Los países miembros de la ONU elaboran hasta fines de julio un tratado sobre control del comercio mundial de armas convencionales. Alemania exige que también se regule el comercio con armas de bajo calibre y municiones.
El comercio con armas es un negocio a prueba de crisis. Más de seis mil millones de dólares anuales ganan los fabricantes de armas con la venta de tanques, pistolas, balas y aviones caza. El mercado mundial entrega a dictadores y a sus partidarios lo que necesitan para reprimir al pueblo o para hacer la guerra. Un buen ejemplo en la actualidad es Siria. Bashar Al Assad logra mantener su régimen despótico sobre todo gracias a las exportaciones de armamento de Rusia.
La exportación de armas a Siria agudiza el conflicto armado en ese país.
Nada de exportaciones de armas a regiones en crisis o en conflicto, nada de permisos para exportaciones de armamento cuando con él se puedan violar los derechos humanos o cuando las exportaciones puedan obstaculizar la lucha contra la pobreza y el desarrollo económico: esas son las metas del tratado sobre control de comercio con armamento sobre el cual deliberarán los países miembro de las Naciones Unidas el 2 de julio en Nueva York.
“En la conferencia de la ONU en Nueva York, Alemania hará todo lo posible por lograr un Tratado sobre Comercio de Armas aplicable, efectivo y egalmente vinculante”, dijo Cornelia Pieper, ministra de Estado del ministerio de Relaciones Exteriores alemán a Deutsche Welle. Alemania es, después de EE. UU. y Rusia, el tercer mayor exportador de armamento, con una participación del 11 por ciento en el mercado mundial.
Alemania exige amplios controles
Cornelia Pieper, secretaria de Estado del Min. alemán de RR. EE. exige normas vinculantes para el control de armas.
“De esta conferencia esperamos que se elabore un acuerdo que regule, por primera vez en la historia de la ONU, el comercio internacional de armas convencionales”, señaló la experta en armamento de Amnistía Internacional, Katharina Spieß, elogiando “el rol positivo del ministerio alemán de Exteriores en las negociaciones preliminares”, que se llevaron a cabo en 2011.
Alemania se esforzará por lograr que “por primera vez se acuerden estándares mínimos legalmente vinculantes para la transferencia de armamento convencional”, se dijo desde el Gobierno de Berlín. En esencia, “se trata sobre todo de regular el acatamiento a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, de brindar garantías a la estabilidad regional y de tener en cuenta la situación en el país receptor”, explica el ministerio alemán de Exteriores. “El tratado sobre comercio de armas se extenderá a todo tipo de productos convencionales de guerra, en especial a armas de bajo calibre y livianas, así como a municiones”.
Varios puntos de desacuerdo
EE. UU., Reino Unido, Rusia, China y Francia consideran que el comercio de aramas es un derecho soberano.
Justamente ese último aspecto, el de las armas de bajo calibre y las municiones, es uno de los numerosos puntos inciertos de las negociaciones, que se extenderán durante semanas, admite Simone Wisotzki, de la Fundación de Investigación sobre Paz y Conflictos de Hesse, (HSFK, por sus siglas en alemán). Casi 900 millones de armas de fuego portátiles circulan por el mundo. Eso significa que hay una por cada ocho personas, incluyendo a los niños. El ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, las llamó alguna vez “las verdaderas armas de destrucción masiva”. Según Amnistía Internacional, muere una persona por minuto víctima de tiros de pistolas o escopetas.
Otro aspecto controvertido es “en qué medida se aplicarán criterios sobre derechos humanos y derecho internacional. O también la demanda acerca de que las armas no deben obstaculizar la lucha contra la pobreza ni el desarrollo económico”, explicó Wisotzki a Deutsche Welle. Después de todo, todavía no se aclaró lo que atañe a mecanismos de vigilancia. Es plausible que se cree una organización dentro de Naciones Unidas que se haga cargo del tema. Un tratado de esa naturaleza al menos ayudaría a la sociedad civil global a que se obligara a rendir cuentas a los Estados que exportaran en el futuro armas a países en situación de crisis.
Países exportadores pueden ablandar el tratado
La tecnología armamentística es la exportación más sobresaliente de Rusia.
Sobre todo los países occidentales instarán “a que este tratado sobre comercio de armas sea un acuerdo sólido desde el punto de vista humanitario”, subrayó Sabine Wisotzki. Sin embargo, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU dificultarán la concreción del acuerdo. EE. UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido se cuentan entre los mayores exportadores de armamento del mundo. “Esos países insisten en que el comercio de armamento es un derecho soberano de cada país. China se defiende del criterio acerca de los derechos humanos”, aclara la experta del HSFK. Y también EE. UU. juega, según su opinión, “un rol ambivalente”, sobre todo en cuanto a si las municiones y las armas pequeñas deben someterse también al control de las Naciones Unidas.
Katharina Spieß, de Amnistía Internacional, parte de que son justamente los países exportadores de armamento los más interesados en que se cree un derecho internacional unificado y vinculante. “Ya contamos con regulaciones a nivel regional para el control del comercio de armas. En la Unión Europea hay, desde el 2008, un “consenso conjunto” que prohíbe la exportación de armas a países en los que se violan los derechos humanos. Y también EE. UU. posee esas normas”, dijo la experta.
Alrededor de la mesa de negociaciones de Nueva York estarán presentes los 193 Estados miembros de la ONU, y solo se podrá llegar a un acuerdo a través del principio del consenso, y únicamente se cuenta con cuatro semanas para lograrlo, advierte Simone Wisotzki. Y apela a que, si a causa de la búsqueda de consenso, el tratado se diluyera tanto que “ya no fuese válido ni el papel en el que está escrito”, entonces los países occidentales no deberían firmarlo.
Autora: Mirjam Gehrke/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López