La planta aeronáutica de Ulan Ude, en la república de Buriatia, en Siberia, anunció de planes para reanudar la producción de cazas de asalto Su-25 (Frogfoot) para el Ministerio ruso de Defensa y la Corporación Aeronáutica Unida.
¿Cuál es la probabilidad de la empresa obtenga una licitación sobre el suministro de estos aviones para la Fuerza Aérea rusa? ¿Cuáles son sus ventajas y qué misiones pueden cumplir?
¿Planes reales o deseables?
El pasado mes de noviembre, el director general de la corporación industrial Oboronprom, Andrei Reus, anunció sobre la posible reanudación de la producción del Su-25 sin mencionar los plazos concretos.
Reus afirmó que el Ministerio de Defensa apoya este proyecto y añadió que “según los datos el mayor proveedor del armamento ruso al mercado internacional, Rosoboronexport, estos aviones tienen un alto potencial de exportación.
Sin embargo, en el marco del Programa federal de desarrollo de armamentos y material para 2011-2020 todavía no ha salido a la luz pública ninguna información oficial sobre los planes de adquirir nuevos Su-25.
Según las fuentes de la industria aeronáutica, el gobierno ruso no ha tomado la decisión definitiva sobre la reanudación de la producción del Su-25, por lo que las declaraciones de Reus sólo expresan el interés del fabricante y la Fuerza Aérea rusa por esos aviones.
Y son muchos los partidarios que apoyan esos planes. Aunque la producción en serie del Su-25 terminó en 1992, el caza sigue gozando de mucha aceptación entre los pilotos militares. Hoy en día, el Ejército de Aire ruso lleva a cabo la modernización de este avión de asalto.
Si la planta aeronáutica de Ulan Ude reanuda la producción de los nuevos Su-25, estos aparatos podrán emplearse para preparar a pilotos de la versión modernizada del Su-25 y cumplir otras misiones.
Por ejemplo, su tripulación puede asumir el mando de toda la escuadrilla de aviones de asalto Su-25 o su versión modernizada.
Con la instalación de nueva aviónica y armamento de alta precisión estos aparatos podrán batir objetivos tanto a corta como a larga distancia, de más de 20 kilómetros. En varias misiones, el nuevo Su-25 es capaz de sustituir cazas pesados supersónicos más sofisticados y costosos.
La posibilidad de adjudicación del contrato de suministro del Su-25 depende de varios factores. El Programa federal de desarrollo de armamentos y material para 2011-2020 prevé aumentar los gastos para renovar el armamento y material de las Fuerzas Armadas de 13 billones de rublos ($US419.300 millones) a más de 19 billones de rublos ($US613.000 millones) y esto, hace posible dotar el Ejército con material adicional, incluidos nuevos aviones de asalto.
Pero la planta aeronáutica de Ulan Ude produce principalmente los helicópteros y es posible que durante los próximos años tenga que cumplir numerosos contratos de suministro de estos aparatos para las Fuerzas Armadas de Rusia que esperan incorporar en sus arsenales 1.000 helicópteros nuevos y modernizados conforme al Programa federal para la compra de armamento.
Es poco probable que la planta sea capaz de fabricar helicópteros y aviones de asalto simultáneamente. Sin embargo, los conflictos armados de los últimos años demostraron que el Su-25 es uno de los elementos clave del potencial militar del Ejército ruso, y por está razón, es indispensable que la Fuérza Aérea tenga un número suficiente de estos aparatos en buen estado en el servicio activo.
El desarrollo y aplicación de los aviones de asalto ha tenido muchos altibajos
Los primeros aviones de asalto para misiones especiales aparecieron durante la I Guerra Mundial (1914 y 1918) como medio de apoyo aéreo al movimiento de las tropas y se cubrieron de gloria durante la II Guerra Mundial.
El avión soviético de asalto Il-2 fue uno de los aparatos más famosos de aquella época.
En el período de posguerra, el desarrollo de aviones de asalto para misiones especiales fue lento. Las Fuerzas Aéreas de las principales potencias mundiales apostaron por los cazas bombarderos multifuncionales que portaban armamento de varios tipos, incluido el guiado, y capaces de actuar de día y de noche en todo tipo de condiciones atmosféricas.
Los aviones de asalto resultaron demasiado costosos y se planteó la necesidad de reducir gastos militares. Así aparecieron aviones de asalto ligeros más baratos, creados, en su mayoría, a base de simuladores. Estos aparatos resultaron más vulnerables ante el fuego del adversario y se caracterizaron por su reducida capacidad de carga bélica.
Los helicópteros militares desarrollados en la década de los 60 tampoco pudieron sustituirlos.
La guerra en Vietnam (1964-1975) demostró que fue prematura la decisión de interrumpir el desarrollo de aviones de asalto para misiones especiales. Para complementar la falta de aviones de asalto, EEUU se vio obligado a utilizar aviones ligeros como los Cessna Т-37 Dragonfly y Douglas A-1 Skyraider desarrollados durante la II Guerra Mundial.
Lo que pasó fue que los nuevos cazas bombarderos resultaron incapaces de detectar y destruir objetivos terrestres de pequeñas dimensiones, debido a su alta velocidad de vuelo e insuficiente maniobralidad.
Además, el proceso de preparación para el vuelo llevaba mucho tiempo, factor que redujo su operatividad en misiones de combate de corta duración en tiempo y distancia.
Otro factor adverso era que la cabina de los pilotos y componentes vitales estaban fabricados del material no acorazado, por lo que eran vulnerables ante el fuego de fusiles y proyectiles de artillería de pequeño calibre.
En comparación con los cazas bombardeos, los aparatos más ligeros y manejables tipo Cessna Т-37 y A-1 Skyraider hacían posible detectar y destruir objetivos terrestres de pequeñas dimensiones.
La Unión Soviética llegó a la misma conclusión a finales de los 60, cuando los expertos en maniobras militares reconocieron que el caza subsónico MiG-17 a pesar de ser obsoleto, era el mejor avión táctico para apoyo directo a las tropas.
A finales de los 1960, la URSS y EEUU empezaron a desarrollar aviones de asalto para misiones especiales de nueva generación.
A mediados de la década de los 70, se inició la producción masiva del A-10 Thunderbolt II estadounidense y el Su-25 soviético.
Aunque estos aparatos no son semejantes desde el punto de vista de su aspecto y de características tácticas y técnicas, están desarrollados a base de un concepto común, es decir, un avión subsónico acorazado con excelentes características de maniobralidad y dotado con potentes sistemas de artillería, misiles y bombas.
Durante la guerra en Afganistán (1979-1989) el Su-25, pudo cumplir misiones de apoyo en las condiciones muy complicadas, y en consecuencia, pasó a ser el avión soviético de más demanda.
Los Su-25 realizaron con éxito ataques aéreos cuando los bombarderos supersónicos pesados no podían actuar sin riesgo de causar daño a las tropas de ambas partes o donde era arriesgado la utilización de helicópteros vulnerables ante el sistema de defensa antiaérea del adversario que incluía fusiles automáticos modernos calibre hasta 40 mm, ametralladoras y sistemas de antimisiles móviles.
El avión de asalto estadounidense A-10 probó su eficacia como instrumento de apoyo en 1991, durante la la primera guerra del Golfo Pérsico.
Nuevo estancamiento, nuevo renacimiento
Terminada la Guerra Fría a principios de los 1990, todos los países volvieron a frenar programas de desarrollo de muchos nuevos aparatos, incluidos aviones de asalto. Nuevo salto tecnológico hizo a los departamentos militares volver a apostar por el desarrollo de armamento de alta precisión, cazas bombarderos supersónicos y aviones ligeros a base de simuladores.
Los aviones de asalto tan sólo lograron restablecer su reputación en nuevos conflictos armados. En caso de Rusia, durante las dos campañas en Chechenia, la “Guerra de los Cinco Días” que estalló entre Rusia y Georgia en 2008, y otras operaciones militares en Asia Central. En caso de EEUU, los aviones de asalto tuvieron protagonismo en las guerras en Afganistán e Iraq.
Los aviones acorazados de apoyo directo a las tropas cumplieron numerosas misiones en todos los citados conflictos demostrando más eficacia que otros aparatos.
Por consiguiente, EEUU y Rusia decidieron modernizar sus aviones de asalto. Estos aparatos, cuyos principales características deben conservarse, se dotarán con un equipo más avanzado y numerosas armas de alta precisión.
Esta modernización se hizo posible debido a un salto tecnológico. Las dimensiones de la aviónica moderna se redujeron consderablemente durante los últimos 30 ó 40 años.
El avión de asalto modernizado conservará las características tradicionales de aparatos de este tipo y adquirirá la capacidad de actuar de día y de noche en todo tipo de condiciones atmosfércas.