EFE/MADRID La elección hoy del municipio conquense de Villar de Cañas para acoger el Almacén Temporal Centralizado de Residuos Radiactivas (ATC) acaba, en principio, con la polémica entre el Gobierno central y las comunidades autónomas por este tema.
El informe técnico del Ejecutivo sobre la ubicación más idónea del almacén de residuos nucleares de alta radiactividad, debatido en septiembre de 2010 por el Consejo de Ministros, colocaba en mejor posición a Zarra (Valencia), Ascó (Tarragona), Yebra (Guadalajara) y Villar de Cañas (Cuenca), por este orden.
De los catorce pueblos que se presentaron como candidatos para albergar el ATC, finalmente sólo ocho optaron por el emplazamiento: Albalá (Cáceres), Ascó, Congosto de Valdavia (Palencia), Santervás de Campos (Valladolid), Melgar de Arriba (Vallaolid), Villar de Cañas, Yebra y Zarra.
Algunos de estos ayuntamientos debieron superar la desconfianza, cuando no la oposición frontal, de sus comunidades autónomas y de las direcciones regionales de los partidos.
De forma clara y abierta, los entonces presidentes de Cataluña, José Montilla, y de Castilla-La Mancha, José María Barreda, ambos del PSOE, se opusieron desde un principio a que el ATC se instalara en sus territorios.
Otros, como Castilla y León, fueron cambiando de postura. En un inicio aceptó la idea, a condición de que el Gobierno central se replanteara la decisión de cerrar la central nuclear de Garoña (Burgos), pero luego optaron por separar ambos temas y oponerse al ATC.
Los pronunciamientos en contra de los líderes políticos fueron seguidos por sendas resoluciones de los parlamentos autonómicos, el más tardío el de la Comunidad Valenciana, cuyo entonces presidente, Francisco Camps, se opuso a la instalación por boca de sus consejeros.
Los principales partidos han respaldado el ATC como la solución más segura para gestionar los residuos radiactivos, aunque algunos de sus dirigentes han advertido también de que no lo quieren en su comunidad.
Al margen del debate político, la mayoría de los ayuntamientos candidatos -el más grande de ellos Ascó con 1.600 habitantes- han visto en el almacén de residuos nucleares de alta radiactividad una tabla de salvación para sus menguadas economías, ya que supondrá inversiones millonarias.
La creación de un almacén para guardar los residuos radiactivos y el combustible nuclear gastado por las nucleares, se incluyó en el Sexto Plan General de Residuos Radiactivos, aprobado el 23 de junio de 2006.
Sin embargo, el procedimiento para decidir el emplazamiento del almacén ha estado paralizado durante casi tres años.
La infraestructura está concebida para guardar en seco el combustible gastado de alta actividad, y estará inmerso en un centro tecnológico que facilitará las actividades de investigación.
Su construcción cuenta con el aval del Parlamento, el Gobierno central, los principales partidos y los organismos o empresas competentes en la materia (el Consejo de Seguridad Nuclear o la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos), además del apoyo de la industria nuclear.
Albergará los residuos procedentes de todas las centrales, completará la gestión de los residuos nucleares generados en España y se sumará al del Cabril (Córdoba), donde se guardan los residuos nucleares de baja y media actividad.
Se trata de una solución que, según la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), se ha adoptado en la mayoría de países desarrollados.
El futuro almacén guardará 7.000 toneladas de combustible de las plantas nucleares y unos 1.900 metros cúbicos de residuos procedentes del desmantelamiento, una gestión que se hará en cápsulas de acero y que, según los expertos, gana en seguridad.
Tendrá aproximadamente 283 metros de largo, 78 metros de ancho y 26 metros de alto, y constará de cinco áreas o edificios.
Los residuos radiactivos llegarán al ATC en contenedores homologados para el transporte y, a su llegada, se introducirán en el área de recepción, se voltearán a posición vertical y se transferirán a otra zona para retirar la tapa y comprobar su contenido.
En las fases siguientes, se procede a colocar el combustible en cápsulas de acero inoxidable y después se transfieren a tubos de almacenamiento donde permanecerán hasta que se quieran recuperar.
Y es que el ATC también prevé la recuperación de los residuos para su tratamiento una vez finalizado el período de almacenamiento.
Todo la gestión de los residuos está automatizada y en los tubos de almacenamiento las cápsulas podrán permanecer 60 años.
Hoy, las piscinas de las nucleares están casi saturadas, según Enresa. Además los residuos de alta actividad de la desmantelada central de Vandellós I (Tarragona) debían haber comenzado a retornar a España al finalizar el pasado 2010 y que supone unas penalizaciones de 60.000 euros diarios.
Los materiales procedentes del reprocesado del combustible gastado de la nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), que se encuentran almacenados en el Reino Unido, también tienen que volver.
En España se generan anualmente, 2.000 toneladas de residuos de baja y media actividad y 160 toneladas de alta actividad.