Prensa YVKE Mundial/ Shauki Expósito / Pedro Cáceres / Miguel Rozas Pashley
VIERNES, 18 DE MAR DE 2011. 12:41 PM
Traje usado para atender emergencia en Fukushima, los empleados no pueden permanecer mucho tiempo en la Planta y sus alrededores, aún con estos trajes. (Foto: Vía Twitter).
Foto satelital de Fukushima. (Foto: Vía Twitter).
Así luce el reactor 4 de Chernóbyl, el cual fue sepultado para siempre con concreto y acero. (Foto: Archivo).
En estos momentos mucho se ha hablado y escrito sobre la situación de emergencia que atraviesa Japón producto de la crisis en dos de las Plantas nucleares que alimentan de energía a la nación.
El resultado de esta crisis no es producto de la imprudencia humana, mucho menos de una violación a las normas de seguridad, se debió al efecto de dos grande fenómenos naturales sobre las estructuras humanas, el sismo y el tsunami que recientemente afectaron a Japón.
Tragedia de grandes proporciones
La emergencia en Fukushima se ha atendido con todos los recursos posibles, porque su efecto podría dejar un daño mil veces mayor al de el terremoto y el tsunami, ya que la radiación capaz de ser emitida al medio ambiente podría dejar en la atmósfera la suficiente cantidad de contaminación radiactiva como para que las zonas vecinas a las plantas no puedan ser habitadas en cientos de años.
La emisión actual de radiación de Fukushima se estima en 1.000 milisievert (1 sievert), variando hasta los 600 milisievert por hora, vale destacar que la capacidad humana de tolerancia a la radiación es de 100 milisievert por año, es decir que en una hora la planta emana la cantidad de radiación que un hombre podría resistir durante 10 años.
Justamente esta situación recuerda a Chernóbyl, de allí que las acciones emprendidas por Japón y la comunidad internacional hayan girado en un principio a atender la posible fuga de material de los reactores, e impedir que el material de fusión se escapara de los mismos, situación que fue controlada.
Basura radiactiva
Realmente el mayor peligro actual no lo representan los reactores de Fukushima, aunque no se crea ellos no tienen mayor problema, y parte del sistema eléctrico de la planta ha sido restablecido, lo que garantiza parcialmente su seguridad.
El verdadero problema de la planta lo representa las piscinas de combustible gastado de la central que son una verdadera bomba, a la cual los técnicos intentan desactivar.
En esas piscinas se almacenan los desechos producidos por los reactores durante años de funcionamiento. Son toneladas de material altamente dañino, que es, incluso, más peligroso que el combustible del propio reactor.
Esa basura nuclear es una mezcla de elementos generados en el proceso de fisión, que contiene uranio, plutonio, americio, neptunio y curio.
Estos elementos son muy densos, activos y permanecen hasta decenas de miles de años sin perder sus propiedades.
Ese combustible gastado mantiene un calor residual luego de salir del reactor, alcanzando temperaturas en la piscina de cientos de grados, y debe permanecer meses, a veces hasta años bañado en agua para que no se caliente más, se degrade y lance emisiones.
El agua, además, sirve de pantalla de las radiaciones. Si la piscina se queda sin agua, el combustible se deteriora rápidamente y arroja altas dosis de radiactividad al ambiente.
Y lo que está ocurriendo en Fukushima es que las piscinas de combustible se están calentando y quedando sin agua. Eso supone un riesgo grave de que la basura nuclear entre en mayor actividad, se desestabilice y emita su contenido a la atmósfera.
Esfuerzos aéreos
Los expertos son claros, la última solución es hacer lo mismo que se hizo en Chernóbyl, colocar concreto sobre la planta y blindarle con un armazón grueso de acero, para evitar el efecto de la radiactividad.
De hecho, gran parte de los esfuerzos de refrigeración que se realizan durante las últimas horas, como el uso de helicópteros y camiones con mangueras, va destinado a enviar agua a las piscinas de almacenamiento de combustible gastado.
4 piscinas con problemas
En Fukushima hay seis reactores, cada uno con su propia piscina de almacenaje de combustible gastado. Según los últimos informes, como los que remite la organización japonesa de energía nuclear JAIF, hay problemas en cuatro de las seis piscinas.
La piscina 3 y la 4 están perdiendo nivel de agua y se está intentando llenarlas de líquido desesperadamente. En las piscinas de los reactores 5 y 6 también está aumentado la temperatura del agua. Estos reactores apenas habían causado alarma, ya que apenas han sufrido percances desde el terremoto porque no estaban funcionando, pero sus piscinas de basura nuclear se están viendo afectadas por la falta de medios para mantenerlas operativas de forma correcta.
¿Qué es esa basura nuclear?
Diversos países encendieron sus alarmas esta semana, si bien hay mecanismos para prevenir una emergencia en los núcleos de los reactores, ¿qué sucede con las piscinas de residuos?, eso ha llevado a que Alemania, España, Francia analicen sus políticas y protocolos de seguridad, y en el caso de Venezuela se congele el proyecto de instalación de una planta hasta que exista una evaluación y resultado de nuevas estrategias para aumentar la seguridad de este tipo de energía.
Estados Unidos fue el último país en reaccionar sobre este tema, asegurando que revisarían sus manuales sobre seguridad atómica.
El combustible gastado de los reactores nucleares, cuyo aspecto es igual al del combustible nuevo, emite radiación alfa, beta y gamma, además de generar calor como consecuencia de la desintegración radiactiva.
La diferencia entre ambos es su composición química. Mientras que el combustible nuevo está constituido únicamente por óxido de uranio, tras su paso por el reactor el combustible gastado presenta una composición en la que, además del óxido de uranio inicial, están presentes casi todos los elementos de la tabla periódica.
Esta es la definición textual de combustible gastado que ofrece Enresa, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, el organismo público español que tiene la responsabilidad de gestionar los residuos de alta, media y baja actividad.
Durante el tiempo que el combustible está en el reactor tienen lugar reacciones, dando lugar a productos de fisión, productos de activación y a la generación de plutonio y actínidos minoritarios. Una proporción típica del combustible gastado es la siguiente: uranio, 94,7% ; productos de fisión, 4,1%; plutonio, 1,1%; actínidos minoritarios, 0,1%.
Estos residuos duran miles de años. Y la exposición a sus radiaciones incluso en cantidades muy pequeñas puede provocar daños letales para la salud.
¿Qué hace esa basura ahí?
Los residuos de alta actividad, la basura nuclear, o el combustible gastado, es el gran problema sin resolver de la energía nuclear.
Todavía no se sabe bien qué hacer con ellos. No existe forma de eliminarlos o de reducir su actividad. Sólo cabe mantenerlos guardados, enfriados en agua primero y contenidos luego en estructuras aislantes.
Y donde se los suele guardar es en las propias instalaciones de las centrales atómicas. Esto es lo que se hace en España, por ejemplo. Todas y cada una de las plantas atómicas españolas tienen una piscina de residuos de alta actividad donde han ido guardando el combustible gastado.
Fukushima, al igual que otras plantas en el Mundo, tiene sus piscinas ubicadas justamente encima de sus reactores.
La temperatura del agua en circunstancias normales de operación debe estar en 25 grados, dos de las piscinas de Fukushima se encuentran en este momento en 84 y 60 grados.
La piscina más problemática es la del reactor 4, que ha llegado a los 80 grados en ciertos momentos. En ella se redoblan esfuerzos para aportar agua.
Esta radiactividad presente junto al reactor 4, reconoce el Gobierno japonés, está dificultando las tareas de aporte de agua a las piscinas. Los operarios sólo pueden permanecer breve tiempo e ir protegidos. Además, los escombros que hay entre un reactor y otro dificulta más las operaciones.
¿Qué pasa si la piscina se queda sin agua?
El agua es una barrera contra la radiación y también es un refrigerador. Si el agua desaparece, lo primero que sucede es que el combustible gastado queda expuesto y emite radiaciones.
Además, en ausencia de agua, el combustible gastado, que ya está a cientos de grados, empieza a deteriorarse. Se dañan las estructuras de metal que lo sujetan y también puede destruirse la piscina revestida de acero que los alberga.
El calentamiento del combustible gastado libera vapores y emisiones de los productos de alta actividad de ese combustible gastado.
En última instancia, el combustible puede entrar de nuevo en fase crítica, y comenzar a tener reacciones de fisión.
Todo esto es lo que ha convertido las tareas de aporte de agua a las piscinas en la máxima urgencia ahora mismo en Fukushima.
Hay que confiar en que las decenas de personas que luchan a brazo partido logren el objetivo de rellenar esas piscinas con agua o productos que frenen el calentamiento. Las informaciones que han ido llegando en las últimas horas es que, de momento, sí están consiguiendo aportar ese líquido tan necesario.
De no tener una respuesta satisfactoria, la opción sería operar igual que con Chernobyl, y enterrar para siempre esta planta.