Armados con escoba y recogedor, cientos de egipcios se entregaron este sábado a la tarea de limpiar la plaza de la Liberación, escenario de 18 días de protestas contra el derrocado Hosni Mubarak.
Jóvenes como la ingeniera Dina Rafef se repartieron por todo el perímetro de Tahrir y los alrededores para dar la bienvenida a una nueva época con calles y mobiliario limpios, una imagen poco habitual en el Egipto anterior a la revolución.
El primer día del nuevo Egipto no permitió receso ni descanso. Había que barrer el legado de dos semanas de protestas para enterrar definitivamente al faraón. "Nuestro papel ahora es limpiar todo lo que hemos ensuciado y empezar a construir Egipto", aseguró Dina, que junto a una amiga trataba de recoger parte de la basura acumulada durante los días de protestas, que se iniciaron el pasado 25 de enero.
Otros manifestantes, en cambio, se dedicaron a borrar las consignas contra Mubarak escritas en los muros de los edificios cercanos y a levantar las barricadas desplegadas en los accesos a la plaza.
'Disculpen las molestias. Estamos construyendo Egipto'
Egipto no volverá a ser el mismo. Pero el objetivo ahora era restablecer una cierta sensación de normalidad cuanto antes. Para lograrlo, un ejército de la limpieza, provisto de guantes, bolsas y mascarillas, se dio cita en la plaza para desmantelar el epicentro de las protestas y retirar los adoquines que sirvieron para defenderse del asalto de los afines al régimen.
Dina no durmió para celebrar la caída de Mubarak. Y como ella cientos de miles de vecinos que continuaron este sábado la fiesta en todas las ciudades del país. Egipto despertó de 30 años de dictadura con la idea de no perder ni un segundo en la reconstrucción del país, herido por días de parálisis económica y administrado por el ejército. "Disculpen las molestias. Estamos construyendo Egipto" fue el rótulo de quienes se coordinaron para barrer y limpiar el mobiliario.
Los cobertizos hechos de plásticos y mantas que sirvieron de refugio a cientos de manifestantes y las clínicas repartidas por esta minúscula república de libertad empezaron a ser desmantelados. Lograda la renuncia del faraón, los organizadores de la plaza propagaron la consigna de que llegó el tiempo de regresar a casa.
Los siguientes pasos
Pero la medida no contó con la unanimidad de la heterogénea población que ha resistido durante dos semanas a todas las estrategias urdidas por Mubarak. Algunos aún esperaban a los anuncios de las fuerzas armadas, que deben proporcionar la hoja de ruta de la transición.
A unos metros de Tahrir, en el cuartel del partido opositor El Gad, su líder Ayman Nur coordinaba con el resto de políticos el comité que tratará de negociar con el ejército. Hasta la bulliciosa sede, llegaba del exterior el sonido de música y bocinas, impermeables al cansancio desde que ayer el vicepresidente Omar Suleiman anunciara la renuncia de Hosni Mubarak.
En la plaza, miles de egipcios continuaron celebrando una revolución inimaginable hace tan solo un mes. "No puedo creerlo. Empezamos una nueva era", proclamó el joven Ahmed Ezz. Muchos respiraron aliviados. La salida de Mubarak, clamada en distintos idiomas y exigida con ingenuidad primero y sarcasmo después, les permitirá a algunos manifestantes cortarse el pelo, ducharse, ver a la familia o curarse el cansancio con un plato caliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario