Rusia cerró el año con el lanzamiento exitoso hoy de un misil intercontinental de emplazamiento terrestre RS-20B (SS-18 Satán, según clasificación de la OTAN), tras una serie de pruebas fallidas del nuevo misil Bulavá (Maza), con el que planea dotar a sus submarinos nucleares de última generación.
El cohete fue lanzado desde una unidad situada en la región de Oremburgo, en la parte europea del país, a las 09.30 hora de Moscú (06.30 GMT), según declaró a la agencia oficial Itar-Tass el portavoz de las Fuerzas Estratégicas de Rusia, coronel Vadim Koval.
El militar precisó que los preparativos, el lanzamiento y el vuelo del misil se efectuaron de acuerdo con el programa previsto y que las cargas que portaba el cohete impactaron en los blancos situados en un polígono en la península de Kamchatka, en el extremo oriente de Rusia.
El lanzamiento del SS-18 ha sido el segundo ensayo de un misil intercontinental ruso de emplazamiento terrestre en dos semanas: el pasado día 10 las Fuerzas Estratégicas rusas ensayaron un RS-12M Tópol, también con éxito.
Si bien estos lanzamientos de prueba de misiles rusos de emplazamiento terrestre se efectuaron sin contratiempos, no puede decirse lo mismo sobre los de los Bulavá.
Según la agencia Interfax, que cita datos no oficiales, de las doce pruebas realizadas con el nuevo misil, siete han resultado fallidas, lo que en su momento llevó a algunos expertos a cuestionar la conveniencia de continuar el desarrollo del proyecto.
Sin embargo, la creación de otro cohete no sólo significaría ingentes inversiones en el proyecto mismo, sino también la pérdida de los tres submarinos de cuarta generación "Boréi", uno de los cuales, el "Yuri Dolgoruki", ya fue botado y se encuentra en período de pruebas.
Estos submarinos nucleares fueron diseñados especialmente para portar los Bulavá.
En una entrevista publicada hoy por el periódico gubernamental "Rossiiskaya Gazeta", el ministro de Defensa ruso, Anatoli Serdiukov, aseguró que se construirá el cuarto sumergible de la serie "Boréi" y que el país no renunciará a los Bulavá.
"Será construido (el submarino) y nosotros no renunciaremos al Bulavá", enfatizó.
A comienzos de esta semana, el comandante en jefe de la Armada de Rusia, almirante Vladímir Visotski, declaró que las pruebas del Bulavá se reanudarán una vez que sean establecidas las causas de los ensayos fallidos, el último de los cuales fue efectuado el pasado día 11.
Al referirse a las causas de los lanzamientos fallidos del Bulavá, el titular de Defensa señaló que son "muchas, e incluyen la falta de disposición de las plantas productivas a hacer las cosas con exactitud".
"Además, hay asuntos relativos a la disciplina productiva. Alguien trata de sustituir unos materiales con otros, lo que tiene una serie de consecuencias", dijo el titular de Defensa.
Serdiukov se mostró convencido de que el Bulavá será un misil fiable, aunque admitió que los problemas con su puesta a punto no se resuelven tan rápidamente como él quisiera.
El misil R30 3M30 Bulavá-30 (SS-NX-30, según la clasificación de la OTAN, y RSM-56 en los tratados internacionales) es una versión naval del Tópol, misil con un alcance efectivo de 11.000 kilómetros y capaz de portar hasta seis cargas nucleares.
Rusia confía en que los Tópol y los Bulavá le permitan mantener la paridad nuclear con EEUU por lo menos durante los próximos cincuenta años.
Los militares rusos aseguran que esos misiles son capaces de burlar todos los sistemas de defensa hasta ahora conocidos.