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domingo, 19 de agosto de 2012

60.000 soldados para proteger las armas químicas sirias


Washington teme que acaben en manos de Hezbolá, Al Qaeda o yihadistas suníes. “Si el presidente Bashar el Asad cae, su Ejército se desintegra y la anarquía se asienta en Siria, las armas químicas y biológicas del régimen quedarán sin protección”. Es una de las mayores preocupaciones de EE UU y sus aliados y por eso tratan de diseñar ya planes para proteger los silos y evitar que radicales, desde los chiíes libaneses de Hezbolá a Al Qaeda, pasando por yihadistas suníes, se hagan con ellas. Según desveló ayer Reuters, Washington calcula que harán falta de 50.000 a 60.000 efectivos para proteger estas instalaciones, “docenas” repartidas por todo el país, “vulnerables a los depredadores en el peor de los escenarios”. Habría que sumarle “apoyos adicionales”. 

Los depósitos de gas sarín, mostaza y los agentes nerviosos tabún y VX que Siria acumula desde 1973, no pueden ser destruidos desde el aire, el bombardeo implicaría una “dispersión de los agentes” con “enorme” daño ambiental y humano. “Los efectos de segundo orden pueden ser extremadamente problemáticos”. EE UU no tiene planes de despliegue terrestre, opuesto como es a una ofensiva militar, dando ayuda “no letal” a los rebeldes, pero reconoce que “tendrá que ser parte de esa misión”. Europa, añaden las fuentes oficiales de la agencia, no están por la labor de implicarse. La Casa Blanca insiste en pedir al presidente sirio que “proteja” este armamento, tras amenazar con usarlo en caso de ataque extranjero. “Sería un desastre, una pesadilla”. Su Inteligencia sostiene que Hezbolá y la Guardia Revolucionaria iraní, aliados de Damasco, no tienen hoy acceso a esas armas pero sí conocen algunos escondites. Lo mismo asevera Israel, que atacaría Líbano si constata que Hezbolá logra una parte. Nadie sabe las cantidades exactas disponibles. Ataques aéreos En el interior del país las armas químicas son secundarias. Toca hacer frente a las bombas y la artillería: la realidad diaria. Los choques entre tropa regular y Ejército Libre de Siria se recrudecen en Alepo y Damasco. A 15 kilómetros de la capital económica se pelea por el aeropuerto y la base militar anexa, en un intento rebelde de reducir los ataques aéreos. Las bombas llovieron sobre el barrio de Seif al Dawla, donde los Comités Locales de Coordinación denunciaron la muerte de civiles que trataron de salir en busca de comida. Además, otras 14 personas más fallecieron ayer en Alepo. 

En Damasco el fuego también rodea un aeropuerto militar, el de Maze, “limpio de terroristas” desde junio, según la televisión oficial. Los bombardeos sobre barrios opositores en el Sur son constantes, según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos. La Organización Mundial de la Salud añade que en la provincia damasquina se han detectado 103 focos de diarrea por agua contaminada debido a aguas residuales. Los laboratorios locales desvelan “niveles elevadísimos de E. coli”. La urgencia sanitaria es máxima, alertan. Cinco personas de las 76 que cayeron en Siria ayer murieron en manifestaciones contra el Gobierno, más populosas en este último viernes de Ramadán. El lema de los concentrados era: “Con un ELS unido, la victoria está garantizada”. Por su parte, Acnur recordó que 170.000 personas han escapado de la violencia a países vecinos y 1,2 millones buscan refugio dentro de Siria. Observadores

 En el plano diplomático, ayer dejaron el país tres observadores de la ONU de la docena que aún quedaba dentro; su mandato finaliza mañana. El jueves, el Consejo de Seguridad votó que no se renovara su estancia, incapaces de actuar. Desde el 15 de junio no patrullaban, por seguridad. Edmon Mulet, asistente del secretario general de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, acusó a Ejecutivo y disidentes “elegir el camino de la guerra”. “El espacio para el diálogo político es muy muy reducido en este momento”, dijo. Ese diálogo es el mayor reto del sustituto de Kofi Annan como enviado especial de la ONU y la Liga Árabe, el argelino Lakhdar Brahimi, quien ha aceptado el cargo aunque no hay nombramiento oficial. De 78 años, curtido en Afganistán, Irak y Sudáfrica, ha exigido la “unidad” del Consejo de Seguridad y un “fuerte apoyo” a sus decisiones. Ayer, China pidió seguir con el plan de paz de Annan (alto el fuego, acuartelamiento de tropas, diálogo, ayuda humanitaria, liberación de presos políticos, Prensa). Mientras tanto, en Nueva York se había suspendido una reunión que había sido solicitada por Rusia con los embajadores del Grupo de Ginebra. El empeño ruso consistía en convencerles de que dejen se exigir la salida de Asad para la transición. 

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