El 24 de mayo de 2010, The Guardian (Gran Bretaña) publicó un documento altamente confidencial desclasificado por el gobierno sudafricano. El documento, de 1975, revela un acuerdo militar secreto firmado por Shimon Peres, entonces ministro de Asuntos Exteriores israelí (y hoy Presidente de Israel) y el ministro de Defensa de Sudáfrica P.W. Botha. Israel se ofreció a vender al régimen de apartheid armas de destrucción masiva, incluidas armas nucleares, químicas y armas convencionales para destruir y derrotar a millones de personas que integraban el movimiento de resistencia africano. Los presidentes de las principales asociaciones judías estadounidenses [organización conocida en inglés como Conference of Presidents of Major American Jewish Organizations] han puesto inmediatamente en marcha la maquinaria de la mentira y han alegado que el acta oficial de la oferta nuclear israelí y el importante acuerdo sobre relaciones militares entre ambos regímenes de apartheid no fueron más que una “conversación” (sic) y que Israel no “hizo oferta alguna” [1].
A continuación, sin pestañear, los apologistas de Israel han pasado a contradecirse a sí mismos especulando acerca de que un acuerdo nuclear no habría tenido la aprobación del primer Ministro Yitzhak Rabin (Daily Alert, 25 de mayo de 2010). Los documentos los descubrió un académico estadounidense, Sasha Polakow-Suransky, en los archivos sudafricanos y se han publicado en este libro: The Unspoken Alliance: Israel’s Secret Alliance with Apartheid South Africa [La alianza no verbal: la alianza secreta de Israel con el apartheid de Sudáfrica]. Al parecer, el régimen israelí considera que los documentos son algo más que una “conversación”, ya que presionó al gobierno post-apartheid de Sudáfrica para que no los desclasificase[2].
La oferta nuclear israelí y la solicitud de Sudáfrica se llevaron a cabo en una época en que emergía la lucha popular en todo Sudáfrica, desde Sharpeville a Soweto, incluida la resistencia armada y el inicio del boicot internacional. Sudáfrica amplió su ofensiva militar invadiendo Angola donde fue derrotada por un ejército cubano-angoleño. Como resultado, se afrontó problemas para comprar armas mortales de destrucción masiva que no sólo decapitasen la dirección del movimiento de liberación de Sudáfrica, sino que destruyesen sus bases populares y a sus aliados nacionales. Israel estaba dispuesto a servir de cómplice a una solución nuclear.
Las implicaciones genocidas de la oferta nuclear de Israel
La mayoría de los comentaristas y críticos liberales que analizan la oferta israelí de suministrar a la Sudáfrica del apartheid ojivas nucleares se han centrado exclusivamente en el “comportamiento irresponsable” de Israel por violar el tratado de no proliferación [3]. Para otros, este asunto no es más que un bochorno para el Estado judío habida cuenta de la proximidad de la Cumbre sobre no proliferación (junio de 2010) [4].
Muy pocos, por no decir ninguno, ha planteado la grave cuestión moral y política de las profundas consecuencias humanas que se derivan de esta complicidad en un ataque nuclear genocida contra millones de africanos. Se trata de la responsabilidad moral de Israel si Sudáfrica hubiera aceptado el ofrecimiento del Estado judío, y hubiera comprado las cabezas nucleares, y enviado una lluvia de misiles sobre millones de africanos que exigían libertad. Uno puede preguntarse si la complicidad en un acto de genocidio potencial está sujeta a un tribunal de crímenes de guerra, de la misma manera que los fabricantes industriales alemanes de gas venenoso para los prisioneros de los campos de concentración fueron llevados a juicio en Núremberg por complicidad en los crímenes de guerra del Estado nazi [5].
Si el ofrecimiento de Israel de suministro de misiles nucleares se hubiera llevado a efecto hubiera conducido probablemente a bombardear barrios de chabolas, campos de refugiados en las fronteras y millones de viviendas sudafricanas, a matar a centenares de miles de personas y a irradiar a muchas más causándoles una muerte lenta y dolorosa. Destruir una resistencia popular masiva con armamento nuclear, en este caso a través de la acción deliberada de dos regímenes racistas, es algo más que un “crimen de guerra”, constituye un monstruoso crimen contra la humanidad.
La defensa del sionismo estadounidense de la alianza militar de Israel con la Sudáfrica del Apartheid y su apoyo a éste, ofendió profundamente, más que cualquier otro factor, a los afro-americanos que la conocían y agrió las relaciones amistosas entre los judíos y los negros de Estados Unidos.
Por otro lado, Israel no tuvo reparos en estrechar sus lazos militares y económicos con la Sudáfrica racista[6], una relación respaldada por los dirigentes empresariales sionista de Johannesburgo.
Por qué Israel ofreció bombas nucleares a Botha
La decisión de Israel de ofrecer misiles nucleares a Sudáfrica se basó en consideraciones comerciales, políticas e ideológicas. Sudáfrica respaldo rotunda e incondicionalmente a Israel en las invasiones de los países árabes y en su ocupación de Cisjordania y Gaza. Por encima de todo, simpatizaba con un régimen de asentamiento colonial que le era afín en un momento en que Israel era condenado por Naciones Unidas, por la mayor parte de Europa y por los países de reciente independencia poscolonial. Dos Estados parias que tenían un montón de enemigos comunes y necesitaban apoyarse mutuamente ante el rechazo internacional a los regímenes coloniales.
En segundo lugar, los dos compartían una afinidad ideológica basada en una ideología racial arraigada en la creencia bíblica del pueblo elegido por el poder divino como pueblo superior. El judaísmo y el cristianismo arraigados en la preeminencia étnica legitimaban el dominio sobre los negros y los árabes. Igualmente fueron importantes las ventas de armas y servicios de asesoramiento militar de los sectores exportadores líderes de la economía israelí y la columna vertebral de sus sectores de fabricación, tecnología y comunicaciones. La confederación sindical Histadrut, el sindicato racista-sionista, estaba profundamente arraigado entre los trabajadores de la industria de guerra y fue un defensor de la venta de armas a Sudáfrica. Uzis israelíes [7] apoyaron la capital blanca y reprimieron a los trabajadores negros especialmente en las minas.
El papel central de la izquierda obrera sionista en la oferta de armas nucleares Contrariamente a las suposiciones de muchos izquierdistas gentiles y judíos, liberales y progresistas que atribuyen todos los crímenes de Israel contra los palestinos a los neo-conservadores o al "Likud" o a los partidos de la derecha religiosa, los autores y partidarios de vender armas nucleares a Sudáfrica eran los líderes del Partido Laborista. Shimon Peres (ministro de Defensa) y Yitzhak Rabin (primer ministro) fueron las principales figuras que participaron en el acuerdo nuclear. Todas las primeras guerras de conquista israelíes, las expulsiones masivas de palestinos y la construcción del arsenal de armamento nuclear de Israel se llevaron a cabo bajo los auspicios del Partido Laborista. Este último nunca faltaba a la retórica socialista (es miembro de la Internacional “Socialista” (sic)), ni a los discursos anti-racistas cuando la ocasión lo requería, pero nunca perdió la oportunidad de vender armas convencionales a un dictador latinoamericano (Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Ríos Mont en Guatemala), u ofrecer armas nucleares a un régimen brutal de Sudáfrica bajo el asedio de su mayoría negra.
El papel central del Partido Laborista israelí en el ofrecimiento de una solución nuclear al régimen de minoría blanca demuestra que todos los partidos políticos más importantes de Israel son capaces de seguir una política genocida si sirve a sus percepciones de los “intereses judíos”. El papel dirigente del Partido Laborista confirma la idea de que no hay diferencias básicas entre la izquierda israelí y la derecha cuando se trata de cometer crímenes contra la humanidad. El sistema de creencias que subyace es que el Pueblo Elegido está exento de las leyes contra los crímenes de guerra.
Revelación nuclear: reacciones de las principales organizaciones judías-estadounidenses
Los Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Americanas, fieles a su papel de incondicional correa de transmisión del Estado de Israel, sostienen que Israel no ofreció armas nucleares a Sudáfrica, han negado las pruebas documentales y previsiblemente se negarán a condenar la complicidad de Israel con las implicaciones genocidas de atacar con armamento nuclear a millones de activistas del movimiento de liberación africano[8]. Una de las principales organizaciones sionistas, la Liga Antidifamación, tuvo de hecho una dilatada relación con los servicios secretos de Sudáfrica, contratando agentes privados para recabar información y espiar al movimiento anti-apartheid durante los años 80[9].
La mayor parte de los medios de comunicación influenciados por el sionismo, incluyendo The New York Times, CBS, NBC, Fox, CNN y The Washington Post han bloqueado la noticia, como si la complicidad de Israel en un plan para bombardear a millones de africanos no fuese digna de publicación, por no decir, objeto de la más extrema condena. Seamos claros acerca de por qué este crimen, comparable con el Holocausto, no fue consumado. No se debió a una influencia de las tradiciones morales hebreas o a la “culpa judía”, ni siquiera a la indecisión por temor a posteriores protestas en todo el mundo. La venta de armas nucleares israelíes no se llevó a cabo porque, según informes oficiales de Sudáfrica, esta última decidió no seguir adelante con la compra, sino adquirir armamento “convencional” israelí[10].No hay una explicación definitiva de por qué la industria de guerra nuclear de Israel perdió la venta, pero existen varias explicaciones posibles: desde el alto precio que el Estado judío pedía, hasta el temor de que el uso de armas nucleares pudiera emitir radiaciones tanto a los blancos como a los negros. Los “daños colaterales” a la población racista blanca pudieron haber intervenido para que el régimen de apartheid se replanteara su compra.
Seamos claros: la complicidad de Israel en esta empresa de genocidio nuclear fue libre y sin presión alguna. De hecho, el Estado judío, en la mejor tradición de la mercería nazi, ofreció al Estado racista elegir entre tres “modelos” de armas: nucleares, químicas o convencionales. ¡Llévense el modelo que deseen porque todas ellas encajan perfectamente para proteger al usuario de mayores molestias por parte de la mayoría de negra!
Dada la enormidad de este crimen de complicidad, es sorprendente que los sionistas e incluso la mayoría de los medios de comunicación y portavoces anti-sionista hayan prestado tan poca atención a este crimen contra la humanidad. Una mención aquí, un comentario allá, pero nada más. Lo más probable es que si el acto genocida se hubiera llevado a cabo, la indignación moral se hubiese centrado exclusivamente en... los sudafricanos y no en sus proveedores de armas y cómplices antes del acto.
Cómo se explica que la gran mayoría de judíos sionistas estadounidenses que están jugando un papel destacado en defender y disculpar a Israel por ofrecer armamento nuclear a la Sudáfrica racista sea de clase acomodada, profesionales bien educados, empresarios, científicos, académicos, gente de los medios, etc.? Muchos son respetables miembros de familia y de mentalidad cívica. La mayoría se consideran liberales, defensores del medio ambiente y de los programas sociales. Algunos incluso hablan favorablemente del “socialismo democrático”. Sin embargo, son los mismos individuos que están dispuestos a apoyar y pedir disculpas por un régimen que estuvo dispuesto en el pasado a aportar los medios para irradiar a millones de africanos, a atacar hoy con armamento nuclear a los iraníes y a masacrar a un montón de humanitarios pacíficos en alta mar.
La clave de esta aparente “contradicción” es la capacidad de los judíos proisraelíes de compartimentar, por un lado su trabajo profesional, su vida familiar y su actividad cívica y, por otro, su compromiso obsesivo con los crímenes de guerra israelíes y sus patologías genocidas. Se trata de triunfadores respetables con altas aspiraciones que mantienen un compromiso intenso e irracional hacia un Estado relacionado con crímenes contra la humanidad. Un compromiso voluntariamente aceptado y con pleno acceso a los conocimientos y a la información relativa a las consecuencias mortales de los actos del Estado judío. Actos sancionados al más alto nivel del Estado de Israel y aprobados por los miembros más prominentes de las principales organizaciones judías.
Algunos judíos liberales críticos con Israel se ofenden con los críticos gentiles y judíos antisionistas acusándoles de “meterse con Israel”. Se trata de una evasión deliberada a sabiendas de que muchos de estos mismos críticos denuncian también actos criminales en todo el mundo. Sin embargo, hay razones por las que Israel merece una atención especial. Es el único Estado que ofrece armamento nuclear a un régimen racista para destruir un movimiento de liberación, o mejor dicho a todo un pueblo. Israel es el único país que cerca a toda una población, 1,4 millones de palestinos en Gaza, que bombardea y destruye sus recursos acuíferos, sus alimentos, sus casas… Israel es el único país que hace una carnicería con docenas de pacifistas en aguas internacionales. Más aún, Israel junto con sus sionizados partidarios del gobierno de Estados Unidos, son los dos únicos regímenes que amenazan abiertamente con lanzar una guerra nuclear de destrucción masiva contra 72 millones de iraníes.
Dado lo que sabemos sobre la complicidad nuclear de Israel con Sudáfrica esto no es pura especulación. El precedente de colaboración con Sudáfrica en la propuesta de atacar con armas nucleares a millones de africanos sin ninguna clase de escrúpulo moral, convierte a Israel en la mayor amenaza nuclear de Oriente Próximo.
La cuestión de la venta de armas nucleares israelíes a Sudáfrica no se puede plantear tan solo como un incidente histórico de interés académico. Algunos sionistas liberales podrían decir “después de todo, Israel en realidad no suministró los misiles nucleares y los sudafricanos no atacaron con armas nucleares a los negros”… Más aún, la misma mentalidad sionista israelí y estadounidense que amenaza con utilizar armas nucleares contra Irán, especialmente evidente en los desvaríos de la secretaria de Estado Clinton, exhibe la misma tendencia del pasado a vender armas nucleares como medio de resolver conflictos. Peor aún, Israel y sus seguidores sionistas estadounidenses han inculcado la misma indiferencia moral ante el genocidio entre vastos sectores de su audiencia cautiva de los medios de comunicación y de sus dirigentes colonizados del Congreso estadounidense y de la Casa Blanca. No hay más que echar un vistazo a las noticias de cómo Clinton desestimó la resolución diplomática de Turquía, Brasil e Irán sobre el intercambio de uranio enriquecido[11]. Clinton insiste en seguir adelante con las sanciones porque quienes le pagan, dirigidos por partidarios ultra del “Israel primero” como Haim Saban, exigen que Irán, en el mejor de los casos, sea puesto de rodillas y, si es necesario, atacado con armamento nuclear[12]. Clinton sabe que nuevas sanciones destruirán el compromiso negociado, aunque sea en los mismos términos propuestos por Estados Unidos hace unos meses. Un compromiso que Israel nunca ha aceptado, e insiste ahora, a través de todas y cada una de las principales organizaciones judías, en que Estados Unidos debe sabotearlo a través de nuevas y severas sanciones.
A pesar de que Clinton afirme un “consenso” sobre nuevas sanciones, Rusia, China, India, la Liga de Estados Árabes, e incluso Francia, han alabado públicamente el acuerdo diplomático entre Irán, Turquía y Brasil [13]. Sólo los aduladores británicos, infestados ellos mismos por parlamentarios sionistas en eventos para recaudar fondos, han acatado la línea de Clinton y Obama. La cuestión es si la configuración del poder sionista estadounidense encabezado por Rahm Emmanuel y Hilary Clinton, garantizará las sanciones por encima de los deseos de los gobiernos que representan a dos tercios de la humanidad.
La política de genocidio nuclear por intermediación de Estados Unidos que propulsa Israel hacia Irán, la ejecutan sus quintacolumnistas operando desde las primeras posiciones del Departamento de Estado, del Consejo de Seguridad Nacional, del Congreso y, sobre todo de la Casa Blanca. Recordemos y no olvidemos nunca que la voluntad de Israel de proporcionar armas nucleares a Sudáfrica tiene una relevancia extraordinaria cuando instan a nuestros serviles responsables políticos a que se conviertan en autores de genocidio nuclear contra más de 70 millones de iraníes. Con la Sudáfrica racista, Israel ayudaba a un aliado racista y obtenía un beneficio. Con Irán, pretende destruir a un adversario de su opresión colonial. Hoy, 30 de mayo de 2010, los sionistas estadounidenses defienden el escuadrón de la muerte israelí que ha ametrallado a 600 pacifistas, humanistas, ganadores del Premio Nobel, asesinando a 20 e hiriendo a docenas de ellos en aguas internacionales. Ambos hechos —la política nuclear de Israel y su masacre en alta mar—, así como su defensa por parte de los sionistas estadounidenses, son actos de depravación moral. Cuanto antes se libre de armamento nuclear y se desmilitarice Oriente Próximo —es decir, Israel— y cuanto antes se des-sionice Estados Unidos, más seguro será el mundo.
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