Según el sitio de inteligencia israelí Debka, los últimos datos recogidos por la agencias de inteligencia de EEUU y Francia han supuesto un jarro de agua fría para las capitales occidentales y árabes que respaldan a la oposición armada siria. En primer lugar, los datos de inteligencia apuntan a una mejora en la capacidad combativa del Ejército sirio, que ha ganado experiencia en la lucha contra insurgencia contra los rebeldes. El Ejército también disfruta de una gran ventaja en lo referente al número de efectivos y el armamento.
Al mismo tiempo, otras milicias pro-Assad, como la Sabiha, las milicias sunníes de Alepo o las kurdas aliadas de Assad, han mejorado también su capacidad de combate y colaboran con las fuerzas armadas de forma efectiva.
Por otro lado, el sitio israelí indica que EEUU había construido sus estimaciones políticas sobre Siria sobre la base de la existencia de una fuerza rebelde de 70.000 hombres, pero el número real, según las agencias de inteligencia, es de menos de 30.000, cifra, sin embargo, considerada exagerada por otras fuentes, que la rebajan aún más hasta los 15 ó 20.000 combatientes. De éstos, unos 3.000 serían miembros de grupos vinculados a Al Qaida.
A esto hay que añadir que el alto número de bajas sufridas por los rebeldes y que tiene su reflejo en los videos que muestran un gran número de cadáveres de insurgentes caídos durante los combates. La inexperiencia visible de algunos rebeldes, enviados al combate con un entrenamiento mínimo en Turquía, la táctica de ataques en masa contra posiciones militares (como en Hula o Maarat al Numan) y los ataques aéreos contra posiciones insurgentes contribuyen a elevar la cifra de bajas.
Las estimaciones apuntan a que al menos un centenar de rebeldes puede quedar fuera de combate (muertos, heridos o prisioneros) cada jornada en los distintos frentes. Por otro lado, las fuerzas de la oposición armada sufren de fuertes divisiones internas.
Además, los países occidentales temen proporcionar a estas fuerzas armas avanzadas debido a que ellas caerían probablemente en manos de Al Qaida, que podría utilizarlas en otros escenarios, como Europa o África, o en todo caso en las del Ejército sirio, que se incauta del armamento de los rebeldes muertos, capturados o huidos.
Estos nuevos datos han obligado a revisar las estimaciones de Washington que hablaban de que Assad “no puede durar más de seis meses en el poder” frente a la ofensiva rebelde. Expertos norteamericanos también admiten ahora que el balance global de poder, y no solo las cifras, ha cambiado en favor del régimen de Assad, que puede ir incrementando su fuerza y solidez en los próximos meses.