Felipe Alegría y Ricardo Ayala
Durante muchos meses, cada noticia sobre la crisis de la banca española ha sido motivo de angustia para la población trabajadora, que se ha preguntado una y otra vez: ¿cuántos recortes, cuánto paro, cuánta pobreza más van a hacer falta para salvar a unos banqueros que nos han estado robando a manos llenas durante tantos años con completa impunidad?
Ahora la angustia es, si cabe, mayor, porque la montaña de dinero público comprometido para “nacionalizar” las pérdidas e Bankia y de otras entidades en quiebra, es enorme, entre 60.000 y 80.000 millones de euros, según los cálculos que se manejan. Esta montaña de pérdidas privadas, provocada por directivos mafiosos, es la que Rajoy (con el acuerdo del PSOE) va a convertir ahora en deuda pública, para que así la pague el pueblo trabajador, como ha venido sucediendo hasta ahora.
“Intervenidos” por la Troika
Pero el problema se agrava porque en plena fuga de capitales, con el sistema de crédito cegado, la prima de riesgo en las nubes y la Bolsa hundida, el Estado no tiene ya capacidad de endeudarse para conseguir esta nueva masa de dinero y seguir pagando la abultada deuda pública actual a los banqueros. De manera que el Gobierno se encuentra condenado a recurrir a los fondos de rescate europeos. Sólo espera que se concrete el importe de la operación para hacerlo. Pero esto tiene un precio: la intervención del país por la Troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional)
Es un verdadero escándalo, porque vamos a ser intervenidos por una deuda que el Gobierno va a contraer sin otro fin que asegurar que los bancos alemanes y franceses y el BCE puedan cobrar las enormes deudas que tienen con ellos los bancos en quiebra y que, de otro modo no cobrarían. Estamos en realidad ante un rescate de los bancos alemanes y franceses acreedores, que deberán pagar la clase trabajadora y las clases medias
¿Una “intervención suave”?
Rajoy se ha comprometido públicamente a entregar a la Merkel y a la UE el manejo de toda la política económica española y la supervisión del sistema bancario, a obedecer al pie de la letra todas las órdenes que vengan de Berlín y Bruselas. A cambio, ha suplicado que el Gobierno no sea formalmente intervenido y que la Troika rescate directamente los bancos.
Esta es la gran pugna de Rajoy con Angela Merkel, partidaria de una intervención directa, “a la griega” o “a la portuguesa”. La razón es que para los grandes banqueros españoles y para su representante político, Rajoy, es muy diferente que la intervención se haga de una forma o de otra.
La diferencia no son los programas de ajuste, que en ambos casos son como dos gotas de agua. El problema reside en que una intervención “a la griega” significa que el gobierno español dejaría de existir como tal para ser sustituido por un gobierno de la Troika, donde los ministros españoles serían meros recaderos. Y entonces -y aquí está el quid de la cuestión- el gobierno de la Troika sería el gobierno de los bancos alemanes y franceses y no, como en el caso de Rajoy (y antes Zapatero), el gobierno de los bancos Santander y del BBVA, que si gobierna la Troika quedarían sin protección y a expensas de los bancos alemanes y franceses, con un incierto destino. El mismo destino que el del capitalismo español (y sus multinacionales) en la UE y en el mundo.
Las últimas noticias de prensa señalan que Merkel y la UE han “accedido” a un “rescate suave” en el que el gobierno sería intervenido por la UE, pero a través del FROB (el fondo español de rescate bancario). Esto implica ceder la política económica a Merkel y a Bruselas y dejar en sus manos la liquidación de los bancos rescatados. A cambio, el Gobierno salvaría relativamente la cara y mantendría un cierto margen de maniobra para seguir defendiendo el papel de la gran banca española como socio menor y cómplice de los bancos alemanes y franceses. Como parte del paquete, los planes de ajuste serán drásticamente endurecidos.
Nos están metiendo en una espiral a la griega, de empobrecimiento y ruina
La propaganda del Gobierno está concentrada en un mensaje: “ahora estamos mal y todavía vamos a sufrir más, pero hay que tener fe porque no tardaremos en ver, con la ayuda de Europa, la luz al final del túnel”. Este mensaje, que busca justificar la nueva oleada de ajustes que van a acompañar la intervención de la Troika, es una fiel reproducción de lo que dijeron los gobiernos griego y portugués cuando fueron intervenidos. Pero aquí como allí, mienten. Lo que vemos en Grecia y en Portugal no es ninguna luz, sino miseria y sufrimiento sin fin y sin esperanza.
La intervención “suave” de la que habla la prensa significa, en realidad, un salto sustancial, pilotado esta vez desde Berlín y Bruselas, en la ofensiva para desmantelar lo que queda del exiguo Estado del bienestar (incluyendo esta vez ataques a las pensiones y al seguro de desempleo), vender lo que queda de patrimonio público, ahogar al pueblo con nuevas subidas de impuestos, recortar empleo público y arrasar los derechos laborales que restan (en CELSA, Barcelona, la patronal plantea el despido de 200 trabajadores sobre 1200, un aumento de 12 días de la jornada de trabajo y una reducción del 20% de los salarios).
Como muestran Grecia y Portugal, cada plan de ajuste no es más que el preludio de otro todavía más agresivo, por la sencilla razón de que cuanto más se expolia el país y éste más retrocede y se empobrece, la deuda se va haciendo más grande y se forma una espiral que no tiene fin. El primer “rescate” europeo de Grecia fue en mayo de 2010 y ahora, dos años más tarde, sabemos que la “ayuda” de la Troika ha ido a parar a los bancos acreedores y que el pueblo no ha visto ni un euro. Sabemos que el nivel de vida ha retrocedido entre el 30 y el 40%, la miseria ha alcanzado a sectores masivos de la población, se vive una situación de emergencia sanitaria, los suicidios se disparan y la esperanza de vida comienza a disminuir. Es en esta espiral griega en la que nos quieren meter.
Hace falta un gran Encuentro estatal para organizar la respuesta al rescate y a la intervención
Estamos en un momento crucial que obliga imperiosamente a unir todas las fuerzas para enfrentar el rescate y la intervención de la Troika. El rescate es una estafa masiva, un robo puro y duro al pueblo trabajador.
Es urgente juntar a todos los que quieren luchar contra el rescate en un gran Encuentro estatal que defina un plan de movilización para enfrentarlo. Un Encuentro donde estén las asambleas del 15M, el sindicalismo alternativo, las organizaciones de profesores y de personal sanitario en lucha, las organizaciones y coordinadoras estudiantiles, las empresas en lucha, la plataforma contra los desahucios y contra el corralito de las preferentes…
Hace falta un plan:
* que diga No al rescate y a la intervención
* que en lugar de socializar sus pérdidas, plantee la expropiación de toda la banca, al completo, sin indemnizar a ningún gran accionista ni gran inversor, exigiendo responsabilidades y la devolución del dinero a los causantes de las quiebras, que deben responder con su patrimonio y con la cárcel.
* que exija la inmediata suspensión de los pagos de la Deuda pública a los banqueros y una Auditoría pública que desvele el carácter ilegítimo y fraudulento de la Deuda. El dinero existe, sólo hace falta dedicarlo a las necesidades sociales básicas, no al enriquecimiento de los banqueros.
* que se comprometa a luchar por , un plan de rescate pero de los trabajadores y los sectores populares, que eche atrás los recortes y reformas y ataque de frente al desempleo masivo.
No podemos esperar nada de la UE
Primero nos vendieron que la UE era la vía de acceso al progreso y la modernidad. Después, ya en la UE y con el euro y en plena burbuja inmobiliaria, nos dijeron que nos convertiríamos en una potencia mundial. Ahora nos dicen que la UE es la solución a la crisis y que necesitamos “más Europa”. En este apego desesperado a la UE están elPP y el PSOE, acompañados por la burocracia sindical de CCOO-UGT y también por la dirección de IU, que lo endulzan diciendo que hace falta una Europa “más social”.
Esa “más Europa” es la “unión fiscal y política” de Merkel, que Rajoy, Guindos y Rubalcaba acatan con entusiasmo. Pero a Merkel no se le puede echar en cara que no sea clara. Su plan quiere decir que se acabó con la soberanía de los Estados. Quiere decir que la política laboral, el gasto público, los impuestos, las pensiones y las privatizaciones serán decididos por Bruselas o, lo que es lo mismo, por el imperialismo alemán, en colaboración con el francés. Y quiere también decir, como ya han declarado varios ministros alemanes, que el destino que deparan a la “periferia castigada por la crisis” son “Zonas Especiales de Producción”donde las empresas pagarían menos impuestos, los salarios no serian regulados por convenios y las leyes ambientales serian sorteadas ¡como las maquilas de la frontera mexicana con los EEUU!
Hay que salirse del euro y romper con la UE ¡y cuanto antes mejor!
Nos asustan con la salida del euro y dicen que hay que estar dispuestos a cualquier sacrificio con tal de permanecer en la moneda única, porque fuera nos espera el infierno. Estos argumentos podían ser utilizados hace 2-3 años, cuando la gente no sabía qué querían decir en la práctica. Pero ahora sabemos lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Irlanda, Portugal y Grecia y entre nosotros. Y lo que vemos es que el infierno es permanecer en el euro, al mando de los banqueros y multinacionales que mandan en la UE. Grecia es el ejemplo más brutal: el de un país que en sólo dos años ha sufrido una devastación tal que sólo es comparable a la de una guerra.
No podemos pagar el precio de un retroceso histórico de 50 años, el desmantelamiento de todas las conquistas sociales y laborales, el paro masivo y la precariedad generalizada y sin esperanza, sólo porque los grandes banqueros españoles quieren participar, como carroñeros, en el festín del euro. Estamos ante una evidencia: salir del euro y romper con la UE es una necesidad vital si no queremos acabar como Grecia.
Pero tenemos que ser conscientes, al mismo tiempo, que la salida del euro, por sí sola, no es la solución y que, si salimos, van a intentar hundirnos. Por eso, debe ir acompañada de un cambio radical de las reglas de juego capitalistas y de pasos decididos hacia una nueva sociedad socialista. No hay otra solución. La salida del euro debe ir acompañada de medidas como expropiar la banca y unificar el sistema de crédito para reorganizar la economía al servicio de la inmensa mayoría, nacionalizar bajo control de los trabajadores las empresas y sectores estratégicos, poner en marcha grandes planes públicos para crear empleo y repartir el empleo entre todos, establecer el control estricto de los movimientos de capitales y el monopolio del comercio exterior y, por encima de todo, unir fuerzas con los trabajadores y los pueblos de Europa, de la periferia y de los países centrales, porque sólo podremos vencer en la lucha común por una Europa socialista unida.