SHANGHAI — La marina cumple un papel fundamental en el objetivo de China de convertirse en una de las grandes potencias militares del planeta, como lo demostró la reciente salida de su primer portaaviones, muy comentada en el extranjero.
"Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, China debe asumir más responsabilidades en los asuntos internacionales", afirmó el capitán de navío Wei Hua, jefe de estado mayor de la base naval de Shanghai, al recibir a miembros de la Asociación de Periodistas Franceses de Defensa.
"Nosotros tenemos unos 18.000 km de costas (cifra que incluye a Taiwán, que Pekín sigue considerando parte de su territorio), y más de 3.000.000 de km2 de 'espacio marítimo'" (un término que carece de valor jurídico). Por lo tanto, es muy importante construir una marina poderosa para proteger al país y sus intereses", afirmó.
Entre las principales cuestiones en juego figura evidentemente el caso de Taiwán, piedra angular de la estrategia de defensa china. Pero no es el único.
China, en plena expansión económica, también tiene que garantizar la seguridad en sus rutas de aprovisionamiento de materias primas, que pasan al sur de Sri Lanka y por el Estrecho de Malaca.
Ante la potencia marítima japonesa y la fuerte presencia estadounidense en el Pacífico occidental, también se trata de una cuestión de prestigio. "Pekín quiere convertir al Mar de China, al que considera su coto privado, en un santuario", explica un experto internacional destacado en ese país.
"El incremento de la potencia de la marina es coherente con los proyectos de desarrollo de China en el mundo", resumió otro experto.
Aunque el Ejército Popular de Liberación sigue siendo sobre todo terrestre, la marina ha sido objeto de "mucha atención durante la última década. Desde 2007, a pedido del presidente Hu Jintao, un "marino" ocupa un puesto permanente en la Comisión Militar Central (CMC), la instancia suprema.
Actualmente ha ampliado sus competencias y participa fundamentalmente en la lucha contra la piratería en el Océano Indico.
"De la misma forma que se desarrolla todo el país, se desarrolla la marina china", explicó el jefe del estado mayor de la base naval de Shanghai.
En esta instalación de la Flota del Este, los periodistas franceses fueron invitados, en un hecho poco frecuente, a visitar una fragata antimisiles, la "Anqing".
Sin embargo, acompañados por algunos oficiales, bajo la impasible mirada de un puñado de marinos, no hicieron ningún descubrimiento importante. Aparentemente, el "Anqing" es más un "barco museo" que un navío de guerra.
Mientras tanto, en el puerto de Dalian (noreste), el primer portaaviones chino es casi invisible y preocupa a norteamericanos y japoneses.
El anuncio de la primera salida de esta ex embarcación soviética comprada en los años 1990 a Ucrania, totalmente renovada y equipada en China, fue considerado como una revelación de las ambiciones chinas.
Cuando son interrogados, los militares chinos hacen declaraciones muy vagas.
Este buque, cuyo nombre todavía no ha sido decidido, "puede desempeñar un papel en caso de catástrofe en China o en los países vecinos, como hizo Estados Unidos después del sismo (en marzo pasado) en Japón", afirmó el capitán de navío Wei Hua.
Ante la mutación de la marina china, que está pasando de una "brown water navy" (marina costera) a una "blue water navy" (marina de aguas profundas), uno de los expertos interrogados se negó a ser alarmista.
Este portaaviones es "probablemente una simple plataforma de entrenamiento. Y antes de que los chinos dispongan de un grupo aeronaval pasarán todavía varios años", dijo.