La Casa Blanca divulgó un expediente de prensa que supuestamente explica a los periodistas qué es la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la ONU [1]
Según la prensa occidental –o sea, según la Casa Blanca, cuyos términos repite como una cotorra la prensa occidental– la resolución fue adoptada por «una base muy amplia» y constituye «una respuesta a la constante negativa de Irán a plegarse a sus obligaciones internacionales en lo tocante a su programa nuclear». Veamos cuál es la realidad.
De los 15 miembros del Consejo de Seguridad, 12 votaron a favor (incluyendo a los 5 miembros permanentes), 1 se abstuvo y 2 votaron en contra [2]. Tras esa «base muy amplia» se esconde en realidad la aparición de una nueva tendencia: por vez primera en la historia del Consejo de Seguridad de la ONU, un bloque de naciones emergentes (Brasil y Turquía, con el apoyo del conjunto de países no alineados) se enfrentó a los miembros permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) y a los vasallos de estos últimos. O sea, esa «unanimidad menos dos votos» expresa en realidad la existencia de una fractura entre el directorio de los Cinco Grandes y lo que nuevamente debemos llamar el Tercer Mundo.
Brasil desempeñó un papel protagónico en la elaboración del Tratado de Tlatelolco, documento que estipula que América Latina es una «zona desnuclearizada». Turquía se esfuerza por hacer del Medio Oriente otra «zona desnuclearizada». Nadie duda de la sinceridad de Brasil y Turquía en cuanto a su oposición a la proliferación de las armas nucleares. Nadie duda tampoco que Turquía, país que tiene una frontera común con Irán, se mantiene especialmente vigilante para impedir que Teherán obtenga la bomba atómica.
¿Cómo se explican entonces los votos de Brasil y Turquía contra la resolución 1929?
El mito de la bomba iraní
En tiempos del sha Reza Pahlevi, Estados Unidos y Francia instauraron un vasto programa tendiente a dotar a Teherán de la bomba atómica. Se admitía, debido a la historia misma de Irán, que no se trataba de un Estado expansionista y que las grandes potencias podían confiarle sin peligro ese tipo de tecnología.A pesar de lo anterior, los occidentales interrumpieron el programa a principios de la Revolución Islámica, lo cual dio lugar a un largo litigio financiero alrededor de la empresa Eurodif. Las autoridades iraníes afirman que nunca se retomó aquel programa.
El ayatola Khomeini y sus sucesores condenaron la fabricación, almacenamiento y uso de armas nucleares, e incluso la amenaza de recurrir a ella, como actos contrarios a los valores religiosos de la fe islámica. Según ellos, el uso de armas de destrucción masiva que matan indistintamente a civiles y militares, a partidarios y adversarios de un gobierno, es moralmente inaceptable. Dicha prohibición adquirió fuerza de ley a través de la puesta en vigor del decreto emitido por el Guía Supremo de la Revolución, el ayatola Khamenei, el 9 de agosto de 2005.
Los dirigentes iraníes han dado ya muestras de su respeto por ese principio, y lo han hecho de forma que ha costado además muy caro al pueblo iraní. Durante la guerra que emprendió Irak contra Irán (de 1980 a 1988), Sadam Husein dio orden de disparar andanadas de misiles no dirigidos contra las ciudades iraníes. El ejército iraní respondió haciendo lo mismo… hasta que se produjo la intervención del imam Khomeini. El imam Khomeini ordenó el cese del lanzamiento de misiles iraníes, invocando el principio anteriormente expuesto, y prohibió todo lanzamiento indiscriminado de misiles sobre las ciudades enemigas. Irán prefirió sufrir una guerra de más larga duración antes que ganarla mediante el uso de armas que mataban indiscriminadamente [4].
La maniobra de intoxicación fue lo que sirvió de basamento al voto de las resoluciones 1737 (el 23 de diciembre de 2006) [8] y 1747 (el 24 de marzo de 2007) [9].
Washington abandonó las acusaciones contra Irán el 3 de diciembre de 2007, cuando el almirante John Michael McConnell, director nacional de la inteligencia estadounidense, hizo público un informe de síntesis. Aquel documento señalaba que hacía años que Irán había abandonado todo programa nuclear de carácter militar y que, de retomarlo, nunca sería capaz de producir una bomba atómica antes de 2015, cuando más [10]. Con la publicación de aquel informe, el almirante McConnell no buscaba simplemente poner fin a la polémica sino que pretendía, sobre todo –y conforme a la línea de un grupo de oficiales superiores reunidos alrededor del viejo general Brent Scowcroft– suspender el proyecto de guerra contra Irán, dado que Estados Unidos no disponía ya en aquel momento de los medios económicos y militares necesarios [11]. Nuestros lectores recuerdan seguramente nuestro análisis de aquellos acontecimientos publicado en estas mismas columnas, donde anunciamos el cambio de política que iba a producirse en Washington 6 horas antes de la sorpresiva publicación de aquel informe [12].
El almirante William Fallon, comandante del CentCom, y sus homólogos iraníes llegaron entonces a un acuerdo, con el consentimiento del ya entonces secretario de Defensa Robert Gates, bajo la supervisión del inspirador de los oficiales superiores, el general Scowcroft. Se había trazado un escenario de distensión destinado a permitir que Estados Unidos pudiera salir de Irak con la frente en alto. Pero el clan Bush-Cheney, esperanzado aún con aquella guerra, logró obtener la adopción de nuevas sanciones contra Irán con la resolución 1803 (el 3 de marzo de 2008) [13], a la que inmediatamente siguió la renuncia del almirante Fallon [14].
Y finalmente se produjo el intento del clan Bush-Cheney por eludir la oposición del Estado Mayor estadounidense poniendo el ataque contra Irán en manos de Israel. Fue en función de ese objetivo que las fuerzas armadas israelíes alquilaron dos bases aéreas militares en Georgia, desde las cuales sus bombarderos hubiesen podido atacar Irán sin necesidad de reabastecerse en vuelo. Pero aquel proyecto se vio bruscamente interrumpido por la guerra de Osetia del Sur y el bombardeo de las bases israelíes en Georgia por parte de Rusia.
En definitiva, el general Scowcroft y su protegido, Barack Obama, se apoderaron de aquella polémica y la utilizaron para hacer llevar adelante sus propios planes. Ya no se trataba de preparar una guerra contra Irán sino de presionar fuertemente a Teherán para obligarlo a cooperar con los anglosajones en Afganistán y en Irak. En efecto, las fuerzas occidentales se empantanaron en aquellos dos teatros de operaciones, mientras que los iraníes gozan de gran influencia entre las poblaciones azeríes afganas y los chiítas iraquíes.
Lo interesante es que el general Scowcroft, el mismo que desinfló el mito nuclear iraní en diciembre de 2007 y recibió como una bofetada las sanciones contra Irán en marzo de 2008, se ha convertido ahora, en 2010, en el gran propagandista de esas mismas sanciones.
art. completo
Referencias:
[1]«White House Fact Sheet on the new UN Security Council Sanctions on Iran», Voltaire Network, 10 de junio de 2010.
[2] Ver el acta de la sesión sobre la Resolución 1929, Red Voltaire, 9 de junio de 2010.
[4] «Iran does not need military coalition», por Kourosh Ziabari, Voltaire Network, 2 de abril de 2010.
[8] «Resolución 1737 del Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 23 de diciembre de 2006.
[9] «Resolución 1747 del Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 24 de marzo de 2007.
[10] «Irán: intenciones y posibilidades nucleares», fragmentos del National Intelligence Estimate (NIE), Red Voltaire, 17 de diciembre de 2007.
[11] «¿Por qué McConnell publicó el informe sobre Irán?», Red Voltaire/Horizons et débats, 17 de diciembre de 2007.
[12] «Washington decreta un año de tregua global», por Thierry Meyssan. Red Voltaire, 3 de diciembre de 2007.
[13] «Résolution 1803 del Consejo de Seguridad», Red Voltaire, 3 de marzo de 2008.
[14] «Pourquoi William Fallon a-t-il démissionné?», Réseau Voltaire/New Orient News, 14 de marzo de 2008.
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