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lunes, 13 de febrero de 2012

Así ataca un misil balístico intercontinental.

Las armas más devastadoras del mundo han avanzado enormemente en los últimos 50 años,
y es muy improbable que puedan ser detenidas de manera eficaz por los sistemas antimisil.




Animación infográfica abreviada –pero muy espectacular– del vuelo de un misil balístico intercontinental Minuteman-III, desplegado en los años '70 por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Aunque la fase de vuelo libre ha sido eliminada, así como todas las técnicas de ayuda a la penetración–imagino que para acortarlo y simplificarlo– usaremos este video como base en el artículo, ampliando y actualizando allá donde sea necesario.
Los Estados Unidos y la Federación Rusa son, con una diferencia abismal, los principales poseedores mundiales de armas de destrucción masiva. En estos pavorosos arsenales se cuenta un arma de la que casi todos hemos oído hablar, pero que siempre ha estado envuelta en un halo de secreto absoluto y misterio apocalíptico: los misiles balísticos intercontinentales provistos con cabezas termonucleares, más conocidos por sus iniciales en inglés ICBM (o SLBM para los que se despliegan a bordo de submarinos). Como es costumbre en este blog, trataremos de arrojar algo de luz sobre materia tan delicada, al menos hasta donde sea posible con la información disponible para el público.

Un misil balístico intercontinental es, en esencia, un tipo de cohete espacial diseñado no para entrar en órbita, sino para transportar una carga velozmente a distancias remotas. Ya el primero de todos ellos, el R-7 Semyorka (una variante del mismo propulsor utilizado en los Sputnik), era capaz de lanzar cinco toneladas y media a ocho mil kilómetros de distancia en 1957, ampliados a doce mil en 1959 con el R-7A. Aunque se trataba de un modelo primitivo y poco práctico, que exigía unos preparativos análogos a los de un lanzamiento espacial con horas e incluso días de preaviso, ya reunía las cualidades esenciales de un ICBM: amenazar con la completa devastación a través de los continentes, mediante la propulsión de grandes bombas atómicas características de aquel tiempo.


Durante las siguientes dos décadas, ambas superpotencias se enzarzaron en una carrera que el mundo observó con ojos boquiabiertos y aterrados, construyendo más de setenta mil armas nucleares que dieron lugar al concepto overkill: la capacidad de matar a la raza humana entera más de una vez. Hasta veintitrés veces, en los peores momentos de la Guerra Fría. Las más sofisticadas y esotéricas de todas ellas iban a parar sistemáticamente a las instalaciones donde se ensamblaban a millares estos misiles balísticos intercontinentales. Sobre todo a cinco de ellas: las de Boeing Defense, Space & Security, Lockheed Martin Space Systems, Yuzhmash de Dnipropetrovsk, el Centro de Producción Espacial Khrunishev de Moscú y la especialmente secretista Fábrica de Maquinaria de Votkinsk, dependiente del no mucho más público Instituto Moscovita de Termotécnia.

A partir de finales de los '70 y sobre todo de principios de los '90, distintos tratados de limitación y reducción de armas estratégicas rebajaron estas cifras a números más moderados. Aún así, ambas naciones mantienen probablemente la capacidad teórica de acabar con todos nosotros más de una vez. Se estima que, entre las dos, conservan unas 21.400 armas nucleares, de las cuales 7.276 siguen desplegadas para su uso inmediato. De estas, entre cuatro y cinco mil continúan a bordo de unos 1.500 misiles balísticos intercontinentales con base en tierra y en el mar. Muy recientemente, Barack Obama y Dmitry Medvédev han llegado a un nuevo acuerdo START que reducirá estas fuerzas a 800 lanzadores y 1.550 cabezas.



Sin embargo, ninguno de estos tratados prohíbe que esta clase especial de armamento sea constantemente mejorado y actualizado. Para ello, los Estados Unidos y Rusia han adoptado durante las últimas décadas dos políticas radicalmente opuestas. La potencia norteamericana continúa operando la generación de misiles del Minuteman III cuyo exponente más moderno –el naval Trident II D5– fue desplegado en 1990, actualizándolos mediante distintos programas de modernización (el más reciente data de 2007). Rusia, en cambio, prefiere sustituir progresivamente los sistemas completos por versiones más avanzadas, de diseño actual, como el Tópol-M motorizado de 1997, su variante RS-24 Yars de 2009 o el naval Bulavá, que ha presentado problemas y sigue en pruebas, aunque se prevé que esté terminado este año y entre en servicio antes de 2012 con los nuevos submarinos de la clase 955 Borei. Realmente, no puede decirse que unos u otros hayan optado por una solución mejor o peor. Ambos países cuentan con extraordinarios científicos y tecnólogos, los mejores y más experimentados del mundo en materia de armamento nuclear con muchísima diferencia, y cada uno de ellos ha elegido la aproximación que mejor se adaptaba a sus capacidades, prácticas y fortalezas.

Todas estas actualizaciones y nuevos diseños se han producido ya en un tiempo en que los sistemas antimisil son conocidos y están bien estudiados. Por ello, gran parte de tales modernizaciones se han concentrado en dotar a estos misiles desde el tablero de diseño con la capacidad de superarlos y derrotarlos, así como en mejorar su precisión y sus posibilidades de ataque. Aunque en general esta clase de armas están pensadas para usarse en masa durante el transcurso de una guerra nuclear con características aeroespaciales, supondremos un escenario donde los Estados Unidos o Rusia –por ejemplo, siguiendo la vigente doctrina Ivanov– decidieran aniquilar una fuerza atacante convencional marítima o terrestre mediante el uso de un ICBM. Ya que el viceprimer ministro primero de Rusia parece tan empeñado, le concederemos los honores a sus Fuerzas de Cohetes Estratégicos. Utilizaremos un misil balístico intercontinental Tópol-M de la base de Teykovo, provisto con cuatro ojivas MIRV de 550kilotones cada una (2,2 megatones en total). Eso son sesenta veces Hiroshima y Nagasaki, juntas, en un solo misil.

La cuenta atrás.



Tiempo -08 minutos, 00 segundos – Un satélite de reconocimiento estratégico Personaconfirma la presencia y posición de una gran fuerza ofensiva dirigiéndose hacia la región de Vladivostok, en Siberia Oriental. Retransmite los datos a Moscú vía un satélite militar de telecomunicaciones Strela-3, donde la dirigencia política ha tomado ya la decisión de contenerla mediante un ataque nuclear.

Tiempo -06:00 – Se transmite por vía satelitaria la alerta roja a las administraciones gubernamentales y las fuerzas armadas de la Federación Rusa, y adicionalmente una Condición Severa (equivalente al DEFCON-1) a las Fuerzas de Cohetes Estratégicos, el comando submarino especial de la Marina, las Tropas Cósmicas, el sistema de defensa aeroespacial de Moscú y las autoridades civiles y militares de la región de Vladivostok.

Paralelamente, un general de Estado Mayor transmite al cuartel general del 54º Regimiento de Misiles de la Guardia en Teykovo la orden y las claves para lanzar de inmediato un misil balístico intercontinental Tópol-M contra las coordenadas determinadas por el directorio de inteligencia espacial de Vatutinki, a partir de la información obtenida mediante los satélites de reconocimiento.

Tiempo -04:00 – Por precaución, las autoridades civiles y militares comienzan a abandonar Moscú en helicóptero. El Jefe de Estado Mayor y otros generales se dirigen hacia la instalación subterránea de Penza, mientras que el Presidente y varios altos funcionarios lo hacen en dirección a la de Chekhov. Se rumorea que otro personal esencial político, científico y militar se halla ya en Sharapovo, Kosvinsky y lugares menos conocidos.



Tiempo -02:30 – Un vehículo erector-lanzador todoterreno de ocho ejes MZKT-79921 que circula lentamente por un sendero boscoso al norte de Teykovo se detiene en una pequeña ladera. Fijan los soportes neumáticos. El personal a bordo determina su posición mediate el receptor GLONASS. Un joven teniente enciende el misil RT-2UTTH Tópol-M que transporta y le introduce las coordenadas de partida y de destino. A su lado, un mayor le programa una configuración de ataque airburstavanzado concebida para barrer una gran área maximizando sus posibilidades de penetración.

Tiempo -01:00 – Inician el precalentamiento del misil. El mayor solicita las claves de desbloqueo de las cabezas termonucleares a su mando del 54º Regimiento. Segundos después, le son transmitidas. Las teclea y, al instante, el ordenador a bordo del misil Tópol-M da luz verde al disparo. El teniente joven recita con voz tensa: "lanzamiento autorizado, distancia al eje del ataque 6.662 kilómetros, azimut 0-6-3, trayectoria deprimida con apogeo en 893 kilómetros..."

Tiempo -00:35 – Todas las luces están en verde. El mayor al mando del vehículo ordena la ejecución del lanzamiento. El teniente gira una sola llave y pulsa un único botón. La cúpula protectora del contenedor-lanzador sale despedida mediante un resorte, e inmediatamente después el cilindro de veinticinco metros y cincuenta toneladas se eleva a la posición vertical sin aparente esfuerzo mientras el personal a bordo se protege los oídos. En ruso, tópol significa chopo, y realmente parece un gran tronco de metal.





Variante civil del Tópol-M, llamada Start-1, lanzando un satélite comercial israelí Eros-A.
El ataque del chopo.

Tiempo 00:00 – Suena una rápida secuencia de detonaciones; el vehículo lanzador vibra con violencia y se ve envuelto en una nube de humo grisáceo que huele parecido a los enchufes quemados. Una luz intensa les ilumina. Sobre sus cabezas, el misil Tópol-M de 23 metros y 47 toneladas se eleva verticalmente acelerando con una rapidez asombrosa: es la fase de impulsión ultrarrápida, cuyo propósito es separarlo del suelo rápidamente de tal modo que cualquier misil antiaéreo enemigo situado en las cercanías no pueda alcanzarlo a tiempo.





Otra toma de la variante civil del Tópol-M lanzando el satélite comercial israelí. Esta variante utiliza motores MIHT, con menos aceleración que los militares 15Zh58, para proteger la carga civil.

Tiempo 00:10 – Apenas sale del tubo lanzador, el misil comienza a rotar significativamente (no sucede en la variante comercial). El motivo es que, si alguien disparase una hipotética arma láser desde tierra o desde el cielo contra él en la fase de impulsión, el haz concentrado no pueda quemar a través de un único punto. No existe ningún láser móvil en la actualidad que pueda penetrar un misil de estas características a una mínima distancia si no puede enfocar el haz sobre un lugar específico; ni existirá en un buen puñado de años, suponiendo que sea posible lograrlo a través de la atmósfera debido a los problemas de dispersión y refracción óptica que los plagan. Pero además, por si las moscas, el misil va cubierto con una lámina de material ablativo que dispersa el láser y disipa su energía en el caso de que alguien lo consiguiera en el futuro.

En tierra, el vehículo todoterreno repliega el humeante tubo lanzador y se dispone a volver a base. Su misión ha finalizado. El misil es ahora totalmente autónomo y alcanzará sus blancos sin ninguna otra intervención humana.

Tiempo 00:30 – El misil ha superado la velocidad del sonido en menos de medio minuto y ya se encuentra a diez kilómetros de altitud, fuera del alcance de todos los sistemas antiaéreos de baja cota. En este momento, el lanzamiento podría estar siendo detectado por satélites enemigos.

Tiempo 01:00 – A cuatro veces la velocidad del sonido, la primera fase se separa al norte de Nizhny Novgorod y cae a tierra. Con menos peso y superada ya la franja de deceleración dinámica, el Tópol-M acelera mucho más deprisa, guiado por los giroscopios inerciales hacia un punto determinado del espacio exterior.



Tiempo 01:30 – El misil está ahora hipersónico, a treinta kilómetros de altitud, fuera del alcance de casi todos los sistemas antiaéreos de alta cota, incluyendo el Patriot PAC-2/3, el S-300PMU o el RIM-66/67 Standard. Con toda seguridad, el lanzamiento ha sido detectado por satélites enemigos. Pero en la práctica, ningún misil lanzado desde dentro de la atmósfera terrestre puede alcanzarle ya.

Tiempo 02:04 – La segunda fase se separa a 13.000 km/h y cien kilómetros de altitud, en la línea Kármán, al borde del espacio exterior. No existen en este momento, ni se esperan en el futuro próximo, armas que puedan derribarlo ahora. Sobrevuela en estos momentos la ciudad de Kirov.

Tiempo 02:30 – El misil se encuentra en el espacio exterior, por encima de diecisiete mil kilómetros por hora y acelerando todavía más en busca de una trayectoria deprimida por debajo de 30º de ángulo. El fuselaje aerodinámico frontal (la punta) se separa impulsada por pequeños motores vernier y deja al descubierto el bus con las cuatro cabezas termonucleares y las ayudas a la penetración.

Tiempo 03:00 – A 29.880 kilómetros por hora, unos 27º de ángulo y ciento setenta kilómetros de altitud, la tercera fase se apaga y separa, liberando el bus con las ojivas MIRV de carga atómica. Ahora, el Tópol-M ya no tiene propulsión ninguna (ni la necesita). Se dispara una pequeña cápsula criogénica para hacerle perder temperatura rápidamente. Las estaciones de inteligencia espacial de otras potencias tratan de determinar su rumbo y perfil exacto, antes de que se enfríe y se vuelva prácticamente invisible en la inmensidad del cosmos tanto en frecuencias visuales como infrarrojas.



Tiempo 04:00 – Ya en vuelo libre, el sistema de guía astroinercial toma rápidamente puntos de referencia con nueve estrellas de posición conocida (tres juegos de tres). El ordenador de a bordo las triangula, promedia los resultados y se los suministra al piloto automático. Entonces, los impulsores vernier de gas frío hacen minúsculas correcciones angulares y empiezan a librar las cuatro cabezas MIRV termonucleares con rotación inducida, de diez a veinte señuelos (a la derecha, los viejos hinchables del Minuteman III) y diversos perturbadores de guerra electrónica que permanecen apagados por el momento.

Antiguamente, esta libranza se producía mucho después (casi encima del blanco, como se ve en el primer video; y, con frecuencia, se intercalaban las fases de impulsión con fases de vuelo libre balístico). Sin embargo, esto facilitaba mucho las posibilidades de detección e intercepción por parte del oponente. El desarrollo de sistemas de guía astroinercial mucho más exactos ha hecho posible soltar toda la carga militar en esta etapa temprana del vuelo sin perder precisión, y además al amparo del frío espacial, que dificulta el detectarla y seguirla con satélites optoelectrónicos. Esto logra que, para cuando la carga militar llegue al alcance de los radares de alerta temprana de largo alcance, éstos se encuentren con una multitud de blancos, señuelos y perturbadores electrónicos entre los que deben tratar de descubrir las cabezas reales. También impide la operación de hipotéticos interceptores espaciales, como los que se postularon para la cancelada Guerra de las Galaxias.

Tiempo 06:20 – La carga militar alcanza la máxima altitud, 893 kilómetros (dos veces y media más que la estación espacial internacional). La gravedad tira de ella y comienza a descender hacia su objetivo. Ahora, los radares de descubierta de más largo alcance pueden estar detectando un minúsculo "borrón" de cabezas MIRV, señuelos que las imitan y perturbadores en una elevación extrema.



Tiempo 09:00 – La carga se encuentra ahora sobre Siberia Central, cayendo de vuelta hacia la atmósfera terrestre a más de ocho kilómetros por segundo: en último término, un ICBM no deja de ser una forma de artillería de tecnología avanzada. Los radares de descubierta de largo alcance comienzan a localizarlas con más precisión. Por su parte, algunos de estos objetos comienzan a liberar aerosoles multiespectrales que actúan a modo de chaff, con una fracción de su peso, y también confunden a los detectores de infrarrojos. Las cápsulas decontramedidas electrónicas se encienden, introduciendo mayor confusión en los radares enemigos. 

Tiempo 11:15 – Los radares de largo alcance comienzan a tener soluciones de trayectoria, pero no pueden discriminar correctamente entre cabezas reales y señuelos, que suman más de quince blancos a treinta mil kilómetros por hora. Las cápsulas de contramedidas electrónicas y los aerosoles multiespectrales introducen errores e imprecisiones en su telemetría, y se requiere una precisión extrema para intentar una intercepción exoatmosférica de fase intermedia (suponiendo que estos medios estuvieran disponibles en el área de batalla). De todos modos, aún no saben cuáles son las cabezas reales, los interceptores exoatmosféricos son muy costosos y hay pocas unidades como para dispararlas a mansalva con una probabilidad de éxito tan baja. Se empiezan a hinchar los expansores, globos metálicos de mayor tamaño que ofrecen un mejor blanco y por tanto tienden a hacer que los sistemas de blocaje automático de las guías para los antimisiles los adquieran a ellos, en vez de a las cabezas reales.

Tiempo 11:30 – En estos momentos podría comenzar a conocerse el objetivo del ataque, y transmitir órdenes urgentes para la dispersión de las fuerzas que amenazan Vladivostok. Pero sólo quedan cinco minutos, y no hay muchos sitios a donde un ejército o una flota o una fuerza de desembarco o cualquier cosa por el estilo pueda dispersarse en cinco minutos. 


Tiempo 12:02 – Se intenta el primer disparo con cuatro interceptores exoatmosféricos de fase intermedia contra lo que parecen ser diecisiete blancos a punto de iniciar la reentrada, a 2.300 kilómetros de distancia.

Tiempo 12:30 – Los interceptores se abalanzan contra las cabezas y los señuelos a una velocidad sumada de 65.000 kilómetros por hora. Tardarán un minuto y medio en encontrarse, pero esa velocidad tan extrema obliga a los interceptores a acertar de lleno en el primer cruce: nunca podrían dar la vuelta a tiempo para intentarlo otra vez. Además, los ángulos son extremadamente críticos, y los perturbadores y aerosoles siguen causando dudas sobre su exactitud.

Tiempo 13:30 – Las ojivas MIRV y los señuelos están ahora iniciando la reentrada en la atmósfera terrestre, por lo que empiezan a perder algo de velocidad. Se encuentran a unos 200 kilómetros de altitud y mil quinientos kilómetros de su blanco. Las ojivas no se comportan aerodinámicamente de manera idéntica a algunos de los señuelos, por lo que empieza a asomar la posibilidad de distinguir unas de otras.


Tiempo 13:55 – ¡Intercepción! Los interceptores exoatmosféricos de fase intermedia han alcanzado algo, probablemente dos o tres blancos, pero es imposible saber de qué se trata. Harían falta imágenes infrarrojas de alta resolución y muchas horas de análisis para descubrir si han alcanzado ojivas reales, señuelos o incluso algún perturbador. El problema es que sólo quedan tres minutos.

Tiempo 14:15 – Las ojivas MIRV siguen perdiendo velocidad, y empiezan a maniobrar modificando marginalmente sus ángulos y velocidades. Ahora empieza a ser posible distinguirlas con claridad de los señuelos. Pero estos movimientos complican las posibles soluciones de intercepción. Parece que una de las cabezas termonucleares se está destacando en primera posición, mientras que otras dos o tres quedan un poco más rezagadas, modificando sus trayectorias de forma aparentemente arbitraria para ponérselo lo más difícil posible a los ordenadores de tiro antimisil.

Tiempo 14:30 – Los radares de defensa terminal comienzan a detectar blancos a mil kilómetros de distancia. Pero los interceptores antibalísticos terminales sólo tienen unos 600 kilómetros de alcance máximo. Empiezan a computar soluciones de tiro para cuando se encuentren un poco más cerca.

Tiempo 14:50 – ¡Detonación nuclear! La cabeza líder ha estallado a unos 90.000 metros de altitud sobre la frontera china, aún dentro de territorio ruso. Esto no afecta significativamente al suelo, pero provoca un intenso efecto de oscurecimiento electromagnético instantáneo, en cientos de kilómetros a la redonda, por alta ionización de las regiones inferiores de la ionosfera. Las ondas de radar y radio no pueden pasar a través. Los sistemas de defensa terminal acaban de quedarse ciegos, y con ello desaparece la posibilidad de disparar algún interceptor más.

Tiempo 16:00 – Las dos ojivas MIRV supervivientes (la tercera quizá fue derribada, quizá falló, quizá servía para alguna otra cosa...) atraviesan la región de oscurecimiento a velocidad altosupersónica, guiadas por su sistema inercial autónomo, que ya no requiere de interacciones con el exterior y es por tanto inmune al oscurecimiento electromagnético (las cabezas también van blindadas contra pulsos electromagneticos e incluso explosiones atómicas a más de 500 metros de distancia).



Tiempo 17:10 – Las cabezas detonan separadas unos siete kilómetros entre sí, a dos mil quinientos y cuatro mil quinientos metros de altitud, sobre las fuerzas que amenazaban Vladivostok. La potencia final total es de 1,1 megatones (megatonelaje equivalente: 134 ktE). Esto representa dos extensas áreas de aniquilación total de cinco kilómetros de diámetro, con daños graves y extensivos hasta los diez kilómetros de diámetro (se puedetapar la ciudad de Madrid más o menos hasta la M-40, con esas dos explosiones). 

Todo esto se puede hacer con un solo misil de unos diez años de antigüedad. Dejo a la imaginación del lector suponer lo que se podría hacer con una decenita cumplida y un buen plan estratégico, o con los que se están construyendo en estos mismos momentos para reponer o actualizar los obsolescentes. Por el momento y me temo que durante algún futuro, continúo opinando que la espada es más poderosa –y mucho más económica– que el escudo; y que, por tanto, continuaremos viendo doctrinas de seguridad y defensa basadas en la disuasión nuclear de alto nivel durante bastante tiempo. Tratados como el de la semana pasada son muy buenos, y reducen el riesgo de que nos aniquilemos a nosotros mismos a gran escala. Pero, por motivos evidentes, las armas nucleares llegaron para quedarse y van a seguir ahí durante muchos años más.


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