Dos polos tan opuestos como Belén y Tel Aviv se encontraron anoche en el festejo de la victoria de España. Casi tan histórico como conseguir ganar, por fin, el Mundial. Los palestinos de Belén y los israelíes de Tel Aviv estuvieron hermanados durante 90 minutos por una gran pantalla antes de estallar de alegría cuando Andrés Iniesta hizo justicia.
A falta de un acuerdo de paz, los dos pueblos han compartido-siempre desde la distancia- un mes lleno de pasión. Los bares de Ramala, Jerusalén, Haifa, Tel Aviv o Belén se han llenado cada dia para soñar y escapar de su realidad. En árabe y en hebreo. Para cantar en español.
Belén. A media tarde se hacen los preparativos para la gran cita. El palestino Rafat Shomali explica que estudió en España. “Soy un gran admirador del Barcelona y por eso deseo que la selección gane. Además,los palestinos nos sentimos muy cercanos a España porque siempre nos ha apoyado”.
Según él, a medida que se acerque la hora del partido, aumentará la tensión y los nervios. Esta vez, por algo tan simple como el deporte rey. Ni más ni menos. En las calles se pueden ver muchas banderas. Las italianas y brasileñas han dejado paso a las españolas y alguna que otra holandesa. “Ganaremos 2 a 0, seguro”, dice Issa Abu Sada, otro habitante de Belén.
Aficionados palestinos en Belén.
Tel Aviv.En un bar céntrico de la “ciudad que nunca duerme”, 1500 israelíes de origen holandés dan colorido naranja. No hay duda que están muy bien organizados. No hay duda que hay holandesas que merecen ser campeonas del mundo. En el Paseo Marítimo, miles de israelíes y turistas se congregan en torno a las diversas pantallas gigantes preparadas para la ocasión. Aquí ya hay mucho más partidarios de España. “Admiro a Villa y a la selección. Es la única que siempre intenta jugar al fútbol. A los israelíes nos encanta España”, nos comenta Avi, enfundado en una camiseta comprada en su último viaje a Mallorca.
Éxtasis en este lado del Mediterraneo cuando Iniesta marca el gol. Lidia, una joven de Barcelona que realiza un stage en un hospital en Israel, se muestra exultante: “Hace dos años, estaba en el Líbano cuando ganamos la Eurocopa. Es increíble que ahora esté aquí en Tel Aviv celebrando la victoria del Mundial”. Borracha de alegría, confiesa su sorpresa ante la cantidad de camisetas y banderas españolas en la playa de Tel Aviv.
Israelíes festejando la victoria (S.E)
Un grupo de turistas franceses pregunta cómo se pronuncia Navas. Los establecimientos aprovechan los últimos minutos del Mundial. Varios israelíes con camisetas holandesas felicitan a los españoles y se suman a la fiesta. Sin duda, saben perder.En ese mismo instante, Shomali festeja en Belén la victoria. "¡Es increible!", exclama. “¡Carnaval en Ramala!”, me envia por sms un amigo que vive en la capital de Cisjordania.
“Viva España”, es la portada en color del diario israelí Maariv. En un país donde las noticias se multiplican como castañas, la victoria española acapara toda la atención y comentarios. Israelíes y palestinos lamentan que desde hoy se han quedado sin esta fabolusa y vibrante válvula de escape. Prefieren el ruido de las vuvuzelas que el de sus políticos.
“¡Ojalá el Mundial fuera cada año!", dice un israelí mientras disfruta de otra cerveza. Aunque sabe que si así fuera, no tendría la misma magia.Una magia que contagia pueblos y traspasa fronteras.
Sal Emergui
EL MUNDO .ES
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