Hace justo veinte años, en Helsinki fue aprobada la Convención sobre protección del medio marino del mar Báltico. Entonces, representantes de nueve países costeros integraron su comisión especial, HELCOM.
El objetivo planteado fue mejorar la situación ecológica de la región. Uno de los problemas que se debate en las reuniones de la Comisión es el de las armas químicas del Tercer Reich, que reposan en el lecho del Báltico.
Por un convenio aprobado en 1945, en la Conferencia de Potsdam, Gran Bretaña, la URSS, EEUU y Francia asumieron la responsabilidad de eliminar los pertrechos químicos alemanes. La tarea fue sumamente complicada porque se trató de unas cuatrocientas mil toneladas de armamento peligroso, además del peso de los proyectiles. El peso neto de las sustancias tóxicas era de unas sesenta y cinco mil toneladas. Incialmente, los ingleses y norteamericanos propusieron enviar los pertrechos al Atlántico para hundirlos. Pero ese plan no se pudo realizar por las tempestades. Entonces, se tomó la decisión de hundirlos, junto con los buques en estrechos del Báltico. La Unión Soviética recicló en sus polígonos un 40% de las armas químicas, y el resto fue también a reposar en las aguas del Báltico, explica Alexander Isakov, vicepresidente de la Fundación Internacional “Báltico limpio”.
—Hoy en día persiste la amenaza de la contaminación del Báltico,porqueel problema de ese armamento químico no ha sido resuelto. Nosotros sabemos exactamente lo que hundió la URSS y conocemos los lugares donde lo hizo. Pero, las armas hundidas por norteamericanos e ingleses no han sido reveladas aún.
El mar Báltico no es de aguas profundas. Y sin embargo, hace seis décadas algunos expertos concluyeron que de producirse la corrosión del casco de los proyectiles, el volumen de agua sería lo suficientemente abundante para disolver y neutralizar la carga tóxica. Pero hasta el momento, la situación es bastante incierta, indica Igor Shkradiuk, director del centro de Protección de la Naturaleza:
—En general, ni siquiera hay información sobre el estado en que se encuentran esos proyectiles, si las cubiertas de los proyectiles están corroídas ono, y si esas sustancias tóxicas se disolvieron o no en el agua: la prensa no escribe nada al respecto.
En la década del sesenta, experimentos del Instituto de Genética de la Academia de Ciencias de la URSS demostró que, aún en el caso de que esas substancias tóxicas fueran disueltas un millar de veces en el agua, sus propiedades contaminantes persistirían. Además, ellas pueden manifestarse como estimulantes de mutaciones genéticas. Los riesgos posibles para el ecosistema del Báltico es objeto de discusiones de los especialistas, señala Vadim Pak, jefe del laboratorio de investigaciones experimentales hidrofísicas, de la filial atlántica del Instituto de Oceanografía de la Academia Nacional de Ciencias:
—En Kaliningrado se reunirá próximamente el grupo de trabajo de la Comisión de Helsinki sobre protección del medio del mar Báltico, la que se ocupa, especialmente, del problema del armamento químico. Se debatirá la nueva redacción de las recomendaciones de la Comisión de Helsinki, sobre cómo obrar en adelante.
Se proponen distintas variantes. Por ejemplo, reflotar las cargas y hundir los buques a mayores profundidades, en el océano abierto. O desellar las bodegas, sacar su contenido y desactivarlo. Pero, eso supone un peligro. Los científicos rusos optaron por el método de sellar los buques hundidos en el lecho del mar. Se propone cubrirlos con corazas de hormigón. Para ello son adecuadas las tecnologías probadas por la oficina de diseños “Rubin”, para el aislamiento del submarino “Komsomoletz”. Pero, Rusia no podrá por si sola resolver esa tarea. El problema de los pertrechos químicos en el Báltico, por su envergadura y complejidad supone una tarea global. Lo que significa que, debe ser resuelto por todo el mundo.
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