Por Roberto García Hernández *
La Habana (PL) El uso y abuso de los aviones sin tripulación (drones) por parte de la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono, alcanzó niveles tales que dichas aeronaves se convierten en un peligro para Estados Unidos desde el punto de vista político y militar.Un informe publicado el 9 de enero de 2013 por la Oficina de Supervisión del Gobierno (GAO, por sus siglas en inglés), entidad subordinada al Congreso norteamericano, señaló que el incremento del uso por parte de Estados Unidos desató una carrera de armamentos a nivel global.
La GAO señala que los drones constituyen ahora un peligro para ese país, porque pueden caer en manos de organizaciones y países que son enemigos de Washington.
El reporte, que cita expertos militares en el tema, señala que más de 75 naciones han adquirido hasta ahora estas aeronaves, cifra que casi duplica las 40 que las poseían en 2005.
Los drones estadounidenses están equipados con sensores de alta tecnología, conectados a una red global que permite monitorear sus vídeos desde puntos remotos del planeta, mientras otros están armados con misiles que se lanzan desde distancias relativamente grandes, agrega el estudio.
El informe de la GAO reconoce que es probable que países extranjeros utilicen los drones para espiar las actividades militares de Estados Unidos en ultramar, incluso las tecnologías menos sofisticadas, o los empleen para lanzar armas químicas o biológicas.
Un documento oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos reconoció que los drones causan accidentes y dificultan el tráfico aéreo en aeropuertos civiles de los territorios donde operan.
Entre los problemas más habituales están los errores del pilotaje a distancia, fallas mecánicas, la presencia de virus en los sistemas digitales de control de las aeronaves y la falta de coordinación con los controladores civiles del tráfico aéreo.
Pero el avance de la tecnología de este tipo de artefactos provoca nuevas inquietudes en la opinión pública internacional.
A finales de 2012, el Pentágono anunció la realización de pruebas con un nuevo prototipo de avión no tripulado: el X-47B, en la Estación Aeronaval de Patuxent River, en el estado de Maryland y a bordo de buques de la marina de guerra.
El artefacto está diseñado principalmente para desembarcar en la pista de los portaaviones, incluso sin ser guiado a distancia por un piloto, sino solo por sus sistemas de navegación a bordo, de forma autónoma, lo cual marca un cambio significativo en estos sistemas bélicos.
Actualmente, drones de combate son controlados a distancia por un piloto humano, pero el X-47B está diseñado para volar a mayores distancias y permanecer más tiempo en el aire, entre otras causas porque depende menos de la actuación del ser humano.
El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Jakob Kellenberger, señaló que el despliegue del nuevo equipo significa un cambio importante en la conducción de las hostilidades, porque su capacidad de discriminar los blancos dependerá solo de los sensores a bordo del aparato.
Especialistas en armamentos en el Congreso reconocen que los militares estadounidenses tendrán que lidiar con cuestiones éticas mucho antes de que esta aeronave entre en servicio, señaló el diario Los Angeles Times.
El representante demócrata por el estado de Texas, Henry Cuellar, dijo que el tema tendrá que ser discutido en un comité bipartidista que se estableció en 2009 para informar a los legisladores sobre las aplicaciones de este tipo de tecnología.
El empleo de los drones por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Pentágono provocó fuertes protestas en los últimos años, y en particular creó una crisis diplomática entre Pakistán y Estados Unidos, después que uno de estos artefactos provocó la muerte a más de 20 soldados de la nación asiática en 2011.
El Gobierno de Islamabad protestó ante la Casa Blanca y tomó represalias que impidieron el paso normal de los convoyes logísticos norteamericanos por territorio pakistaní hacia Afganistán durante varios meses, hasta que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pidió disculpas y la situación mejoró.
Pero la CIA inició el 2013 con un aumento considerable de los ataques letales con aviones sin tripulación en Pakistán, contra supuestos objetivos talibanes en zonas tribales del territorio pakistaní.
Las acciones tienen lugar en momentos en que la administración del presidente Barack Obama prepara sus planes para la retirada de las tropas del vecino Afganistán después de diciembre de 2014.
Un golpe aéreo con drones se realizó el 10 de enero en el norte de la provincia de Waziristán, el séptimo en solo 10 días de este año, que en total provocaron unos 40 muertos.
Especialistas atribuyen el incremento en el ritmo de los ataques a un sentido de urgencia que rodea las expectativas de que el jefe de la Casa Blanca ordene la permanencia de menos de seis mil militares en suelo afgano después de 2014.
La serie de ataques de la CIA puede ser una señal a los grupos terroristas, no solo a Al Qaeda, de que los drones serán el arma más importante contra los terroristas, tras la retirada de la mayoría de las tropas de territorio afgano, señalan expertos militares.
Entre 2004 y 2012 se realizaron 360 ataques con drones en territorio pakistaní, de ellos, 304 fueron desde que Obama tomó posesión en 2009, con un saldo general de más de tres mil 400 muertos.
Una encuesta reciente mostró que 74 por ciento de los ciudadanos pakistaníes perciben a Estados Unidos como un enemigo, en buena parte debido al estrago que han ocasionado los aviones no tripulados entre la población civil.
También en Yemen se incrementaron los ataques de este tipo, en la medida en que las fuerzas estadounidenses asisten a sus homólogas locales en una campaña militar contra supuestos grupos de Al Qaeda en ese país.
Al menos 12 civiles yemenitas han resultado muertos en los últimos meses, según informes oficiales de Washington.
Medios de prensa estadounidenses revelaron en 2012 elementos hasta ahora clasificados del programa de asesinatos selectivos a nivel global con el empleo de drones, pero otros detalles de este polémico plan todavía se mantienen en silencio.
El año pasado también hubo un incremento significativo de desafíos legales a esa campaña, la mayoría de ellos sin éxito, debido a la influencia de quienes cabildean en Estados Unidos a favor de los fabricantes de drones.
Expertos de Naciones Unidas también han expresado que investigan posibles crímenes de guerra cometidos por fuerzas estadounidenses con el empleo de esas aeronaves.
El general retirado Stanley McChrystal, exjefe de las tropas estadounidenses en Afganistán entre 2009 y 2010, se refirió recientemente al peligro del uso excesivo de los drones en misiones de espionaje y ataque.
Según el exmilitar, estas acciones han exacerbado la percepción que existe en el mundo acerca de la arrogancia del Gobierno de Estados Unidos, lo que puede afectar los intereses norteamericanos a largo plazo.
El resentimiento que crea el ataque con drones es mucho mayor de lo que piensan los estadounidenses, porque la gente odia visceralmente esos artefactos, incluso personas que nunca los han visto ni han presenciado sus efectos, dijo McChrystal.
Otros especialistas cuestionan la legitimidad de las actividades de ataques con drones y las circunstancias bajo las cuales resulta aceptable realizarlos.
Además, no está clara la relación entre los costos políticos de su empleo y los beneficios operacionales que otorgan a quienes los ejecutan.
Organizaciones norteamericanas defensoras de los derechos civiles han protestado en los últimos meses por los planes del Departamento de Seguridad Interior y otras agencias para emplear los drones en misiones de vigilancia policial dentro del territorio continental de Estados Unidos.
A pesar del rechazo al empleo de los drones a nivel doméstico e internacional, la Casa Blanca continúa adelante con sus planes de desarrollo y ampliación de esta tecnología, convertida en un boomerang que afecta los intereses de Washington y la imagen ya deteriorada de su estamento militar.
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
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