Rosa Otunbáyeva dice que controla la situación Moscú envió a 150 paracaidistas al este de la capital kirguistana, para proteger a los civiles rusos MOSCÚ, RUSIA.- Rusia reconoce el control de Rosa Otunbáyeva al frente del nuevo Gobierno de Kirguistán, tras la rebelión del miércoles que causó la muerte de 75 personas, y que hizo huir al presidente Kurmanbek Bakiyev, mientras que Estados Unidos declinó comentar esa decisión de Moscú.
Ayer, el primer ministro ruso, Vladímir Putin, llamó a la nueva líder kirguís, Otunbáyeva, a no permitir el estallido de la violencia y garantizar la protección de las embajadas y la colonia extranjera.
“Rusia siempre ha prestado y está dispuesto a prestar la necesaria ayuda humanitaria al pueblo kirguís”, dijo Putin, según informó la oficina de prensa del Gobierno ruso.
De hecho Moscú envió a 150 paracaidistas repartidos en dos compañías a la base aérea de Kant, al este de la capital kirguistana Biskek, para proteger a los civiles rusos, así como a la Embajada y otras instalaciones diplomáticas.
Durante la conversación telefónica, Otunbáyeva aseguró que la oposición controla “plenamente” la situación, los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas, según informó la oficina de prensa del Gobierno ruso, citado por las agencias rusas.
“La situación en el país es muy difícil. Kirguistán necesita ayuda financiera”, dijo Otunbáyeva, quien entre otras cosas señaló que el Gobierno que preside tendrá un interinato de seis meses, y que nacionalizará las grandes empresas estatales privatizadas por el clan familiar del mandatario destituido.
Telón de fondo
País clave
La inestabilidad política en Kirguistán puede suponer una amenaza para el futuro de la base aérea que Estados Unidos mantiene en la antigua república soviética, un importante punto de apoyo logístico a las operaciones de la OTAN en Afganistán. Fuentes norteamericanas afirmaron que la base funcionaba con total normalidad. Rusia tiene otra base en el país centroasiático.
La Administración de Barack Obama hizo todo lo posible para mantener buenas relaciones con el presidente derrocado Kurmanbek Bakiyev, algo que molestó a la oposición kirguisa. El mandatario amenazó el año pasado con cerrar la base norteamericana de Manas, situada en las afueras de la capital, Biskek.
Coincidiendo con el anuncio del cierre, Rusia aprobó una línea de crédito de dos mil millones de dólares, una decisión que algunos analistas interpretaron como la recompensa de Moscú a Kirguistán por cerrar la base estadounidense.
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