¿Hasta qué punto es incuestionable el nivel de seguridad de los aviones no tripulados o drones? ¿Qué consecuencias a nivel global podría tener el interés de Washington en desarrollar este tipo de tecnologías, dada la intensa participación militar de este país en diferentes conflictos por todo el mundo?
Dichas preguntas no dejan de preocupar a los investigadores y a los expertos militares. En un reciente informe, los científicos de la universidad estadounidense de Stanford reconocieron que el uso de estos aparatos aéreos con alarmante frecuencia ocasionan víctimas entre la población civil.
La comunidad internacional se enfrenta cada vez más a lo que podríamos llamar efectos secundarios de las tecnologías innovadoras que está aplicando EEUU en la esfera militar. Las autoridades norteamericanas se empeñan en defender las ventajas del uso de aparatos no pilotados, motivando su elección con numerosos ejemplos de su eficiencia y las estadísticas de las pérdidas en las tropas enemigas. Sin embargo,los vuelos de estos aparatos se han convertido en una pesadilla continúa para los habitantes de aquellos países, a los que Estados Unidos “da lecciones de democracia”, o sea Iraq, Libia, Afganistán o Pakistán.
De acuerdo con algunos datos, el uso de los drones ocasionó la muerte de miles de civiles, incluídos ciudadanos de países occidentales que en misiones humanitarias permanecían en los territorios de los países atacados.
Tan solo el pasado mes de mayo los ataques aéreos contra objetivos en Yemen causaron decenas de víctimas civiles. Pakistán está siendo sometido a ataques de manera regular. A principios de verano, debido a un error, murieron abrasadas treinta y cinco personas y desde 2004 han muerto centenares de pakistaníes. Este ha sido el precio por prohibir a la OTAN el transporte de cargas para su operación militar en Afganistán por el espacio aéreo paquistaní.
Hace dos años en el diario New York Times se publicó el artículo firmado por el consejero militar David Kilcullen y por el oficial de unidades de misiones especiales AndrewExum. Los autores aseguraban que en los tres años anteriores a la publicación, en Iraq y Afganistán por medio de los vehículos aéreos no pilotados fueron eliminados a catorce terroristas, llevándose “de paso” la vida de más de setecientos civiles.
En otras palabras, la eficiencia de los aviones sin piloto equivalió tan solo a un dos por ciento. El problema está en que las tecnologías aprovechadas distan de ser perfectas, opina el politólogo Vladímir Yevséiev:
—El uso de los aviones no tripulados causa cada vez mayor número de víctimas entre los civiles. Suele ocurrir, porque las tecnologías usadas en escasas ocasiones permiten distinguir a un terrorista de una persona indefensa. Sería poco aconsejable que estos vehículos se usaran, por ejemplo, en el Norte de África. Los riesgos del uso de estos aparatos no están lo suficientemente calculados, porque además del material explosivo podrían llevar sustancias químicas y armas biológicas. Y desde este punto de vista presentan un gran peligro.
Merece la pena señalar que los mecanismos del uso de los aparatos no tripulados no prevén la existencia de datos algunos sobre los objetivos del ataque. Los aparatos son guiados por empleados de empresas privadas, contratados por el Gobierno de Estados Unidos. La dirección es efectuada desde la sede de la CIA en Langley, a miles de kilómetros de distancia del campo de batalla. Algunos expertos occidentales se muestran preocupados y con razón de que los operadores pudieran estar viendo su trabajo como una especie de juego de ordenador. Mientras tanto, el más imperceptible desliz o el menor fallo técnico puede ocasionar una nueva tragedia, señala el presidente del Fondo de Apoyo a las Reformas Militares, Pável Zolotariov:
—Puede tener consecuencias desastrosas en caso de que los sistemas informativos del estado que los usa, los medios de reconocimiento y de detección de blancos no se encuentren al nivel del desarrollo de los aparatos no pilotados. En todo tiene que haber equilibrio, de lo contrario, se cometen errores graves y se causará gran número de víctimas.
Solo podemos suponer las consecuencias tendrían los fallos en el uso de estas tecnologías a nivel intercontinental: Estados Unidos está trabajando de manera activa en el desarrollo de los misiles con base en aire o en mar.
Las tropas estadounidenses tampoco ostentan una gran precisión en los ataques con aviones pilotados. Se han conocido casos de muertes de civiles en las bodas, manifestaciones pacíficas e incluso caravanas de refugiados ocurridas en Afganistán e Iraq. Durante la operación militar en la antigua Yugoslavia en los años noventas los pilotos de la OTAN dispararon contra la Embajada de China en Belgrado, lo que ocasionó víctimas mortales y provocó tensiones en las relaciones bilaterales.
En cuanto a los drones, todo parece indicar que las víctimas entre la población civil son consideradas por EEUU como un factor inevitable de la lucha contra el terrorismo. Se argumenta que con este tipo de acciones bélicas se salva la vida de los soldados y los oficiales estadounidenses. Sin embargo, las campañas bélicas van destruyendo, además de las vidas de personas indefensas, el prestigio internacional de Washington. La actual “cruzada con robots” emprendida contra el terrorismo no hace sino fomentar el odio hacia EEUU en el mundo islámico.
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