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domingo, 13 de noviembre de 2011

EU usa más aviones no tripulados en la frontera


TEXAS, ESTADOS UNIDOS (12/NOV/2011).- Dos agentes fronterizos pasaron junto a un grupo de arbustos en un rancho remoto y no vieron nada. Pero sobrevolando a cinco mil 800 metros de altura en la noche, el avión no tripulado Predator mantuvo su sensor de calor apuntado al lugar exacto.

En un centro de operaciones a unos 130 kilómetros, todas las miradas estaban en un sospechoso bulto oscuro en una pantalla de video. Momentos más tarde, los operadores del Predator encendieron el haz infrarrojo del aparato y le apuntaron a los agentes el lugar donde se escondían dos personas.

La misión de la semana pasada fue apenas una más para un programa de vuelos no tripulados que está desempeñando un papel cada vez mayor en la seguridad fronteriza de Estados Unidos. El Servicio Federal de Inmigración y Control de Aduanas ICE recibió su segundo Predator B en Texas el mes pasado y elevará a seis su flotilla en la frontera suroeste cuando llegue otra a una base en Arizona para finales del año.

Los aparatos han contribuido a la captura de más desiete mil 500 personas desde que comenzó su uso hace seis años. Llevan la tecnología más moderna a una de las luchas más viejas en el país. Pero en la frontera, incluso métodos sofisticados tienen que lidiar con el clima y las condiciones, al igual que los humanos.

"Estoy tratando de marcar. Estoy buscando un espacio en las nubes", dijo un exasperado operador cuando perdió la imagen de video. Capas de nubes, además de vientos fuertes y lluvias, son enemigos de los aviones no tripulados.

Las aeronaves pueden permanecer en el aire durante 30 horas, aunque las misiones usualmente duran ocho o nueve horas, con los equipos en tierra rotando turnos en los remolques de control. Contrabandistas de inmigrantes, drogas y armas son las presas.

Los Predator, que han sido usados en las guerras en Afganistán e Irak, fueron introducidos en la frontera en el 2005, un año antes de que el presidente mexicano Felipe Calderón declarara la guerra a las pandillas de droga y la violencia a lo largo de la frontera se disparara. Desde entonces, las aeronaves han registrado más de mil horas de vuelo y ayudado a interceptar 21.000 kilogramos de drogas.

"Es como cualquier otra plataforma de operación para las autoridades", dijo Lothar Eckardt, director de la Oficina de Predator para la Fuerza Aérea y los Infantes de Marina, que tiene su sede en la Estación Aeronáutica y Naval de Corpus Christi. "No es algo distinto a un helicóptero".

Un sistema Predator, que consta del avión, los sensores, los paneles de control y las antenas, cuesta 18.5 millones de dólares. La envergadura de la nave, de 20 metros (66 pies) contrasta con un cuerpo relativamente pequeño, apoyado en el tren de aterrizaje.

Eso hace que los aviones se asemejen a insectos gigantes. Hay una sola hélice posterior, lo que permite realizar vuelos relativamente silenciosos.

Dentro del remolque que funciona como centro de control en tierra, un piloto y un operador de sensores se sientan juntos, frente a los paneles, que incluyen cuatro pantallas cada uno, una palanca de mando, un teclado, varios controles adicionales y pedales. El piloto realiza el vuelo, y el operador de sensores maneja el equipo infrarrojo y otra tecnología debajo de la nariz del avión.

Algunos preguntan si se justifica desembolsar el alto precio de estos aviones.

"El mayor impacto que nos causa el programa UAS (de sistemas de aeronaves no tripuladas, por sus siglas en inglés)... es que resulta demasiado caro", dijo T.J. Bonner, ex presidente del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, el sindicato de los agentes.

Bonner dijo que el dinero debía destinarse mejor al emplazamiento de más agentes en tierra y a la compra de naves tripuladas.

Las misiones más delicadas del Predator son aquellas que se realizan al otro lado de la frontera, en México. Un cable diplomático del 2008, filtrado por WikiLeaks, describió un encuentro entre el secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, y varios miembros del gabinete de seguridad de México.

Los funcionarios mexicanos habrían respaldado entusiastas la idea de los vuelos de vigilancia. Sin embargo, el gobierno mexicano se muestra reacio a hablar públicamente sobre un asunto que podría percibirse como una intromisión en la soberanía nacional.

En marzo, funcionarios mexicanos defendieron la autorización a los vuelos de vigilancia y dijeron que un representante de las autoridades mexicanas estaba siempre presente en las salas de control.

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