El Reino Unido se encuentra desplazando a Malvinas uno de los buques de superficie principales de la armada británica. Se trata de la fragata HMS Montrose con armamento de última generación de guerra electrónica, sensores y equipos de comunicaciones sensibles con apoyo satelital e inclusive con misiles de lanzamiento vertical Sea Wolf y. entre otros, con la posibilidad de contar con armas nucleares tácticas. Las características del buque como las tares asignadas, de acuerdo a declaraciones públicas de su capitán, Johnatan Lett, pone de manifiesto una evidente capacidad ofensiva al señalar que está preparada para los posibles desafíos que se encuentren en el objetivo de de proveer presencia en la región y proteger los interés británicos en el Atlántico Sur.
La pregunta inevitable es relativa a los motivos de la decisión de enviar un buque de tales características y la razón política de la escalada en la calidad del armamento que aumenta de materia notoria la presencia militar beligerante del Reino Unido en el Atlántico Sur.
Una primera respuesta podría ser la de continuar provocando las emociones de Buenos Aires para desencadenar algún incidente militar con el objetivo de hacer ver a la Argentina ante la comunidad internacional como un Estado agresor del cual debe defenderse y con quien sería imposible negociar.
La estrategia de Londres pretendería legitimar y en particular justificar la negativa a iniciar negociaciones diplomáticas como lo viene reclamando Naciones Unidas y otros foros multilaterales. Frente a la activa diplomacia Argentina de aislar al Reino Unido en su obstinación, Londres procuraría revertir la situación de incomodidad diplomática con el argumento de que se trata de un país con vocación ofensiva con el cual no cabe dialogar. Para ello el Reino Unido necesita de un incidente militar o que Argentina revitalice su capacidad de defensa. Cualquiera de los dos propósitos serviría a sus objetivos.
Es evidente que Londres juega con fuego y de manera poco responsable. El mismo reciente mensaje del Primer Ministro, David Cameron, a la Presidenta de Argentina con motivo del resultado electoral pone el dedo en la llaga al incluir en sus felicitaciones la negativa de Londres a la negociación. No era necesario insistir en ese punto cuando hace un par de semanas ya lo había subrayado de manera categórica.
Todas las acciones provenientes de Londres apuntan en la misma dirección y es la de molestar a Buenos Aires para que actué emotivamente y altere su política diplomática. Resulta desilusionante que el Reino Unido siga con maquinaciones maquiavélicas en lugar de optar por la negociación diplomática para resolver una disputa de soberanía que lleva más de dos siglos en la agenda bilateral.
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