Publicado: 03 mar 2012 | 01:20 MSK
Las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos (USAF, según sus siglas en inglés) no han perdido por completo la esperanza de reanimar el programa de sus cazas F-22 de quinta generación. Más de dos años después del accidente del Raptor F-22 en Alaska, que acabó con la vida de su piloto, las USAF contemplan la posibilidad de rediseñar el avión de combate, según su portavoz, el teniente general Herbert Carlisle.
Sin embargo, el 'talón de Aquiles' del aparato –su imperfecto sistema de oxigenación- aún no ha sido resuelto. A pesar de la profunda revisión técnica a que han sometido al caza, los expertos, con el general retirado Gregory Martin a la cabeza, no han podido dilucidar a qué se debió el falllo del 'OBOGS', un dispositivo destinado a proporcionar al piloto una mezcla gasesosa basada en oxígeno.
En numerosas ocasiones los pilotos de F-22 consignaron dificultades respiratorias, evidentemente relacionadas con problemas de suministro del aire. La versión actual de los cazas está equipada con un sistema de oxigenación de emergencia, pero debe ser activado manualmente.
Según concluyen los expertos, el accidente de 2010 se debió precisamente a que el piloto, el capitán Jeffrey Haney, tras verse sorprendido por un corte completo del suministro del oxígeno, trató de alcanzar un regulador que le permitiera a activar este otro sistema de emergencia. Este movimiento le costó la vida, ya que mientras intentaba accionarlo dirigió involuntariamente el avión contra el suelo.
Como la causa del fallo del OBOGS no ha podido ser determinado, los diseñadores comentan que el rediseño del caza debe pasar por desarrollar un nuevo sistema adicional automático de suministro de oxígeno, de tal forma que sea capaz a detectar automáticamente el funcionamiento indebido del sistema y se active sin intervención alguna por parte del piloto.
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