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En una especie de continuación del legendario pulso entre el presidente Harry Truman y el general Douglas MacArthur —adaptado a tiempos en los que las guerras también se libran en el frente de los medios de comunicación— la Casa Blanca ha perdido la confianza depositada en su comandante en Afganistán por unas indiscretas declaraciones con ribetes de insubordinación. Hasta el punto de que el general Stanley McChrystal ha recibido la orden de presentarse hoy en Washington para rendir explicaciones por la serie de críticas y descalificaciones atribuidas al oficial y sus ayudantes en un reportaje para la revista «Rolling Stone». En el perfil «El general fugitivo», firmado por el periodista Michael Hastings con evidencias de haber disfrutado de un acceso privilegiado, el comandante de todas las tropas aliadas en Afganistán expresa en diferentes momentos su reticencia y desdén hacia una serie de altos cargos civiles del Gobierno de Estados Unidos. Llega a declararse traicionado por el embajador norteamericano en Kabul, Karl Eikenberry, a la hora de lograr más tropas del Pentágono. Con el detalle significativo de reaccionar ante la llegada de un nuevo correo electrónico de Richard Holbrooke, el «zar» diplomático de Obama para «Af-Pak», diciendo «no quiero ni abrirlo». Dentro del extenso reportaje, que estará disponible en los quioscos de Estados Unidos este viernes, la plana mayor del general McChrystal también ridiculiza al vicepresidente Joe Biden como una figura totalmente irrelevante a pesar de sus pretensiones de especialista capaz de influenciar la política de la Casa Blanca en Afganistán. Las mismas fuentes califican al consejero de seguridad nacional, James Jones, como «un payaso, atascado en 1985». Además de insistir en que el general McChrystal se siente «decepcionado» con el liderazgo demostrado por el presidente Obama en el conflicto afgano, que desde esta primavera resulta ya más largo que la guerra de Vietnam. Candidez Ante este cúmulo de inexplicable candidez, que deja en evidencia las profundas diferencias entre militares y civiles de Estados Unidos sobre cómo hacer frente al cada vez más violento conflicto afgano, la Casa Blanca ha dejado saber que no descarta un cese fulminante de su general de cuatro estrellas. Según indicó ayer el portavoz Robert Gibbs, todas las opciones «están sobre la mesa» ante el «enorme error» cometido por McChrystal. Al presidente Obama le habría molestado especialmente la sugerencia de que al tomar posesión no tenía interés alguno y no estaba preparado para lidiar con la guerra de Afganistán.
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