El Dos de Mayo: La carga de los mamelucos
Pongamos que yo tengo mucho dinero. Usted me pide que le preste un millón de euros para un negocio que tiene entre manos, prometiéndome que me lo devolverá en cinco años a cambio de un interés del 5% (mi beneficio). Yo me informo sobre la capacidad que tiene Vd. de devolvérmelo y de pagar los intereses. Su idea de negocio me gusta; además, la conozco bien, porque es al que yo me dedico: prestar dinero, así que estoy en inmejorables condiciones para calibrar el riesgo que corro. Después de estudiarlo –un millón de euros es un millón de euros- considero que sí, que Vd. va a poder cumplir; así que firmamos un contrato y le doy un cheque por un millón de euros.
Por desgracia, su negocio no marcha como Vd. creía y al poco tiempo resulta que sus deudores no le pagan y que los bienes que le habían presentado como garantía valían mucho menos de lo que parecía (pero hombre, ¿no los había tasado Vd. mismo?) Deja de pagarme algunos plazos. Yo debería aplicar el contrato que firmamos, demandarle en el Juzgado reclamándole todo el dinero que le falta por pagar más los intereses que hayan corrido. El Juzgado le embargaría a Vd. sus bienes y los subastaría para reunir el dinero que me debe. Claro que, probablemente, sólo conseguiría cobrar la mitad de la deuda y perdería el resto. Por lo visto, me arriesgué demasiado al confiar en su sentido del negocio y voy a perder medio millón de euros. La verdad es que se me pasó por alto el detalle de que yo le prestaba a Vd. a cinco años para que Vd. prestara mi dinero a cuarenta años. Cosas que pasan.
Como Vd. no quiere que yo le demande, porque no quiere quedarse sin bienes, Habla con el alcalde de su pueblo, que son muy amigos: Oye alcalde, mira lo que me pasa, que tengo un problema temporal de liquidez –pecata minuta- porque mis deudores se retrasan en el pago y los acreedores me están apretando. ¿Tú podrías hacer que me avale el Ayuntamiento? No te cuesta nada, con que me avales todo resuelto. Por cierto, ¿te acuerdas del dinero que te prestépara el chalet de Marbella?, nada, hombre, tú no te preocupes. Y he pensado que tu yerno me está trabajando tan bien que le voy a subir el sueldo, nada hombre, se lo merece. Ahora que me acuerdo, a ver si hablas con el interventor del Ayuntamiento, que es que me está preguntando por las facturas esas de la empresa de mi primo, sí hombre, las de tu campaña electoral, te acuerdas, ¿no? Es que el hombre parece que no se entera. Imagínate si sale en los periódicos. Es una tontería, claro, pero ya sabes cómo es la gente.
Su alcalde le dice a Vd. que por supuesto, hombre, para eso estamos y, de paso, la policía municipal encuentra medio kilo de coca en el maletero del Peugeot 206 del interventor, que ya es casualidad. El alcalde sale en la radio local (subvencionada por el Ayuntamiento) diciendo que Vd. es un empresario ejemplar, que su empresa va de puta madre y que el Ayuntamiento está tan seguro, que le avala, que nadie se preocupe, que el pueblo responde por Vd. La verdad es que el alcalde no tiene mucha idea del negocio en el que Vd. anda metido, pero, vaya, si no se fía de lo que Vd. le dice, ¿de quién se va a fiar?
Como yo sé que no soy el único al que Vd. debe dinero, no sé si fiarme, y soborno a su contable para que me diga algo sobre sus cuentas. El contable me dice que no me haga ilusiones, que de cobrar la mitad de la deuda, nada, que con el diez por ciento me puedo dar con un canto en los dientes. Así que, visto que demandarle no me sirve para nada, hablo con la alcaldesa de mi ciudad, que es más grande que su pueblo, por cierto, para que quede con su alcalde en algún sitio turístico y hablen de lo mío.
Después de hablar con mi alcaldesa, su alcalde anda algo preocupado, pero sus asesores encuentran la solución. Mira, te compro la empresa por un euro: tú te quedas como estabas antes de empezar toda esta historia, te damos una indemnización de 100.000 euros por lo bien que lo has hecho, y el Ayuntamiento se queda con tus deudas, ¿te parece bien? A Vd., claro, le parece cojonudo.
Usted se va a su casita de Miami a relajar el estrés y su alcalde contrata un contable de la empresa de un cuñado suyo, que es de confianza (el interventor está en la cárcel acusado de narcotráfico) para que revise las cuentas de su empresa, a ver si puede rebajar algo la deuda, que seguro que no es para tanto. Pero el contable se encuentra con que, efectivamente, Vd. debía más millones a otra gente de la ciudad y, vaya por Dios, ahora es el Ayuntamiento el que los debe. Bueno, no importa: metemos algo de dinero del presupuesto y sacamos la empresa adelante, que hasta nos va a dar beneficios en cuatro días, según dice el alcalde por la radio local.
Pero el alcalde no había caído en que, cuando las últimas elecciones habían hecho una casa de la cultura que iba a ser la hostia (para que los del pueblo de al lado se muriesen de envidia) con el arquitecto ese amigo del secretario, que cobró una pasta; bueno, también está lo del metro a la era, que también salió más caro de lo que pensábamos, aunque mereció la pena, joder, porque ser el único pueblo que vas a la era en metro da mucho prestigio. Vale, aún estamos pagando el crédito, pero merece la pena. Además, con lo que sobró por ahí pagamos los carteles de las elecciones, a la empresa de publicidad y el Audi que quería la mujer del alcalde. Bueno, también está y la subvención al grupo de teatro, que era obligada, que luego los de la ciudad dicen que en el pueblo no defendemos la cultura.
Mi alcaldesa ve todo esto con cierta preocupación, porque está viendo que, si su alcalde no afloja la mosca, mis socios y yo le vamos a decir a ella que la próxima campaña electoral se la paga Rita y, eso, no. Así que vuelve a quedar con su alcalde en otro sitio turístico y le dice que ya puede ir sacando la pasta de donde le parezca pero que, o paga o le manda a unos kosovares que ella sabe que hacen trabajitos finos. Por suerte, a Vd. todo esto ya se la refonfinfla, porque sigue en Miami con dos pedazo mulatas.
Así que su alcalde se junta con los concejales y descubre que hay un montón de sitios de donde sacar dinero para pagarnos a mí y a mis colegas: vamos a ver, ¿para qué coño queremos un ambulatorio en el pueblo? Hasta hace cuatro días nos apañábamos con don Justino, el practicante, y tan felices que estábamos, ¿no? ¿Y el colegio? Pero si aquí nunca hemos tenido colegio, ¿qué pasa, que necesitamos un maestro para que enseñe a los críos a segar la cebada? ¡Vamos, no jodas! Fuera, fuera. Y los de la basura… pero si antes pasaba el tío Nicasio con el carro mulas y todo iba de puta madre, y además servía de abono. Fuera. Y mira todo lo que se ahorra en personal. Por cierto, hablando de personal, vamos a despedir a los dos administrativos y al pregonero. MI otro yerno ha montado una gestoría y nos hace el trabajo por sólo el triple de lo que pagábamos a esos parásitos de mierda. La fuente de la plaza: en el pueblo de al lado han puesto una modernísima, que va con monedas, si es que parecemos gilipollas, joder, ¿qué es eso de que la gente ponga el morro y beba gratis? Por cierto, ahora que hemos vuelto al carro mulas, ¿por qué no ponemos un impuesto a la alfalfa? De ahí nos sacamos unos euros también, y controlados, que como se la tienen que pagar al primo del teniente alcalde… Y, como las mulas se tiran un montón de pedos y contaminan un huevo, vamos a poner una tasa ecológica y también sacamos algo y, además les callamos la boca a los ecologistas, que mira que rajan. Esto hay que decirlo en la radio, para que la gente se cabree con los de las mulas y los ecologistas nos apoyen. Y ¿los de las tiendas? cada vez pagan menos impuestos los cabrones. Dicen que es que, como la gente no tiene curro, gasta menos. ¡Ya! Lo que hay que hacer es subirles los impuestos, para que sean solidarios y compartan con el pueblo toda esa pasta que ganan, que aquí todos tenemos que hacer sacrificios, que no se crean que el Ayuntamiento les va a seguir pagando los vicios.
¿Y la policía local? ¡Ah, sí!, joder, ahí hay que convocar plazas nuevas que, como ahora la gente tiene mucho tiempo libre, andan mucho por la calle y le insultan a mi señora cuando se la encuentran en la plaza. Hay que tenerlos a raya. Vamos a sacar una ordenanza para que los municipales puedan detener a los paisanos si hay más de tres en el bar al mismo tiempos. Que es que, como son unos vagos que no les sale de los cojones trabajar, se juntan, hablan y, se les ocurren muchas gilipolleces, que parece que se creen que el pueblo es suyo.