Aunque el mercado de buques militares nacional sufre actualmente un parón como consecuencia de la crisis económica, Navantia trabaja ya en las tecnologías que definirán su futuro. La jefa del Departamento de I+D de la compañía pública, Susana Lapique, explicó algunas de las características que tendrá la próxima generación de fragatas de la Armada Española, las F110, que deberán sustituir a las de la clase Santa María, las F-80, a partir del año 2020.
De momento, la Armada se ha limitado a facilitar un breve documento con los requisitos de la futura F110, que Lapique definió como el producto estrella de esta firma en el futuro, cuyo ciclo de vida se situará en torno a los cuarenta años.
Según explicó, los nuevos buques han de tener capacidades de seguridad marítima, especialmente en espacios litorales alejados del territorio nacional, y de protección, tanto contra la amenaza convencional como frente a la asimétrica. Se situará, por tamaño, entre el Buque de Acción Marítima (BAM) y las F100 y entre los requisitos que deberá cumplir está una propulsión combinada que le permita navegar a 15 nudos y alcanzar picos de 35, así como una alta maniobrabilidad. Sus formas están por determinar, pero deberán guardar un equilibrio adecuado entre un mínimo calado y la máxima estabilidad. La nueva fragata tendrá que innovar en el capítulo de materiales, para asegurar unos costes de mantenimiento bajos, y embarcar una dotación reducida.
En el capítulo del armamento, tendrá capacidad antiaérea y misiles de superficie, así como una nueva modalidad de armas no letales y embarcará un helicóptero y un vehículo aéreo no tripulado (UAV). Con estos y otros requisitos especificados por la Armada, Navantia ha puesto en marcha ya varias líneas de investigación dirigidas a desarrollar las tecnologías que exigirá, entre ellas proyectos sobre nuevos materiales, propulsión eléctrica y un diseño de baja detectabilidad. Una de las características más innovadoras será su capacidad para reconfigurarse en virtud de la misión que se vaya a acometer en cada caso.
Además, Navantia desarrolla líneas de investigación dirigidas a mejorar sus submarinos S-80, concretamente en el campo de nuevos materiales e integración de vehículos no tripulados. Destacó también el proyecto SIRAMICOR, un sistema de rastreo de minas llamado a sustituir la capacidad que antes tenían los dragaminas de la clase Júcar, permitiendo contar con tecnología aplicable a otros productos, como los vehículos no tripulados. La compañía pública ha pasado, en apenas treinta años, de fabricar productos con tecnologías extranjeras a ofrecer diseños 100 por ciento propios, que ahora se venden a otras armadas del mundo, como las fragatas noruegas o los destructores australianos, que siguen la estela de las F100 españolas, para lo cual fue clave la entrada en alianzas estratégicas con tecnólogos del exterior. (Información de Montse Mayoral, Diario de Ferrol).
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