Corea del Norte está dispuesta a una "guerra santa" contra Corea del Sur empleando su armamento nuclear disuasor, según ha señalado el ministro norcoreano de las Fuerzas Armadas citado por la agencia oficial KCNA. Las declaraciones han tenido lugar poco después de que Corea del Sur efectuara unas intensas maniobras militares con fuego real cerca de la frontera con el Norte, en una nueva demostración de fuerza ante Pyongyang al cumplirse un mes del ataque norcoreano que dejó cuatro muertos en una isla del Sur.
Los ejercicios militares han contado con 800 soldados del Ejército y las Fuerzas Aéreas e incluyeron pruebas con más de cien tipos de armas pesadas, entre ellas misiles anti-tanque, cañones autopropulsados y aviones y helicópteros de combate.
Ha sido el mayor despliegue en términos armamentísticos realizado hasta la fecha en la zona de Pocheon, a unos 20 kilómetros de la militarizada frontera con Corea del Norte, y se produce tres días después de otras polémicas maniobras en el Mar Amarillo (Mar Occidental).
El régimen comunista de Pyongyang había advertido de un ataque si Seúl llevaba a cabo los ejercicios del pasado lunes, pero finalmente dijo que no merecían una respuesta, mientras que también ha criticado los de hoy sin llegar a amenazar con una reacción armada.
Intermediación de EEUU
Estados Unidos, principal socio de seguridad de Corea del Sur, subrayó anoche que las maniobras de hoy son "transparentes", de "naturaleza defensiva" y fueron anunciadas con antelación, por lo que insistió en que de ninguna manera deben provocar una respuesta norcoreana.
Los últimos ejercicios militares coinciden además con otros que Seúl lleva a cabo desde el miércoles y hasta el viernes en aguas de su costa oriental, a unos cien kilómetros al sur de la frontera marítima, con buques de guerra y helicópteros anti-submarino.
Se trata de una exhibición de poderío militar con la que Corea del Sur busca, según los analistas, demostrar que está determinado a responder de inmediato a una provocación del régimen de Pyongyang, después del inesperado ataque que el 23 de noviembre dejó cuatro muertos y 17 heridos en la isla surcoreana de Yeonpyeong.
Ese suceso, uno de los más graves entre las dos Coreas desde la guerra que las enfrentó (1950-1953), hizo que el Gobierno del conservador Lee Myung-bak endureciera su política defensiva y desplegara nuevos efectivos y armamento en las islas cercanas a la frontera norcoreana.
Lee visita a las tropas
Hoy, el presidente surcoreano ha realizado una rara visita a una unidad del Ejército en la región de Yanggu, próxima a la Zona Desmilitarizada que desde 1953 divide a las dos Coreas, durante la que aseguró que solo la contundencia logrará que Pyongyang cese en sus "provocaciones". "Pensaba que la paciencia traería la paz a esta tierra, pero no ha sido así", ha señalado Lee, que durante la visita inspeccionó un puesto de guardia situado a solo un kilómetro de Corea del Norte, según la agencia surcoreana Yonhap.
El presidente surcoreano ha asegurado que Corea del Sur mantendrá una defensa "inexpugnable" y lanzará "un contraataque sin piedad" si es objeto "de un ataque sorpresa". También ha criticado al régimen de Kim Jong-il por mantener el programa de desarrollo nuclear del país comunista, especialmente, ha dicho, con una economía destrozada y las graves hambrunas que padece la población.
Las negociaciones para la desnuclearización de Corea del Norte, en las que participaban las dos Coreas, EEUU, Rusia, China y Japón, están paralizadas desde finales de 2008 por el boicot unilateral de Pyongyang. Sin embargo, en los últimos meses el régimen de Kim Jong-il se había mostrado dispuesto a retomarlas a cambio de compensaciones, algo que rechazaron EEUU y sus aliados, que reclamaban que antes diera pasos visibles hacia el desarme nuclear.
Tras el ataque de hace un mes, China, principal aliado y benefactor de Corea del Norte, planteó una reunión de emergencia de los miembros del diálogo a seis bandas para rebajar la tensión, pero la propuesta fue recibida con frialdad por Seúl, Washington y Tokio.