La fragata 'Reina Sofía' navega rumbo del océano Índico para incorporarse a mediados de abril a la 'operación Atalanta' que lucha contra la piratería en aguas somalíes. En su hangar transporta dos helicópteros modelo 'Sikorsky SH-60 Seahawk', una aeronave artillada, de gran operatividad y con suficientes capacidades militares para participar en los «ataques quirúrgicos» contra las bases de los piratas en la costa.
Los SH-60, de fabricación estadounidense, cuentan con radares, medidas de vigilancia electrónica, infrarrojos, rastreadores de buque de superficie y disponen de plataformas para lanzar misiles antibuque y torpedos. Además, portan ametralladoras de cañón medio.
Por lo tanto estas aeronaves disponen de la versatilidad necesaria para realizar operaciones como las que están previstas contra los bastiones de los piratas, donde se tiene previsto destruir los depósitos de gasolina, almacenes y los esquifes vacíos.
Los dos helicópteros formarán parte de la fuerza aérea que los aliados pondrán al servicio de la nueva estrategia de la misión, aprobada el viernes en Bruselas. Este plan permite las intervenciones militares en tierra para destruir las capacidades logísticas de los piratas e impedir así que la amenaza se continúe propagando en alta mar.
El objetivo es que este nuevo enfoque militar permita erradicar en su práctica totalidad la piratería en un plazo de dos años, hasta finales de 2014, liberando así uno de los pasos marítimos más importantes del mundo, el Golfo de Adén. Para ello la operación cuenta con el aval de la ONU, de la UE, de la OTAN y del propio Gobierno de Somalia.
Reglas de enfrentamiento
La letra pequeña del acuerdo del Eurogrupo se escribirá esta semana en el comité político y de seguridad de la UE, que debe también modificar las reglas de enfrentamiento que guían la acción de los aliados.
En todo caso, fuentes del Ministerio de Defensa han confirmado que las capacidades procederán principalmente de la fuerza aérea, con los susodichos helicópteros artillados, y que las acciones ofensivas no se extenderán más allá de los dos kilómetros hacia el interior de la costa. Esta garantía fue puesta sobre la mesa por Alemania para apoyar el acuerdo y con ello se pretende, además, minimizar al máximo los daños colaterales que podrían producir los ataques con misiles.
De la misma forma, se cuenta con la posibilidad de que los aviones ligeros recién desplegados por Francia participen en las operaciones de gran escala y también se baraja que las unidades especiales hagan aproximaciones para destruir los equipamientos de los piratas que están en las mismas playas. Para ello la Armada española cuenta con un equipo de Guerra Naval.
En todo caso, es seguro que el plan de ataque lo dirigirá el comandante de la misión, el almirante británico Duncan Potts, cuyo cuartel general está en Northwood (Reino Unido). Allí se dirá la última palabra para destruir cualquier objetivo. Mientras que sobre el terreno, y al menos hasta mediados de abril, será el contraalmirante español Jorge Manso quien se encargue de ejecutar las primeras instrucciones.
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