Militares y guardias civiles hacen un esfuerzo por simplificar procedimientos para instruir a los afganos
Las fuerzas de seguridad afganas afrontan con temor el futuro repliegue de las tropas españolas, que comenzarán en los próximos meses la retirada prevista por la misión de la OTAN al igual que el resto de aliados, e intentan aprovechar al máximo el asesoramiento y la formación que les ofrecen militares y guardias civiles, mientras insisten en pedir más ayuda material para poder enfrentarse a la insurgencia solos.
"Si no nos dan armamento pesado y helicópteros habrá una gran matanza", así lo ha asegurado este martes el jefe de Estado Mayor de la Brigada a la que asesoran militares españoles, el coronel Mohamad Zai, durante una entrevista con un reducido grupo de periodistas españoles en el Cuartel General afgano situado junto a la base principal del contingente español en Qala-i-Naw.
El coronel, de etnia pastún, ha agradecido la ayuda ofrecida por España, pero ha insistido en que el progreso que ha alcanzado un "Ejército nacido de cero" se quedará en nada si no se les proporciona carros de combate y medios aéreos con los que luchar contra los insurgentes. "Ahora tenemos los mismos medios que la insurgencia, es una lucha de igual a igual. El Ejército así no va a poder defenderse después de 2014, va a haber muchos muertos", insistía.
Además, ha explicado que necesitarán también fondos para llevar adelante proyectos de impacto rápido, como los que ejecutan los equipos de Cooperación Cívico Militar (CIMIC) para ganarse el apoyo de la población, fundamental para evitar que den cobijo a los insurgentes, que se mueven de una zona a otra sin bases fijas.
A pesar de estas demandas --repetidas en la entrevista una decena de veces por medio de un intérprete--, el coronel ha asegurado que está "muy contento" con la colaboración de los españoles y considera muy útil la formación que se les está prestando y en la que se vuelcan los equipos de asesoramiento.
En concreto, España está encargada de la formación de dos de los tres batallones (o Kandak) de unos 600 hombres con que cuenta la Brigada 3/207 del Ejército afgano, que cubre la provincia de Badghis con un total de 3.900 efectivos, 500 vehículos, ocho cañones y 30 morteros. De ellos, el 50% se encuentra en puestos de observación (OPIS) situados a lo largo de las dos rutas que atraviesan la provincia, en los que los militares afganos pueden permanecer hasta once meses en condiciones muy precarias que a alguno ha llevado a pegarse un tiro en un pie para ser evacuado.
Éste es uno de los motivos de deserción en el Ejército afgano, que también tiene problemas para mantener sus filas en orden debido a que los militares desplegados en una provincia suelen ser de lugares lejanos y los permisos de 20 días se convierten en ausencias de más de un mes que en ocasiones acaban en bajas.
DE LA FORMACIÓN AL ASESORAMIENTO
En la actualidad, trabajan con los militares afganos tres equipos de mentorización (OMLT) --uno en Qala-i-Naw y uno en cada uno de los puestos avanzados de combate, en Moqur y Ludina-- y un equipo de asesoramiento (MAT) en Moqur. A partir del despliegue del próximo relevo español, que llegará en noviembre, todos los equipos serán MAT, es decir, dejarán la formación e instrucción para la supervisión y la asistencia.
Todos los equipos, que van a permanecer siete meses y medio en Afganistán, han tenido una formación previa de seis meses en España, y están compuestos por unos 45 militares españoles. Los próximos, como el MAT que ahora manda en Moqur el comandante Alberto Fajardo, tendrán 29 efectivos.
En Qala-I-Naw, el OMLT que ahora manda el comandante Gabriel Segura enlaza con el Cuartel General de la Brigada y tiene entre sus funciones el adiestramiento de la Policía Militar que se encarga de la seguridad de la pista y la formación en limpieza de rutas, una tarea esencial para hacer frente a la mayor amenaza en esta provincia: los artefactos explosivos improvisados (IEDS).
"QUIERES CORREGIRLES Y SE OFENDEN"
El brigada Quintas es el encargado de formar a los policías que deberán asumir la seguridad de la pista de aterrizaje del aeropuerto civil y militar de Qala-I-Naw, que ahora comparten con los militares españoles. Según explica, en esta tarea una de las mayores dificultades tiene que ver con cuestiones culturales: "A veces les llamas la atención con gestos y voces cuando quieres corregirles y se ofenden".
Ahora, han encontrado una solución a estos "problemas de entendimiento", los silbatos, para evitar malentendidos y "calentones" fruto de las diferencias culturales. "Aquí todos estamos armados, hay que tener mucho temple", recalca.
También ha tenido que hacer gala de mucha paciencia el comandante García-Santos, encargado del adiestramiento en limpieza de rutas. "Hay que simplificar mucho los procedimientos, porque si intentas enseñarle los nuestros al final no funciona", afirma. La clave está, a su juicio, en "echar muchas horas" y "adaptarse a la mentalidad afgana", con razonamientos "sencillos".
Por ejemplo, en lugar de enseñarles a establecer un perímetro de 25 metros de seguridad alrededor de un blindado, se les deja en diez. "Aunque muchos no saben contar, todos tienen diez dedos y así consiguen hacerlo", señala.
Los militares formados por el equipo del comandante García-Santos ya saben cómo descender de un vehículo y actuar ante la sospecha de IED, reconocerlo y señalizarlo, pero todavía no tienen conocimientos ni medios para la desactivación, para la que recurren a los militares españoles. "No tienen a nadie formado en desactivación", afirma, antes de añadir que tampoco cuentan con explosivos para la instrucción. Al menos les han hecho entender que el reconocimiento lo tiene que hacer una persona, para que si hay una explosión muera sólo un hombre.
GUARDIA CIVIL Y TRÁFICO
En las tareas de formación también está implicada la Guardia Civil, con un equipo de asesoramiento a la Policía Nacional afgana, que en estos momentos dirige el alférez Alvaro Gómez Flores y que cuenta con 24 agentes, entre ellos el equipo de seguridad, "fundamental" para garantizar su protección, del que es jefe el cabo primero Francisco Martínez.
Sus labores se centran en el asesoramiento en la sede de la Comisaría Provincial en Qala-i-Naw y en el Cuartel General de Tráfico de esta ciudad, al que acude como asesor el cabo primero Rafael Ramos, que afronta ahí una tarea muy complicada, en una ciudad en la que prácticamente nadie conoce ni respeta las normas más básicas de circulación. Se les enseña a elaborar atestados y cómo actuar ante accidentes, pero "les cuesta asimilarlo", explica.
No obstante, aseguran que los policías son "algo más avispados y más concienciados" que los militares afganos, a los que también superan en sueldo. "Yo me he llevado una sorpresa grata, tienen sus fallos y ves gente peor y mejor, pero por lo menos se lo toman en serio", afirma el alférez Gómez.
Mientras tanto, el cabo primero Martínez y el resto del equipo de seguridad dan protección a los asesores, convencidos de que les toca asumir el papel de "malos" para no correr riesgos. "No puedes darles confianzas, ni despistarte un segundo, aunque a veces te apetezca ser simpático con los chiquillos, porque al final se te puede ir de las manos", afirma.
Según explican, la "lección aprendida" tras la muerte de dos compañeros el 25 de agosto a manos del chófer del jefe de la Policía en Qala-i-Naw es que no puede darse en ningún momento un "abuso de confianza". "Los asesores hacen el papel de que les dan confianza, pero están tranquilos porque saben que nosotros no bajamos la guardia", insiste el jefe del equipo de seguridad.