Al-Ahram Weekly
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Los conductores solo echan un vistazo al pasar a esa gigantesca estructura en las dunas al sur de Rishon Litsion al sudeste de Tel Aviv. Está prohibido salir de la carretera Tel Aviv-Rishon Litsion hacia la vía lateral que lleva a ese edificio, parapetado tras muros de hormigón equipados con sistemas de vigilancia y advertencia de última tecnología desarrollados por las industrias militares de Israel.
Esa estructura, parecida a una fortaleza, es el Instituto Israelí de Investigación Biológica (IIBR, por sus siglas en inglés) en el cual Israel desarrolla sus armas biológicas y químicas y se prepara para cualquier eventualidad de guerra biológica o química. Es la instalación militar de máximo secreto en Israel. Está tan estrictamente protegida por la censura militar que la prensa israelí tiene que buscar pedazos de información en fuentes occidentales que las pueden recibir, de modo muy intermitente, a través contactos especiales del Instituto.
La prensa israelí ha tenido libertad de acción solo una vez para discutir lo que sucede detrás de esos muros de alta seguridad. Fue el mes pasado, cuando Avisha Klein presentó una demanda contra la administración del IIBR por acoso y abuso emocional. Empleado desde hace tiempo en el Instituto, Klein ha servido en varios puestos, en uno de ellos como parte de un equipo para desarrollar una pomada para proteger la piel del gas mostaza. Pero sólo es uno de los numerosos detalles que han salido a la luz durante los procedimientos, que han esclarecido considerablemente la naturaleza y alcance del trabajo del Instituto.
El IIBR emplea a unos 300 científicos y técnicos en sus numerosos departamentos, cada uno de los cuales se especializa en un área específica de la investigación química o biológica orientada generalmente a la producción de armas químicas o biológicas. Se informa de que uno de esos departamentos, por ejemplo, desarrolló el veneno que fue utilizado por la tristemente célebre unidad de asesinatos del Mossad, Kidon, en su fracasado intento de eliminar al jefe del politburó de Hamás, Khaled Meshaal en 1997. A pesar de todo, por si todavía quedara alguna duda sobre la exactitud de esta información, publicada en Haaretz, nadie discute que la primera vez que se utilizaron productos del Instituto en una operación de asesinato fue a finales de 1977 cuando el primer ministro Menachem Begin ordenó al Mossad que asesinara a Wadie Haddad.
Líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina, Haddad estaca acusado por Israel de ser responsable de varias operaciones terroristas, la última de las cuales fue el secuestro de un avión de pasajeros israelí de camino a Entebbe en 1976. Según un libro del periodista israelí Aharon Klein publicado recientemente, a Haddad le gustaban mucho los chocolates belgas. El Mossad obtuvo algunos de esos chocolates especiales, los revistió con un veneno de acción lenta e hizo que se los entregara a Haddad, que vivía entonces Bagdad, un funcionario iraquí agente del Mossad que se había hecho amigo de Haddad. Klein relata que la sustancia letal se desarrolló primero en el IIBR y que sus propiedades indetectables de acción lenta garantizaban que el agente y el instrumento mortal no se descubrieran.
Y por cierto, después de un deterioro gradual pero grave de su salud, a Haddad le llevaron a un hospital de Alemania Oriental que le diagnosticó leucemia y donde finalmente murió el 28 de marzo de 1978. La verdad solo salió a la luz 32 años después: la verdadera causa de su muerte fue un veneno producido por el IIBR.
No es improbable que el Mossad haya realizado numerosas operaciones asesinas de esta naturaleza, para no dejar huellas. En otras palabras, las muertes aparentemente accidentales de muchas personas que Israel consideraba amenazas pueden haber sido causadas en realidad por sustancias producidas por el IIBR. Es muy probable que el veneno que los agentes del Mossad inyectaron al dirigente de Hamás Mahmoud Al-Mabhouh en Dubai en febrero de 2010 procedieran del IIBR.
Según la información desvelada recientemente, el Instituto tiene un departamento especializado en la producción de vacunas contra armas biológicas. Uno de los temas principales de su investigación y desarrollo fue el ántrax, ya que Israel teme que los árabes y las organizaciones de resistencia lo utilicen contra él en una confrontación. El Instituto también tiene un departamento para desarrollar remedios para minimizar y contrarrestar los efectos de las armas químicas. El conjunto presenta un horroroso cuadro de una curiosa carrera química biológica, en la que el Instituto prácticamente compite consigo mismo para producir antídotos para las armas que desarrolla, o que teme que otros puedan utilizar contra Israel en un eventual enfrentamiento.
El IIBR trabaja en estrecha y plena coordinación con el ejército y los servicios de inteligencia israelíes, que suministran al Instituto sus listas de prioridades según sus predicciones de amenazas estratégicas. Por ejemplo, durante la cobertura de la demanda de Klein ha salido a la luz información de que hace muchos años el establishment militar israelí estaba preocupado de que los Estados árabes pudieran utilizar agentes químicos como el gas mostaza en un posible ataque contra Israel y, por lo tanto, instruyó al Instituto para que desarrollara una sustancia química que minimizara los efectos del gas. Como es de esperar, el Instituto se coordina estrechamente con cuerpo médico del ejército israelí, que recibe los antídotos y los distribuye a las fuerzas armadas según la demanda.
El Instituto también trabaja estrechamente con el Mossad y el Shin Bet, las agencias responsables de la mayoría de los asesinatos y operaciones de exterminio de objetivos árabes y musulmanes. También, ya que el Mossad y la unidad “Aman” de inteligencia militar son responsables de la recolección de inteligencia sobre el enemigo y presumiblemente monitorean programas de armas no convencionales en países árabes, instruyen al IIBR para que desarrolle las reacciones biológicas o químicas necesarias para esos programas.
Sin embargo, el IIBR tiene otro propósito aparte de desarrollar y producir armas y antídotos biológicos y químicos: Es un importante generador de ingresos en moneda fuerte. El sitio web de Haaretz informa de que: “El Instituto ha recibido un subsidio de cientos de millones de dólares para desarrollar una vacuna contra el ántrax”. El subsidio vino después de un ataque en EE.UU. por un terrorista local que desarrolló una variedad concentrada de esporas de ántrax y las envió a diversos objetivos individuales en EE.UU.; las vacunas que se pidieron al IIBR estaban destinadas para usarlas en EE.UU.
Más importante aún, el sitio web informa de que se ha utilizado a soldados israelíes para probar las vacunas, causándoles algún daño físico permanente. Los informes de la utilización, prohibida internacionalmente, de conejillos de indias humanos, causó indignación moral en Israel y agudizó las sospechas de que se haya puesto en peligro las vidas de soldados israelíes para lograr beneficios financieros por promover la seguridad de otro país, en este caso EE.UU.
El IIBR tiene un departamento de animales vivos, en el que conejos, cerdos, monos y otros animales se utilizan en experimentos. Y tal vez también seres humanos, a juzgar por las denuncias presentadas por soldados contra el Ministro de Defensa israelí después de que los utilizaron en experimentos con ántrax. Los soldados piden que los reconozcan oficialmente como como veteranos discapacitados y que les paguen las indemnizaciones correspondientes. El caso está en los tribunales, pero las FDI [ejército israelí] cediendo ante la presión de las familias de los soldados y la opinión pública, anunciaron recientemente que no volverán a realizar experimentos con soldados.
El primer ministro de Israel tras la fundación del Estado, David Ben-Gurion, fue quien ordenó la construcción del IIBR, basándose en la recomendación de una serie de científicos judíos. Durante su gobierno, de 1948 a 1963 (con la excepción de los años 1953-1955 cuando Moshé Sharet sirvió como primer ministro), Ben Gurion fue directamente responsable del Instituto y de cada detalle relacionado con él. Se prohibió al personal que revelara a cualquiera incluso el menor detalle, dato o información sin obtener primero la aprobación de Ben-Gurion. Eso se siguió aplicando incluso durante el período en el que Sharet estuvo en el poder, porque cuando ese primer ministro visitó el Instituto en 1954 los científicos tuvieron que disculparse por no poder mostrarle los programas en los que estaban trabajando.
Aunque muchos científicos han pasado un período dirigiendo el IIBR, se cree en general que el que ha dejado la mayor impronta es su actual director, Avigdor Shafferman. Éste, a quien se ha nombrado en la demanda de Klein, tiene la reputación de ser un individuo extremadamente activo, pero también muy estricto y que despide rápidamente a miembros del personal por motivos disciplinarios.
A pesar de todo, por significativos que sean los detalles que han salido a la luz en este vistazo fuera de lo común al funcionamiento del IIBR, se ha prestado poca atención a una verdad más amplia. Mientras la comunidad internacional acosa a un sinnúmero de países por realizar programas de armas convencionales que parecen nimios en comparación con el de Israel, se niega a mover un dedo para disuadira éste, lo que solo alienta la conducta beligerante y tiránica de Tel Aviv.
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