Tras el sismo ocurrido en Japón el 11 de marzo, los científicos italianos y estadounidenses establecieron que el eje de la Tierra sufrió una desviación de entre unos 10 y 20 centímetros.
En realidad, esta desviación no es muy relevante ya que la norma incluye oscilaciones de 3 a 10 metros. En cambio, hay otro motivo de alarma: nuevas sacudidas subterráneas amenazan a la región, según advirtieron sismólogos durante la conferencia de prensa “Terremoto y tsunami en Japón” celebrada en RIA Novosti.
Los científicos dicen que por ahora es difícil determinar la localización exacta y la fuerza de nuevos temblores de tierra. En teoría, el próximo terremoto debe ser más débil que el sismo ocurrido el pasado 11 de marzo de 9 grados de magnitud, que según el vicepresidente de la Comisión Sismológica Europea Alexei Zaviálov, ya está entre los cinco más fuertes de los incluidos en un registro que data desde el año 1900.
Sin embargo, los sismólogos no dudan de la inminencia de nuevos temblores. Ni la sacudida más fuerte del 11 de marzo ni las siguientes réplicas, que fueron unas 400, consiguieron liberar la energía subterránea acumulada.
Esto significa que habrá que esperar nuevos estremecimientos de tierra. “Las réplicas continuarán durante mucho tiempo”, - pronostica Peter Koltermann, jefe de la unidad de tsunamis de la Comisión Oceanográfica de la UNESCO. Habrá que mantener alerta por posibles réplicas durante un año ó año y medio, según diferentes evaluaciones.
Tormentas geomagnéticas y terremotos
Tanto el sismo ocurrido en Chile el año pasado como el del pasado 11 de marzo en Japón se produjeron casi simultáneamente con tormentas geomagnéticas.
La última erupción solar significativa fue registrada justo el 10 de marzo. Estos fenómenos naturales coinciden en el tiempo en unos 45-50% de los casos, recordó el director del laboratorio de monitoreo sísmico del Instituto de Geoecología ruso Alexander Zhigalin.
El campo magnético de la Tierra está cambiando constantemente provocando a su vez cambios en la litosfera. Las rocas se comprimen y se expanden. Se crea el “efecto piezoeléctrico”: basta con un mínimo desplazamiento de las rocas para que empiece el terremoto que llevaba mucho tiempo gestándose, explica el experto.
Zaviálov no descarta que las tormentas geomagnéticas puedan influir en el número de los fenómenos sísmicos pero subraya que no es del todo correcto hablar de una relación directa entre las tormentas y la fuerza de los terremotos.
La culpa no es sólo de la naturaleza
Andrei Lukashov, catedrático de la Facultad de Geografía de la Universidad Estatal de Moscú considera que las empresas constructoras también tienen cierta responsabilidad en la tragedia ocurrida en Japón.
Durante muchos años en el país se elevaban edificios resistentes a los sismos de magnitud máxima de 7 grados en escala de Richter. Parte de las centrales nucleares en Japón están construidas de acuerdo con estas normativas. “El umbral de magnitud fue rebajado”, - señala Lukashov explicando que la elevación de edificios de mayor resistencia sísmica tiene un costo mucho más alto.
“En esta región costera de Japón no se puede construir nada importante”, - continúa el catedrático. Cualquier manual serio especifica que “las costas niponas pueden sufrir tsunami de 10 metros de altura”. Estos cataclismos ocurren una vez cada 50 ó 100 años alcanzando las olas una velocidad de 200 metros por segundo (cruzan el Océano Pacífico entre 10 y 20 horas).
El director del Instituto de Geología Marina de la Academia de Ciencias de Rusia Boris Levin comentó que hace unos 200 años en las costas niponas aparecieron estelas con inscripciones: “Recuerda terremotos... Recuerda tsunamis. Al ver el tsunami escapa hacia los cerros”. Pero las empresas constructoras “se olvidan” a veces de los antiguos avisos sometiendo a riesgos a millones de personas, concluye el experto.
Amenaza de inundaciones
Los sismos semejantes al japonés causan cambios rápidos del relieve, explica el subdirector del Instituto ruso de Física de la Tierra Yevgueni Rogozhin. La velocidad normal de cambios de relieve no supera 1 o 2 centímetros al año.
Mientras tanto, en Japón como resultado del desastre natural se formó una falla de unos 500 kilómetros de largo cuyo desplazamiento alcanzó 10 metros en vertical – tales dislocaciones suelen ocasionar cambios en grandes superficies.
El desplazamiento de entre unos 1,5 y 2,5 metros se registró en un radio de decenas de kilómetros desde el foco del terremoto. A causa de ello las costas japonesas “se hundieron”, aunque es demasiado pronto para hablar de cifras concretas, dicen los sismólogos.
He aquí un ejemplo de las consecuencias de numerosos terremotos que originaron los desplazamientos tectónicos. Los científicos creen que algún día el arco insular menor del archipiélago de las Kuriles estaba formado por las islas que salían a la superficie. Debido a los movimientos tectónicos se hundió convirtiéndose en una cordillera subacuática.
Olga Sobolevskaia, RIA Novosti