Para Marina Popovich a quien sus colegas llaman “Madame MIG”, los récords no eran sino su trabajo común y corriente. Ella es la única piloto del mundo que estableció 101 récords en aviones de diversos tipos. En su nuevo libro “Soy piloto” la legendaria Marina Popovich, que hace poco celebró su 80 aniversario, cuenta su vida en la aviación.
Marina Popovich tiene un destino fantástico. Ella llegó a ser aviadora, si bien todo, parecía, se oponía a ello. El impedimento principal era su pequeña estatura: 150 cm, quiere decir que los pies no alcanzaban los pedales. La chica de 14 años decidió “alargar” sus piernas. Encontró ciertos dispositivos de alpinista y pidió que se la colgara por las piernas con la cabeza para abajo. Para la edad de 16 años, ora gracias a sus ejercicios, ora creció naturalmente, su estatura aumentó a 161 cm y fue admitida en el club aeronáutico. Pero María quería apasionadamente ser piloto militar profesional, pero por entonces en Rusia entre ellos no había mujeres. En 1958 Marina pudo entrevistarse a d duras penas con el mariscal Kliment Voroshilov. Con su decisión “Pido a título de excepción enviarla a una escuela de aviación”, él le abrió camino a la aviación.
La popularidad de Marina Popovich, piloto y beldad rusa, era inverosímil. “Debido a la grande fama, no oí el rumor del tiempo que se iba”, bromea ella. En EEUU, por ejemplo, se la llama tan solo como “Madame O.K.”. Justo con tal titular el New York Times publicó una fotografía de gran tamaño de Marina tras su actuación en el show aéreo en Lakeland. La cuestión consiste en que a todas las ordenes del dirigente de vuelos desde tierra ella respondía ”¡O.K.!” porque no sabía inglés y no entendía nada. Marina se acuerda de aquel vuelo porque ayudó a encontrar un sponsor para tratar a niños rusos minusválidos. Cuando yo y Vladimir Voropáev de la fundación “Salud de la Patria” llegamos a Nueva York, se nos aconsejó que dirigiéramos al financiero norteamericano, señor Vance, recuerda Marina.
Entraos en su gabinete y yo digo a Vladimir que mire a un rincón: allí estaba mi fotografía grande. Vance nos recibe muy afablemente. Resulta que era dirigente de aquel vuelo. “Yo pregunto si el tren de aterrizaje está soltado. Tomo los prismáticos. Usted responde “O.K.”, pero yo veo que éste está escamoteado. ¡Santa Madonna! No hemos controlad a la rusa y ella, puede que haya llevado una bomba”, dice Vance. Y allí, a 40 km, se encuentra el cabo Cañaveral, de donde se lanza Discovery. “Acaso ha pensado así?”, le pregunto. Él responde: ¿Pero Usted no ha reaccionado de forma alguna”.
Los méritos de Marina Popovich fueron distinguidos con muchas condecoraciones, incluidas las órdenes de la Valentía y la Estrella Roja, se le entregó la Gran Medalla de Oro de la Federación Internacional de Aviación., Su nombre se dio a una estrella en la Constelación de Cáncer. El libro “Soy piloto” es ya el Nº 18, pero el primero que cuenta de ella misma. Los demás están dedicados a sus amigos y colegas. “La magia del cielo” al dos veces Héroes de la URSS, piloto cosmonauta Pável Popovich, primer marido de Marina y padre de sus dos hijas. Cualquier cosa que haga Marina, dondequiera que se encuentre, siempre ha sentido que es piloto y solo después, madre, esposa, amiga, escritora. Por eso incluso su deseo a los lectores tiene una orientación “aérea”: “alas seguras en la vida”.
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