Publicado el 05/05/2012 por jonkepa
Una guerra no declarada. El asesinato del cuarto científico del programa nuclear iraní en solo dos años ha sacado a la luz un plan sofisticado para torcer el brazo del régimen de los ayatolás en su pretensión de lograr el arma atómica. Todo apunta a Israel y EE UU.
Escaneado del diario Levante-emv
La muerte en Teherán del físico Mostafa Ahmadi-Roshan el pasado miércoles, es el cuarto ataque de este tipo contra científicos iraníes en sólo dos años. El atentado se suma a un sofisticado programa de sabotajes cibernéticos y a dos explosiones misteriosas ocurridas en bases militares iraníes, una de las cuales acabó en noviembre pasado con la vida del general de la poderosa Guardia Revolucionaria Hasan Tehrani Moqddam, conocido como “el padrino” del programa iraní de misiles balísticos de Teherán.
Nadie ha asumido la responsabilidad, pero Irán culpa a Israel y a su principal mentor, Estados Unidos. Independientemente de quién esté detrás de estos ataques, Irán se ha convertido claramente en el objetivo de una guerra no declarada para ralentizar su programa nuclear, que tanto Israel como Occidente sospechan está destinado al desarrollo de una bomba atómica.
El último científico iraní asesinado en esta campaña fue atacado por una bomba magnética que dos hombres que viajaban en una moto adhirieron a su coche, un Peugeot 405. Los asesinos conocían de sobra su vehículo, así como la ruta que realizaba habitualmente y sus horarios.
El pequeño artefacto, fabricado muy profesionalmente, según expertos europeos en lucha antiterrorista, estaba diseñado para matar a su víctima y causar daños limitados en su entorno
La bomba es curiosamente similar a la utilizada en noviembre de 2010 para asesinar a otro científico nuclear iraní, Majid Shahriari. Ese mismo año, además, un artefacto colocado en una moto mató a un profesor de física y otra bomba por poco mata a Fereydum Abasi Davani, investigador de la Guardia Revolucionaria y el hombre llamado a ser el próximo responsable de la Organización de la Energía Atómica de Irán.
Mostafa Ahmadi-Roshan era profesor universitario y supervisor jefe en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz.
En un país tan opaco como Irán, es difícil determinar qué efecto puede tener su muerte en el programa nuclear, que Occidente cree que ha podido sobrepasar buena parte de los obstáculos para fabricar su primera bomba.
Sobre los efectos que los atentados puedan tener en el desarrollo del programa atómico de Teherán, Mark Fitzpatrick, experto en proliferación de armas nucleares del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) de Londres, consideró el jueves a la prensa británica que “es posible creer que pueda retrasar el programa”. “El problema -continuó- es que hay áreas técnicas clave que Irán todavía no domina, así que una estrategia de decapitación es una medida efectiva para retrasar el proceso. Pero puede ser que Irán esté más allá de ese punto”.
Como era de esperar nadie levanta la mano a la hora de reivindicar los asesinatos y sabotajes, pero Israel es quien más se alegra de cualquier contratiempo que sufra el programa nuclear de Irán: su mayor amenaza en la zona.
En el pasado, sus funcionarios han negado cualquier participación en los ataques o se han negado a comentar los mismos. Pero todas las miradas apuntan a que el servicio de inteligencia exterior de Israel en el exterior, el Mosad, que tiene las mejores redes de informantes y agentes en Oriente Próximo, está detrás de este tipo de “guerra sucia”.
EE UU apoya a los rebeldes iraníes
El pasado miércoles, el diario francés Le Figaro descubrió un informe de la seguridad francesa, citando a fuentes del espionaje galo en Bagdad, que aseguraba que Israel está entrenando desde hace tiempo a disidentes iraníes en el Kurdistán iraquí para participar en la guerra contra el régimen de los ayatolás. La primera línea de ataque la formaría el grupo Muyahidin el Jalq, un movimiento que, curiosamente, el Departamento de Estado norteamericano mantiene en su listado de organizaciones terroristas.
Esta relación no sería posible, no obstante, sin el apoyo declarado de Washington. En diciembre pasado, la revista estadounidense Foreign Policy informaba de cómo el departamento que dirige Hillary Clinton colaboraba con la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Irak (Unami) para trasladar al grupo opositor iraní a una antigua base militar de EE UU cercana al aeropuerto de Bagdad
El año pasado, un iraní confesó que había sido reclutado por el Mosad para asesinar a un científico, si bien no se le dio credibilidad ya que las confesiones forzadas son algo común en Irán.
También se cree que el virus informático Stuxnet, introducido furtivamente en el programa nuclear iraní en 2009 y que generó daños temporales en sus centrifugadoras para enriquecer uranio, fue una operación conjunta de expertos cibernéticos de EE UU, Israel y posiblemente, del Reino Unido.
Tras un atentado con bomba en marzo de 2007 en Irán, el periódico londinense Daily Telegraph informó de las revelaciones un alto funcioario de la CIA de que Washington paga a grupos terroristas dentro de Irán para presionar al régimen islámico a poner fin a su programa atómico.
Richard Dalton, el embajador de Reino Unido en Irán entre 2002 y 2006 y ahora miembro del centro de estudios Chatham House, cree que la campaña contra los científicos nucleares de Irán está entrando a una fase peligrosa. “El próximo paso es que Irán responda ojo por ojo”, dice Dalton. “Si un estado está detrás de esto, entonces esto es terrorismo internacional de estado y está buscando una respuesta. Parece un nuevo giro que llevará a que se pague con la misma moneda”.
¿Hacia una nueva ´Operación Mantis Religiosa´?
La reciente amenaza de Irán de cerrar el paso por el estrecho de Ormuz, clave para el comercio de petróleo internacional, como respuesta a las posibles nuevas sanciones de EE UU y otras potencias occidentales, puede desatar un nuevo conflicto bélico en Oriente Próximo. Washington, que tiene 20 buques de su Quinta Flota atracados en Baréin, ya ha respondido que de ninguna manera toleraría el bloqueo y ha enviado a la zona dos portaaviones.
No sería el primer conflicto entre ambas potencias. Ya en 1988, barcos de guerra estadounidenses se enfrentaron con fuerzas iraníes en el Golfo y en las últimas semanas, en plena guerra dialéctica entre ambas naciones surge la pregunta de si hay riesgo de que la historia se repita.
En abril de 1988 tuvo lugar la operación Praying Mantis (Mantis Religiosa): Un enfrentamiento entre barcos de guerra de Estados Unidos con aviones y fuerzas navales iraníes en el Golfo Pérsico, que podría darnos pistas de hasta dónde puede llegar un eventual choque entre ambas escuadras.
En los años 80, Irán e Irak libraron un crudo enfrentamiento bélico. El conflicto se extendió por el Golfo y los iraníes atacaron barcos de países que ellos pensaban que podían estar apoyando al régimen de Sadam Husein, entonces aliado de Washington.
En marzo de 1987, el entonces presidente de EE UU, Ronald Reagan, acordó el cambio de las banderas de varios buques de Kuwait. De esa forma, al operar bajo la enseña estadounidense podían ser protegidos por la Armada de ese país. Pese a que el Pentágono consideró ese conflicto como una escaramuza dos plataformas petrolíferas submarinas usadas para coordinar las operaciones iraníes fueron destruidas mientras dos de sus buques fueron hundidos y otro terminó con daños sustanciales.
El estrecho de Ormuz es una franja de agua que separa a Irán, al norte, del pequeño territorio de Musandam, perteneciente a Omán, y de Emiratos Árabes Unidos, al sur y su punto más angosto mide solo 54 kilómetros.
Un tercio del petróleo transportado por mar en el mundo cruzó por Ormuz en 2010, lo que supuso un 17% del total del comercio internacional de crudo, según datos de la Administración de la Información sobre Energía de EE UU (EIA, por sus siglas en inglés). Unos 15,5 millones de barriles diarios pasan por ese “cuello de botella” estratégico.