3 no habría fracasado.
Las filigranas de la diplomacia
Irán y Corea del Norte, ¿Nuevo eje del mal para el mundo civilizado?
Todo lo arriba expuesto explica una reacción singular de otros países al lanzamiento anunciado del cohete norcoreano. Parece que todos profirieron las indispensables palabras de condena. Pero baste analizar el reciente episodio con Irán.
Todavía a mediados de esta semana se consideraba que el lanzamiento del satélite norcoreano y las negociaciones con Irán en Estambul tendrían lugar en un mismo día. Pyongyang se apresuró un poco, pero esto ya no tiene importancia. Lo importante es que durante todos estos días Irán ha ocupado las primeras planas de la prensa mundial, y Corea del Norte se encontraba en un segundo plano.
Aunque el historial de ambos países es muy parecido. La ONU decretó sanciones contra Irán y Corea del Norte por una política que podría estar orientada a la creación de armas nucleares propias. Dos grupos integrados por casi los mismos países que durante largos años emprendieron esfuerzos diplomáticos por impedir que Irán y Corea del Norte pasaran a ser potencias nucleares. Dicho suavemente, el éxito de estos esfuerzos fue bastante dudoso.
Consejo de Seguridad de la ONU
Pero hay diferencia en actitudes. Veamos los intentos por impedir el lanzamiento del cohete norcoreano. Todos condenaron el lanzamiento previamente anunciado: EEUU, Rusia, China, sin hablar ya de Japón cuyo territorio sobrevolaron los anteriores cohetes norcoreanos. Todos le hicieron recordar las resoluciones 1718 y 1874 del Consejo de Seguridad de la ONU que prohíben lanzar misiles con empleo de tecnologías balísticas, advirtiendo que el incumpliendo de estos documentos acarrearía consecuencias sumamente negativas.
Pero cada cual advierte a su manera. El pasado fin de semana, los titulares de Exteriores de China, Corea del Sur y Japón celebraron una reunión en la que, entre otras cosas, por enésima vez hicieron una advertencia seria a las autoridades de Pyongyang. Pero cuando a los diplomáticos nipones les preguntaron si China estaba dispuesta a aprobar nuevas medidas duras en el Consejo de Seguridad, ellos hicieron un triste gesto de negación.
Anteriormente, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Riabkov, pronunció una frase magnífica: hay que “calibrar” las reacciones al próximo lanzamiento. Por lo visto, el alto cargo de la diplomacia rusa insinuaba que se debe sopesar nuestros objetivos con las medidas que podemos adoptar.
Japón desplegó sus defensas para derribar el cohete
La actuación de Pyongyang también es una especie del juego diplomático. En vez de las negociaciones a seis bandas (dos Coreas, EEUU, Rusia, China y Japón), Corea del Norte dialoga con EEUU (últimamente, en Berlín). En el curso de las negociaciones, Pyongyang, por tradición, trataba de regatear mejores condiciones, alegando a que los cohetes anteriores apenas alcanzaban Alaska. Y si el actual lanzamiento no hubiera fracasado, ello habría reforzado las posiciones de Corea. En cuanto a Japón, sí que se puede afirmar que lo asustaron bastante, disponiendo sus defensas a fin de derribar el cohete si este entraba en su espacio aereo. Pero mientras los tres cohetes anteriores sobrevolaron el territorio de este país, Kwangmyongsong-3 estaba apuntado al sur, en dirección a las islas Filipinas. Juego sutil y diplomático, ni que decir tiene.
Sin embargo pese a todos los esfuerzos diplomáticos, se efectuó el lanzamiento, y la reacción de la comunidad internacional no se hizo esperar. Washington la definió de acción provocadora. Tokio se propone hacer llegar por canales diplomáticos su mas seria protesta. El Consejo de Seguridad de la ONU fue citado para este viernes en carácter de urgencia. Pero, Corea del Norte está ya empapelada de sanciones, y EE.UU ha cancelado el envío de ayuda humanitaria. Rusia y China, creen que lo más conveniente en esta situación es demostrar prudencia y, evitar medidas que puedan llevar a exacerbar la situación en la península coreana.
¿Y que reacción tiene Pyongyang?
Las fuerzas armadas norcoreanas se pusieron en estado de alerta
Corea del Norte puso en alerta su Ejército tras el lanzamiento, según se ha sabido a través del ministro de Defensa surcoreano, Kim Kwan-jin, citado por AFP a un comité parlamentario sin dar más detalles. Pero no está claro, si esta decisión tiene algo que ver con el fallido lanzamiento, no obstante es lógico pensar que si.
Pero por mucho que Pyongyang se empeñe en amedrentar con poderío nuclear propio a sus interlocutores, se lleva un chasco. A Irán, por el contrario, todo le sale a las mil maravillas. Aunque Pyongyang, a juzgar por todo, ya tiene en sus arsenales varias cargas nucleares rudimentarias, Irán, no.
De ahí que las potencias mundiales mantengan una actitud distinta hacia estos dos infractores. Es de suponer que en esta ocasión Corea del Norte será debidamente castigada (aunque fallido, pero el lanzamiento se hizo realidad), aunque según el ministro ruso de exteriores, Serguei Lavrov, Moscú no cree en la eficacia de las nuevas sanciones. Corea del Norte podrá realizar plenamente su programa espacial tan pronto como las condiciones sean propicias para el levantamiento de las restricciones.pero también hay que ser conscientes que en adelante el problema nuclear norcoreano se irá resolviendo mediante dilatadas negociaciones. Negociaciones que, aunque después de los comicios presidenciales en EEUU en noviembre próximo, tienen visos de llegar a una feliz terminación. El desarrollo de la situación en torno a Irán es absolutamente otra historia.
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