Ángel Luis Fernández. Londres
Los nuevos documentos filtrados por Wikileaks dejan al descubierto tres problemas graves de la guerra en Irak: la muerte de 66.081 civiles (15.000 más de los que se había informado); las atrocidades cometidas por las propias fuerzas de seguridad iraquíes ante la impasibilidad de la coalición; y la intervención de Irán en el conflicto mediante el suministro de armamento (desde cohetes hasta bombas magnéticas para los coches) a la insurgencia o incluso entrenamiento en el propio país.
La cifra total de víctimas se sitúa según los nuevos documentos en 109.032, de los que 66.081 son civiles, 23.984 insurgentes, 15.196 miembros de las fuerzas iraquíes, y 3.771 de los aliados. Es decir, cinco veces más que en la guerra de Afganistán para una población de aproximadamente el mismo número. No es de extrañar que Assange defina la situación como “un baño de sangre”. “Esta revelación es sobre la verdad, la primera víctima de la guerra es la verdad”. Ése es el lema que movía al fundador de Wikileaks,Julian Assange, a revelar casi 400.000 documentos sobre la guerra de Irak. En ellos se pueden encontrar información del conflicto desde el 1 de enero de 2004 hasta el 31 de diciembre de 2009, exceptuando los meses de mayo de 2004 y marzo de 2009.
Como decía Bush, estamos ante una guerra global. Y así fue también la puesta en escena. La filtración se hacía pública el viernes en la tarde del este americano utilizando más medios que en julio –cuando se revelaron los referidos a la guerra de Afganistán-. Entre los elegidos, el The New York Times y la CNN en EE UU; The Guardian y BBC en Reino Unido; Der Spiegel y Le Monde en la Europa continental. A las 10.00 de la mañana del sábado (hora de Reino Unido), Julian Assange explicaba en Londres los contenidos de esas filtraciones sobre la batalla que se libra desde 2003 en suelo iraquí. Lo más duro es lo referido a la violencia gratuita y numerosas muertes. Gran parte de la responsabilidad se debe a las propias fuerzas de seguridad iraquíes, que llevaron a cabo innumerables torturas, desde descargas eléctricas hasta violaciones de los detenidos, pasando por palizas, quemaduras o el uso de ácido. Aunque la mayor parte de las víctimas eran hombres jóvenes, hay datos de un niño de 16 años colgado y golpeado, e incluso de ancianos o mujeres. Otro informe muestra cómo un prisionero confesó su implicación en el asesinato de seis personas tras haber recibido puñetazos y golpes con una cadena. Incluso, el presunto suicidio de un detenido que se descubrió como falso. La autopsia “descubrió moratones y quemaduras en el cuerpo del detenido”.
Siguiendo la llamada norma FRAGO 242 (abreviatura de fragmentary order) los soldados americanos no necesitaban hacer más que un informe inicial cuando descubrieran algún tipo de maltrato o tortura por parte de las fuerzas iraquíes. No obstante, las filtraciones demuestran cómo soldados de la coalición conocían esas prácticas y de hecho informaban a sus superiores. Sin embargo, raramente se intervenía, argumentando que eran los iraquíes los que tenían la autoridad para investigar.
Aun así, hay datos del intento de algunos soldados para acabar con este tipo de situaciones. En agosto de 2006 un sargento americano tuvo que parar a un teniente iraquí que estaba cortando la planta de los pies de un detenido. En otra visita a una unidad policial de Ramadi, otro soldado estadounidense recogió a dos presos deshidratados y con golpes en sus cuerpos. Los hechos pueden ser una muestra de lo que les espera a los iraquíes en el futuro, una vez que las tropas de combate americanas abandonaron el pasado agosto el país, dejando alrededor de 50.000 efectivos.
Asesinatos de niños
No obstante, también hay muestras de graves errores de las tropas de la coalición. Especialmente problemáticos son los puestos de control. En septiembre de 2005, dos soldados americanos de patrulla por una carretera cerca de Musayyib acribillaron a un coche que se acercaba tras haberle mostrado las luces para indicarle que parara: 200 balas disparadas que acabaron con el matrimonio que estaba en la parte delantera del coche. Los hijos se salvaron, aunque sufrieron heridas en las piernas y en los muslos.
Especialmente dura es la revelación que hacía el abogado de Public Interest Lawyers Phil Shiner. Durante la rueda de prensa de Londres explicaba cómo una niña de 8 años de Basra que jugaba en la calle resultó muerta por el disparo de un soldado británico. Shiner anunció que se solicitará una investigación sobre la responsabilidad de las tropas británicas en el conflicto. Y es que, según explicó, el Ejército británico también miró hacia otro lado cuando se producían abusos en instalaciones que estaban bajo su control.
En esta ocasión, Wikileaks se ha visto respaldada no sólo por la asociación de abogados, sino también por Irak Body Count –entidad centrada en identificar las víctimas del conflicto- y el Centro para el periodismo de Investigación. Un grupo mayor para enfrentarse a la Administración americana. Ayer mismo, la secretaria de Estado Hillary Clinton condenaba “la revelación de información que ponga en riesgo la vida de efectivos de Estados Unidos o sus aliados”. Discurso rebatido por Assange. “Es imposible que hayan podido leer en ese tiempo los documentos”, aseguró tras aclarar que habían sido más cuidadosos a la hora de borrar nombres que pudieran resultar comprometidos. Además, tras las revelaciones sobre Afganistán el secretario de Estado de Defensa reconoció en una carta al Senado que no afectaría a las fuentes del servicio de inteligencia.
Un argumento para frenar las revelaciones. Así piensa también Daniel Ellsberg (El hombre más peligro de América), quien filtrara los conocidos como Papeles del Pentágono sobre Vietnam en 1971. Estuvo presente en la rueda de prensa de Londres y aseguró que Obama pretende “reinterpretar” la ley para evitar este tipo de filtraciones. “El secretismo es esencial para el imperio”, aseguraba Ellsberg, tras pasar el testigo de la “persona más peligrosa del mundo” (según EE UU) a Julian Assange.