La seguridad total no existe y así se demostró ayer una vez más en Afganistán. Ni los nuevos vehículos blindados 'Lince', que se enviaron a la zona para sustituir a los vetustos BMR, son capaces de resistir las ingentes cargas explosivas que la insurgencia afgana sitúa por los lugares de paso de las tropas españolas desplegadas en el país asiático.
Si hace tan sólo ocho días un IED (Artefacto Explosivo Improvisado) hería a cinco militares españoles (dos de ellos sufrieron la amputación de una de sus piernas) que viajaban en un 'Lince', ayer fueron dos los fallecidos en un atentado similar y en una zona próxima al lugar en el que se produjo el ataque de la semana pasada.
La carga explosiva empleada en el atentado de ayer fue, según las primeras investigaciones, "incluso mayor" que la utilizada la semana pasada (20 kilos de explosivos), que ya era la más elevada que hasta el momento se había utilizado contra las tropas españolas. Así lo explicó ayer la ministra de Defensa, Carme Chacón, quien compareció en la sede del Ministerio a las siete de la tarde, poco antes de desplazarse hasta Afganistán para repatriar los cadáveres de los fallecidos, informarse in situ de lo sucedido y conocer el transcurso de las operaciones que se están llevando a cabo en el país asiático.
Podrían haber sido detonados a distancia
Negó ayer Chacón que los atentados contra los convoyes españoles del día 18 y de ayer mismo se hubieran producido por artefactos detonados a distancia. También desechó la idea de que los insurgentes afganos hubieran "tomado la medida" a los vehículos blindados españoles. Pero, a tenor de los acontecimientos, todo hace pensar que, tras el fracaso de la semana pasada, los terroristas podrían haber aprendido la lección y haber incrementando la carga explosiva del artefacto empleado en el ataque de ayer para causar un daño mayor, como así ocurrió.
Incluso cabe pensar que los dos atentados, perpetrados cerca de la base de Qala i Naw, la más importante del Ejército español en Afganistán, hubieran sido más bien ataques en toda regla producidos por la detonación de sendos artefactos explosivos al paso de los blindados españoles. De hecho, según las fuentes consultadas por Atenea Digital, militares cercanos a los heridos del día 18 ven bastante factible que el atentado se hubiera producido por la activación de un explosivo al paso del 'Lince' español. El cuadro clínico de los heridos hace pensar que, de haberse tratado de un IED, las heridas habrían sido de otro tipo.
A partir de mayo, el nivel de alerta por atentados se eleva
Con el ataque de ayer, estas hipótesis cobran fuerza, aunque de nada sirve ahora mirar hacia atrás, pero sí hacia adelante, y más teniendo en cuenta que este mes será especialmente intenso en lo que a ataques se refiere. En invierno, los insurgentes afganos permanecen recluidos en las montañas. La crudeza de la época invernal en Afganistán (intensas nevadas y temperaturas bajo cero) no les anima a salir de sus guaridas. Pero todos los años, a partir del 1 de mayo, el nivel de alerta se eleva en todas las bases de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán), según informó ayer Carme Chacón.
Con el buen tiempo comienza la campaña de hostigamiento de la insurgencia afgana. Los ataques se multiplican y también las medidas de control y prevención por parte de todos los contingentes. Pero está visto que no son suficientes. "Ésta es la época más dura y más arriesgada", dijo ayer la titular de Defensa. Chacón, que aunque evitó pronunciar la palabra guerra durante su comparecencia, sí reconoció que la de Afganistán en las misión "más dura, compleja y arriesgada" de todas en las que han participado militares españoles.
Afganistán, una ratonera para las tropas internacionales
De nada sirve que, como dijo la ministra, los 'Lince' y los RG-31 (con un blindaje superior) sean "vehículos blindados de última generación, especialmente preparados para responder a este tipo de cargas explosivas". Y no sirve de nada porque los insurgentes saben, ayer lo comprobaron, la cantidad de explosivo que deben colocar para causar bajas entre nuestros soldados. Afganistán sigue siendo una ratonera para las tropas allí desplegadas, unas tropas que ya preparan su repliegue y que retornarán a sus respectivos países como lo hicieron los rusos en los años 80: con decenas, cientos, miles (en conjunto) de bajas a sus espaldas y con la sensación, y certeza, de que tanto esfuerzo, tanto sacrificio, no ha servido de nada.
La misión en Afganistán ha sido un fracaso a pesar de que ya se esté iniciando la transferencia de autoridad al Gobierno del país. Adelantar la fecha de repliegue, ya lo dijo el representante especial de Estados Unidos en la zona, Richard Holbrooke, era "contraproducente". Los insurgentes se han ganado las mentes de la población civil afgana. Ellos (las tropas internacionales) se irán y nosotros seguiremos aquí, es el mensaje que han transmitido a una población que vive con el miedo a las represalias de los terroristas.
Y así seguirá Afganistán. Sólo cabe esperar que el sargento Manuel Argudin Perrino y la soldado Niyireth Pineda Marín (los dos fallecidos en el ataque de ayer) sean las últimas bajas mortales que se produzcan en territorio afgano. Todavía quedan allí 1.500 militares españoles, que comenzarán a replegarse en el primer semestre de 2012. En 2015 (en 2014 se completará el repliegue) ya no habrá soldados españoles en Afganistán. Y muchos se preguntan, ¿por qué no acelerar el repliegue? Quizás no haya que acometer repliegues precipitados, como ya ocurrió en Irak en 2004, pero quizás tampoco merezca la pena tanto sacrificio para dejar el país como estaba. Casi un centenar de muertos españoles quizás ya sea suficiente
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