(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Fuerzas del ejército sirio irrumpieron el lunes en el campo de refugiados palestinos de Al Ramel, en la ciudad de Latakia, donde la mitad de sus habitantes, unas 5.000 personas, se vieron obligados a huir, lo que según algunos medios pudiera dañar las relaciones entre el Gobierno de Bachar El Asad y grupos palestinos como la OLP y Hamas.
Yaser Abed Rabbo, dirigente histórico del Frente Democrático para la Liberación de Palestina y miembro de la comisión ejecutiva de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), acusó al presidente sirio de estar cometiendo “un crimen contra la humanidad” y denunció que en la toma del campo “se utilizan buques de guerra y tanques contra casas hechas de hojalata y contra gente que no puede escapar ni esconderse”.
Tras dos jornadas de bombardeos intensos, las fuerzas de El Asad entraron en Al Ramel y obligaron a sus habitantes a evacuar el campo para poder “eliminar las bandas armadas”.
Un portavoz de UNRWA, la agencia de Naciones Unidas encargada de la diáspora palestina, declaró que la situación humanitaria era “gravísima” y que existían informes no confirmados sobre la muerte de al menos dos habitantes del campo de refugiados, informó El País.
Al Ramel fue establecido a finales de los años 40 del siglo XX, para acoger a la primera oleada de refugiados palestinos generada por la creación del estado de Israel y muchos de quienes hoy viven allí nacieron en territorio sirio, al igual que sus padres, a la espera de un improbable retorno a las casas que sus abuelos y bisabuelos se vieron obligados a abandonar.
Hamas no ha tardado en tomar distancia de Damasco y un portavoz suyo en Gaza expresó que el Gobierno sirio parece estar cometiendo “algunos errores graves”, si bien consideró que ello no debía “empañar sus décadas de trabajo por la causa palestina”.
Activistas de la oposición denunciaron que en los cuatro días de bombardeos y ataques callejeros habían muerto al menos 34 personas y que las tropas de El Asad estaban realizando una “limpieza étnica” con la expulsión de Latakia, poblada por unas 600.000 personas, a miles de musulmanes suníes con el fin de reforzar la posición de la minoría alauí, a la que pertenece la familia del presidente y la cúpula del régimen.
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