Moscú, 13 de abril, RIA Novosti. Una de las principales lecciones de la tragedia del submarino nuclear ruso Komsomolets, que se hundió en 1989, es que se necesita reanudar el programa de creación de embarcaciones de rescate rápidas, especialmente los ekranoplanos, declaró un alto cargo del Estado Mayor de la Marina rusa.
El submarino K-278 Komsomolets (Flota rusa del Norte) se fue a pique el 7 de abril de 1989 en el mar de Noruega. El incendio que se declaró en dos compartimientos contiguos del sumergible destruyó los tanques principales de lastre, y el agua que entró hizo hundir el submarino. Perdieron la vida 42 personas, muchas de ellas por sobreenfriamiento.
"Si hubiéramos tenido entonces embarcaciones de rescate rápidas como los ekranoplanos, el número de víctimas habría sido mucho menor", afirmó el almirante.
Por esta razón, señaló, se debe aplicar el máximo de esfuerzos para aprovechar la experiencia de los diseñadores y navieros rusos y poner en práctica la resolución del Consejo Naval aprobada en 2006.
"Ya urge empezar a financiar el proyecto de creación del ekranoplano, medio de transporte del que tanto se habló en la reunión del Consejo Naval. Es un desarrollo único de los diseñadores rusos que no que tiene equivalente en el mundo", recalcó.
"Si no reanudamos ese programa en los próximos cinco o siete, Rusia puede perder su liderato en dicho terreno", agregó la misma fuente.
El ekranoplano (WSL, WiG Sea Launch) combina las ventajas de un barco, un vehículo terrestre y un aparato volador. Su velocidad sobre la superficie del mar se aproxima a la de un avión de transporte. Le importan poco las tormentas pues vuela fácilmente a dos metros de la superficie del mar, sabe deslizarse por el agua y hasta elevarse por las nubes.
Los ekranoplanos desplazan de 1,5 a 800 toneladas de agua, pueden cargar hasta 500 pasajeros y desplazarse a 5.000 kilómetros de distancia a velocidades de entre 500 y 600 km/h. Los modelos de carga pueden transportar hasta 350 toneladas, sea de derivados de petróleo, productos áridos o contenedores, que se transportan en tanques, bodegas o, si es necesario, en frigoríficos.
Aparte de trasladar a personas y cargamentos, ese maravilloso vehículo también puede servir para misiones tácticas, vigilancia costera y operaciones de salvamento.
La Armada rusa dispone actualmente de un solo ekranoplano, que está en reserva en la Flotilla del Caspio. Hay un segundo aparato, pero fue convertido en pieza de museo y se encuentra en la presa Jimkinskaia, en Moscú.