La Universidade de Vigo lanzará el 20 de noviembre, tal y como estaba previsto, un nuevo satélite de comunicaciones al espacio. Pero esta vez no será puesto en órbita por un lanzador convencional, como se hizo en febrero pasado con el Xatcobeo, sino que viajará a lomos de un antiguo misil nuclear intercontinental ruso que formaba parte del arsenal atómico de la antigua Unión Soviética en los tiempos de la guerra fría.
El misil ICBN fue reconvertido en el cohete Dnepr-1, que desde 1999 se utiliza como lanzadera espacial de carga, aunque no de ojivas nucleares, para lo que fue concebido en origen. Su principal ventaja es que la puesta en órbita con este sistema resulta más barata que con los sistemas convencionales. «Tiene una relación calidad precio excelente», explica Fernando Aguado, profesor de telecomunicaciones y responsable del proyecto Humsat, una constelación de nueve nanosatélites cubeSat dirigidos a monitorizar, a través de la conexión con los sensores de tierra, desastres naturales y al control del cambio climático en países en desarrollo con precarias infraestructuras de telecomunicaciones.
De hecho, la iniciativa de la Universidade de Vigo y cofinanciada por el Plan Nacional del Espacio ha recibido el respaldo de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio y cuenta con el asesoramiento técnico de la Agencia Espacial Europea. «Humsat es un proyecto de cooperación, pero los satélites son también una demostración en órbita de la tecnología que hemos desarrollado y que tiene un marcado carácter de transferencia tecnológica con capacidad de ser patentada», subraya Aguado. Su lanzamiento al espacio en un antiguo misil nuclear no será la única particularidad que presente el cubeSat. El minisatélite, de 920 gramos de peso, irá dentro de otro mayor, el Unisat-5 de la Universidad de Sapienza (Roma), que lo eyectará una vez puesto en órbita. «El procedimiento no es muy habitual», reconoce el ingeniero Fernando Aguado.