La cantidad de "ataques internos" lanzados por soldados o policías afganos, o insurgentes infiltrados en sus filas, contra sus aliados de la OTAN, es algo inédito en la historia de la guerra moderna y amenaza el plan de retirada occidental del país, estiman varios analistas.
Agosto ha sido el peor mes a este respecto en casi once años de guerra en Afganistán: uno de cada tres soldados de la OTAN muertos han caído bajo las balas de hombres en uniforme de las tropas afganas, a las que los occidentales están formando.
La mayoría de estos soldados son estadounidenses y forman parte de los 130.000 soldados de la Fuerza Internacional de la OTAN (ISAF), pero las últimas víctimas de estos ataques internos fueron tres australianos que murieron el miércoles en la inestable provincia de Oruzgan (sur).
El fenómeno se ha disparado este año: se ha registrado ya unos 30 ataques mortales a 45 soldados de la ISAF, lo cual suma el 14% de los soldados occidentales muertos a día de hoy.
No se había observado en ninguna otra guerra de la era contemporánea, de Vietnam hasta Irak, subrayan algunos analistas y oficiales.
Los rebeldes talibanes han reivindicado gran parte de estos ataques, y afirmado cada vez que fueron llevado a cabo por combatientes infiltrados en unidades afganas. La OTAN por su parte asegura que la mayoría son provocados por divergencias culturales o peleas personales entre afganos y occidentales.
La ISAF, dirigida por Estados Unidos, ha ordenado desde entonces a sus soldados estar siempre armados, incluso dentro de sus bases militares, en principio ultraprotegidas.
La desconfianza y la tensión difundidas por estos incidentes perjudica la labor de formación de las tropas afganas por parte de la OTAN, principal pilar de la estrategia occidental que prevé confiarles la seguridad del país de aquí a finales de 2014, cuando todos los soldados de la ISAF habrán en principio abandonado el país.
Para Fabrizzio Foschini, de la Red de Analistas de Afganistán (AAN), basado en Kabul, la importancia de estos "ataques internos" es "inédita en la historia de los conflictos".
"Es uno de los fenómenos que más preocupa a la ISAF porque es un revés militar en el terreno que, además, nutre la imagen negativa del conflicto ante las opiniones públicas" occidentales.
Foschini estima, al igual que la OTAN, que las divergencias culturales explican la mayoría de estos incidentes, y subraya que los afganos dicen que se llevaban mejor con los soviéticos que los invadieron en los años 80 que con los soldados de la ISAF, sobre todo con los estadounidenses.
El factor religioso puede también ser una de las claves, adelanta, cuando varios observadores vinculan la intensificación de estos ataques a los recientes casos de Coranes quemados, cadáveres profanados o civiles masacrados por soldados de la OTAN.
Por último, "la prolongación de la guerra y de la presencia extranjera en el país refuerza la polarización y las tensiones entre afganos y extranjeros", apunta.
Nick Mills, profesor de periodismo de la universidad de Boston (Estados Unidos) y quien fue fotógrafo para el ejército estadounidense en Vietnam, ve por su lado un fenómeno "sin precedentes en la historia militar reciente".
"Los afganos saben que una vez que los occidentales hayan abandonado el país tendrán que elegir bando entre el gobierno de Kabul y los talibanes, cuando el primero no es ni respetado ni creíble", explica a la AFP.
La ISAF trata de minimizar el fenómeno y asegura que solo una minoría de estos ataques es obra de las fuerzas afganas que trabajan con sus soldados.
Pero el propio secretario estadounidense de Defensa, Leon Panetta, admitió recientemente estar "muy preocupado" por estos incidentes y sus consecuencias sobre la cooperación entre la ISAF y sus aliados afganos.
El principal opositor al presidente Hamid Karzai, Abdulá Abdulá, estima por su parte que su rival es en parte responsable de este fenómeno, porque alimenta la confusión al llamar a los talibanes sus "hermanos", al invitarles a negociar y al lanzar sus duras críticas a Estados Unidos.
El resultado es que los afganos "a veces no saben quienes son sus enemigos, los talibanes o los estadounidenses", estima.
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