Por Alberto Salazar Gutierrez
Islamabad, 22 may (PL) La restauración de las líneas de abastecimiento a las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) acantonadas en Afganistán pudiera verse entorpecida por los transportistas pakistaníes, quienes exigen el pago de adeudos atrasados.
Cortadas desde el pasado 26 de noviembre en respuesta a un ataque aéreo de la alianza atlántica a puntos de control en la frontera con el vecino país, las rutas siguen cerradas debido principalmente a la incapacidad de las partes para acordar las tarifas que regirán las operaciones de transportación.
En la recién concluida cumbre de la OTAN en Chicago, el presidente Asif Ali Zardari pidió a Estados Unidos y sus aliados cinco mil dólares por cada camión que pase por territorio pakistaní en lugar de los 250 que estaban pagando hace seis meses, pero a los clientes la suma les pareció abusiva.
La cuestión quedó sujeta a nuevas negociaciones, pero aun cuando el regateo llegue a feliz término e Islamabad ordene reabrir las carreteras hacia Afganistán, otro elemento pudiera obstaculizarlas.
"Nos deben siete meses y solo regresaremos al trabajo cuando nos paguen, sin contar con que el Gobierno debe garantizar nuestra seguridad: en cada viaje a Afganistán estamos jugándonos la vida", dijeron a medios de prensa en la sureña ciudad de Karachi conductores de varios camiones-cisterna.
En el más importante de los puertos pakistaníes duermen miles de contenedores con el emblema de la OTAN, varios tanqueros y de tres mil a cuatro mil camiones, solo a la espera de que "los de arriba" se pongan de acuerdo. Y de que le paguen sus honorarios atrasados.
El conflicto entre las empresas contratistas y transportistas a ese respecto amenaza con convertirse en un segundo, pero no menos importante, escollo para el flujo de suministros a las fuerzas ocupantes de Afganistán.
"El Gobierno pidió a los contratistas recolocar los bienes de la OTAN en los puertos de Karachi y Qasim, pero todo ha quedado sobre papel y los camiones siguen varados en las terminales", lamentó el presidente de la Asociación Pakistaní de Transportistas de Mercancías (PGTWA), Haji Khan Niazi Dil.
Las empresas contratistas también se niegan a honrar los pagos atrasados alegando que el bloqueo de las rutas a Afganistán no es su culpa, lo cual hace más desesperada la situación de cientos de transportistas que compraron sus camiones a plazos y ahora no pueden realizar los depósitos, explicó.
La posición de los afiliados a la PGTWA es sencilla: "los de arriba" podrán o no ponerse de acuerdo sobre las tarifas por camión, pero ellos solo se montarán en los suyos cuando les paguen lo que les deben.
También está el tema de la seguridad: atravesar Pakistán de sur a norte y, sobre las inflamables regiones tribales limítrofes con Afganistán, no tiene precio. Máxime cuando los talibanes advirtieron que si las líneas de suministro a la OTAN se reabren, atacaran los convoyes como nunca antes.
"Si ya antes decenas de nuestros compañeros dejaron el pellejo en el empeño, ahora podría ser peor. El Ejército, el Ministerio del Interior, el Gobierno, deben garantizar nuestra absoluta seguridad porque ningún dinero paga la vida", dijeron miembros del gremio de camioneros.
La guerra en Afganistán no marcha precisamente sobre ruedas. Y los transportistas pakistaníes no parecen muy entusiasmados con encarrilarla a costa de que las agujereen las suyas y, de contra, no les paguen o les paguen mal.
Un simple detalle que Islamabad y la OTAN deberán tener en cuenta cuando se sienten a renegociar la reapertura de las controvertidas rutas.
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