Publicado el 28/06/2012 por jonkepa
Mariano Zafra / El País
Un convoy de 30 vehículos militares, incluido camiones con baterías de misiles, ha llegado la mañana del jueves a la ciudad de Iskenderun, y desplegado a pocas decenas de kilómetros de la frontera con Siria. La operación responde a la decisión del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan de ampliar la presencia militar en la región fronteriza después de que el Ejército sirio derribara hace seis días un cazabombardero turco. El régimen de Damasco asegura que el aparato se hallaba en el espacio aéreo sirio. Ankara lo niega.
La televisión turca ha emitido imágenes del convoy circulando por una carretera destino a Iskenderun, el principal puerto turco en la provincia de Hatay, limítrofe con Siria. Lanzaderas de cohetes, piezas de artillería antiaérea y ambulancias militares formaban parte del convoy. Erdogan anunció tras conocerse el derribo del avión turco que cualquier desplazamiento de tropas o material militar que se dirija a la frontera con Turquía será considerado una amenaza y objetivo militar. “Puedo confirmar que tropas están siendo desplegadas en la provincia de Hatay. Turquía está tomando precauciones después de que su avión fuera derribado”, ha afirmado un alto funcionario turco, que rehusó precisar cuantos soldados han sido desplegados.
La abundancia de defensas antiaéreas sugiere que Turquía se prepara para una aproximación de helicópteros o aviones sirios. La agencia Anatolia ha añadido que vehículos blindados han sido transportados a la ciudad de Sanliurfa, también cercana a la frontera con Siria. Varios vehículos más fueron trasladados a Reyhanli, también en la provincia de Hatay, que acoge ya a más de 30.000 sirios que han huido de su país por la violencia desatada por el régimen de Bachar el Asad contra los opositores y milicianos que combaten en toda Siria.
Erdogan no considera verosímiles las explicaciones del Gobierno sirio sobre el incidente aéreo. “Nuestro avión fue alcanzado no por error sino deliberadamente, en un acto de abierta hostilidad”, declaró el martes el primer ministro turco. Ankara, que tradicionalmente ha mantenido buenas relaciones con Damasco, se ha convertido en uno de los más decididos críticos del régimen de la dinastía El Asad, que rige el país árabe desde que Hafez el Asad, padre del actual autócrata, diera un golpe de Estado a comienzos de la década de los años setenta.
En la zona donde se han desplegado los militares la actividad de milicianos del Ejército de Siria Libre es cada vez más intensa. Además de ser refugio para quienes escapan de la guerra en su país, la región fronteriza está sirviendo también de base para introducir en Siria material médico, salarios para los combatientes y para las familias de las víctimas, y pequeñas cantidades de armamento, incluido lanzagranadas y cohetes antitanque. The New York Times informaba días atrás de que agentes de la CIA ya están trabajando en la zona para examinar a qué grupos de la resistencia armada al régimen sirio conviene entregar armas en el futuro.
Miembros del Ejército de Siria Libre han expresado sus dudas de que el despliegue turco vaya a significar una intervención contundente al otro lado de la frontera. No es previsible que Turquía vaya a embarcarse en una operación militar sin el apoyo de otros países occidentales o árabes. El Gobierno de Erdogan, sin embargo, sí ha abogado por crear una zona de exclusión para los militares sirios en el norte de Siria, lo que facilitaría sumamente las labores de los milicianos sirios. Más beligerantes son los Gobiernos de Catar —sumamente activo en el conflicto que terminó con el régimen de Muamar el Gadafi en Libia— y Arabia Saudí, que piden abiertamente que se proporcione a los rebeldes armamento con el que puedan luchar contra un ejército en toda regla. Catar también ha pedido el despliegue de tropas árabes para frenar las matanzas que a diario se cometen en Siria.
El País
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