El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad culminó días atrás una gira por América Latina que, según la versión oficial, intentó aumentar los lazos de integración en la región pero que, en realidad, tenía una agenda oculta y peligrosa que puede poner en riesgo la estabilidad del hemisferio. Ahmadinejad tomó un avión y llegó a Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Cuba para demostrar que ni él ni su país están aislados del mundo tal como lo quieren hacer ver EEUU y sus aliados europeos, preocupados por el programa nuclear iraní.
Informes de inteligencia norteamericanos señalan que Ahmadinejad llegó a la región no solo en búsqueda de apoyo político sino también para profundizar acuerdos de cooperación que podrían ser una puerta de escape a la eventualidad de que EEUU le imponga sanciones o incluso la guerra. Hoy nos centraremos en parte económica y militar de la gira que involucra el pago de cientos de millones de dólares que buscan garantizar el acceso a infraestructuras y recursos mineros y naturales de la región.
Buscan mercados
Irán es uno de los países exportadores de petróleo más importantes del mundo. Se calcula que en el 2011 sus ingresos por la venta de crudo sumaron más de US$ 100,000 con los que el régimen teocrático paga los subsidios a los alimentos de primera necesidad y decenas de programas sociales.
El hecho de que EEUU aplique sanciones económicas a Teherán pone en riesgo el bienestar de millones de iraníes. Es por ello que Ahmadinejad puso en marcha un plan para acceder a mercados de materias primas, lejos de sus vecinos en Asia.
Hasta el momento el intercambio económico entre Irán y algunos países del ALBA que visitó es nulo. El caso más saltante es Nicaragua en donde las exportaciones al país persa apenas sumaron la ridícula cifra de US$ 50,000 en el 2011.
Para cambiar la situación Ahmadinejad firmó acuerdos para invertir en los sectores agrícola, pesqueros y de construcción, además de instalar fábricas iraníes para el ensamblaje de vehículos pesados. Queda pendiente la inyección de US$ 350 millones para la construcción en Nicaragua de un puerto de aguas profundas, aunque no se sabe con qué fines.
Componente nuclear
Con Ecuador la situación es similar aunque los acuerdos giran más en la cooperación energética. Se sabe que hay la promesa de la ayuda iraní para la construcción de una refinería y una planta petroquímica en el país andino, así como dos centrales hidroeléctricas para producir 100 megawatts.
La oposición, sin embargo, ha denunciado que el principal motivo de la visita de Ahmadinejad fue tener la promesa del presidente Rafael Correa de acceder a las reservas de uranio de Ecuador, un mineral indispensable en su programa nuclear.
El mismo objetivo fue trazado en Venezuela aunque los planes están más avanzados. El propio régimen bolivariano ha reconocido que Teherán le está ayudando a detectar reservas de uranio en el occidente y el suroeste del país, que según las evaluaciones iniciales serían “importantes”.
Es más, desde el 2008 cuando firmó un acuerdo de cooperación atómica con Teherán, el presidente venezolano expresó su intención de desarrollar lo que llamó “nuestro primer reactorcito nuclear”, un anuncio que causa suspicacia internacional.
En los últimos años, el presidente Hugo Chávez se ha convertido en un aliado cercano de Ahmadinejad contra EEUU y en un firme defensor del programa atómico iraní.
La amistad entre Chávez y Ahmadinejad es, según la Casa Blanca, “preocupante” porque muchos de los más de 300 acuerdos bilaterales firmados hasta ahora son una tapadera de negocios turbios.
Uno de los más prósperos está en el sector financiero. En el 2008, el presidente venezolano autorizó la apertura del Banco Internacional de Desarrollo C.A. – Banco Universal, que es una sucursal del Banco de Desarrollo de Exportaciones de Irán.
Desde un comienzo, la CIA confirmó que el banco fue creado por los iraníes para eludir las sanciones internacionales y mover gran cantidad de dinero que se destina para la compra de armas.
EEUU ya impuso sanciones a la filial del banco iraní, pero Caracas y Teherán siguen con sus negocios, sobre todo en el plano militar en el que se consideran “socios estratégicos”.
Los servicios de inteligencia estadounidenses alertaron sobre el interés de que Venezuela sea el camino para hacerse de armamento ruso.
Rusia e Irán firmaron un contrato en el 2007 para la compra de cinco sistemas antiaéreos S-300, pero la transacción fue suspendida en el 2010 por la parte rusa en acatamiento a la sanción que la ONU impuso al gobierno iraní.El embajador de Irán en Moscú Mahmud Sajadi, anunció que su país demandaría a Rusia en los tribunales internacionales por el incumplimiento del contrato, pero dejó la puerta abierta para que Moscú permita a Venezuela que se los envíe.
Por lo pronto, Israel –el máximo enemigo de Irán en Medio Oriente– ya alertó a las autoridades rusas de que cualquier misil que se envíe a Caracas podría terminar en Teherán, lo que supone un riesgo para la estabilidad de la región.
Aviones y misiles
Hasta ahora la prensa venezolana no ha tenido acceso a los acuerdos militares firmados entre Chávez y Ahmadinejad debido a que tienen el rótulo de “alto secreto”, pero eso no ha impedido que hayan filtraciones sobre su contenido.
Se sabe, por ejemplo, que Venezuela logró un convenio para que técnicos iraníes construyan aviones no tripulados y rehabiliten los cazas F-5 de fabricación estadounidense, a los cuales Washington se niega dar mantenimiento.
En el Pentágono no descartan que Teherán pueda compartir con los militares venezolanos la tecnología del avión espía RQ-170 Sentinel que fue capturado el pasado mes de diciembre en territorio iraní. El aparato es uno de los más modernos que existe en las Fuerzas Armadas estadounidenses y es utilizado por la CIA para operaciones encubiertas.
El gobierno de Barack Obama ya pidió que devuelvan el avión pero los iraníes se niegan.
Por último, y no menos importante, la oposición venezolana ha denunciado la proliferación de grandes fábricas iraníes que no producen nada y están envueltas en un misterio total, al punto que en las zonas donde están hay prohibiciones de vuelo.
La explicación del gobierno venezolano es que se encargan del ensamblaje de tractores y hasta bicicletas, pero su producción es nula.
Lo que sí es oficial es que expertos iraníes están dando los últimos toques estos días a una planta de fabricación de pólvora y municiones que costó US$14 millones.
Según un informe de la cadena Univisión, que revisó documentos oficiales venezolanos, la fábrica fue diseñada por la empresa iraní Parchin Chemical Industries (PCI), que juega un papel clave en el programa nuclear iraní.
La PCI fue añadida en el 2005 por EEUU en la lista de las entidades designadas como “proliferadoras de armas de destrucción masiva” porque “trata productos químicos utilizados en los programas de misiles balísticos”.¿Estará Hugo Chávez intentando no solo comprar sino tener la tecnología para hacer misiles de mediano y largo alcance? Todo parece indicar que sí.
El diario alemán Die Welt reveló meses atrás que recibió informes de que Venezuela e Irán ya están construyendo una base militar en la Península de Paraguaná, a 120 kilómetros de Colombia.
La base contaría con plataformas para el lanzamiento de misiles de mediano alcance, bunkers, torres de vigilancia y un sofisticado sistema para prevenir ataques aéreos en Venezuela.
Todo muy bien afinado y acorde a los planes económicos y militares de Chávez y Ahmadinejad, quienes lejos de querer el progreso de sus pueblos, se unen en su odio enfermizo hacia EEUU.