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miércoles, 11 de julio de 2012

El Quinto Jinete del Apocalipsis: el poder corporativo del G8

x Glenn Ashton :: Más articulos de esta autora/or: Una vez más África está siendo obligada a abrir sus puertas a la explotación, presentada como ayuda

Un peligroso juego internacional se desarrolla en nombre de la ayuda a que África se alimente. Lo que es presentado como generosidad caritativa tiene más en común con el refuerzo del neocolonialismo que con la alimentación de africanos. Es en realidad un ataque misantrópico, múltiple, del G8 por controlar las materias primas, la tierra y las semillas africanas.

África ocupa actualmente un lugar interesante en la emergente política real tripartita. Primero, están las antiguas, pero decrecientes, relaciones entre África y sus potencias coloniales europeas – España, Portugal, Alemania, Bélgica, Italia y sobre todo Francia e Inglaterra. En segundo lugar está la creciente relación posterior a la Segunda Guerra Mundial entre África y la superpotencia global de EE.UU. En tercer lugar es la creciente importancia de la emergente alianza del grupo BRICS, en la cual Sudáfrica aparece como súper potencia regional junto a Brasil, India y China. Estos tres bloques tienen a menudo papeles en conflicto, y conflictivos, en el desarrollo y explotación de África.

En ninguna parte es más evidente que en el campo de la agricultura. La agricultura africana sigue estancada, asediada por maldiciones gemelas. Por una parte está su inmensa vulnerabilidad ante la variabilidad climática, que será exacerbada por el cambio climático. Por la otra están los impactos deformadores del mercado de los subsidios alimentarios en el mundo desarrollado. Se combinan para hacer que el precario negocio de la agricultura en África sea aún más traicionero de lo necesario.

La última década ha visto el aumento de una tercera amenaza, la de tomas de tierras en todo el continente. Algunas emanan de especuladores e inversionistas corporativos. Otras de naciones Estado, particularmente en Medio Oriente rico en petróleo pero infértil, y también del Lejano Oriente, Europa y EE.UU. Esta tendencia ya ha creado importantes dificultades locales documentadas por grupos de control como Grain y Action Aid. Durante algo como la última década África ha cedido entre 40 y 50 millones de hectáreas a intereses extranjeros.

Ahora ha aparecido una cuarta, posiblemente aún más siniestra amenaza. Algunos antecedentes: En julio de 2009, en la reunión del G8 en L’Aquila, al norte de Roma, se prometieron 22.000 millones de dólares para la ayuda y mejoramiento de la agricultura africana durante los 3 años siguientes. Por supuesto es una miseria en comparación con entre 250 y 350 mil millones de dólares gastados anualmente en subsidios que deforman el mercado dentro de la OCDE. Sin embargo, 22.000 millones de dólares podrían por lo menos contribuir a encarar algunos de los profundos problemas sistémicos que enfrenta la agricultura africana.

La exasperante realidad es que solo aproximadamente la mitad del monto prometido fue desembolsado dentro del marco de los 3 años. Peor todavía, solo un 12% de esa suma fue dinero nuevo que no hubiera sido donado en todo caso.

Por consecuencia, un trato faustiano fue cerrado en la reunión del G8 de junio de 2012. En lugar de cumplir con los compromisos, cambió de táctica y prometió ayuda por 3.000 millones de dólares mediante un “compromiso de ayuda corporativa” para la agricultura africana. Introduciendo “La Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición” Obama hizo una promesa inmensamente condescendiente –pero siniestra– de que las corporaciones ayudarían de algún modo mágico a que África superara sus desafíos productivos sistémicos, en circunstancias que el G8, la revolución verde y bastante más no lo han hecho hasta la fecha.

Agregando cinismo a la condescendencia, Obama pasó a advertir que las naciones africanas tendrían que realizar “duras reformas” y “refinar políticas a fin de mejorar las oportunidades para inversiones”, a fin de poder atraer esas inversiones. Desde una perspectiva africana esto parece indistinguible de anteriores políticas de ajuste estructural impuestas desde el exterior. Parece como un paternalismo neocolonial “Cambia, o verás” más evidente. ¿Si grazna como un pato es un pato?

Bueno, ¿qué llevó Obama a la fiesta para salvar África? Para comenzar, tenemos a Monsanto, DuPont, Syngenta, Bayer y BASF, las mayores compañías del mundo de semillas y productos químicos agrícolas, todas involucradas en cultivos genéticamente modificados, agricultura industrial y patentes de cultivos y alimentos, sin un solo hueso verificablemente caritativo en su cuerpo colectivo.

¿Oigo gritar a los cínicos que seguramente es cínico rechazar semejante experticia, semejante hechicería semillera? Tal vez sea así, pero debemos tener absolutamente claro un tema central. Las corporaciones privadas tienen un objetivo primordial: el lucro. Todo lo demás es secundario. La generosidad corporativa es motivada exclusivamente por su propio interés.

Eso deja entrever por qué Pioneer Hi-Bred, una subsidiaria de DuPont, y la segunda compañía semillera del mundo por su tamaño después de Monsanto, obtuvo recientemente luz verde para adquirir la mayor compañía semillera independiente de África, Pannar. Esta semillera multinacional basada en Sudáfrica, presente en por los menos 14 naciones africanas, así como Suramérica y EE.UU., es ciertamente una joya valiosa.

Esta fusión fue inicialmente rechazada por las autoridades sudafricanas de la competencia. Subsiguientemente fue autorizada por la Corte de Apelaciones de la Competencia, después que el trato fue cínicamente edulcorado para “beneficiar” a Sudáfrica. El resultado es que la industria semillera de Sudáfrica es ahora controlada efectivamente por un duopolio de dos multinacionales estadounidenses: Monsanto y Pioneer. Pioneer declara abiertamente su deseo de expandir dentro de África; Pannar provee el marco ideal. El que controla la semilla, controla el alimento.

De manera extraña, el Departamento Sudafricano de Agricultura considera que esa fusión es benéfica. Pero esto es comprensible si se considera la notable ineptitud de ese departamento al encarar la seguridad alimentaria del país. En lugar de concentrarse en el cambio ha apoyado incondicionalmente la cadena de valor agrícola industrializada controlada por las corporaciones, mientras se lamenta de que la agricultura sudafricana sigue sin ser transformada.

Una actitud tan ingenua no existe en toda África. Anticipándose proféticamente al anuncio por Obama de su “Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición”, una carta de una unión representativa de agricultores africanos, apoyada por empresarios africanos y expertos en desarrollo preguntó: “Le pedimos que explique cómo puede llegar a justificar la idea de que la seguridad y la soberanía de África pueden ser aseguradas mediante la cooperación fuera de los marcos políticos formulados de manera inclusiva con los campesinos y productores del continente”. En otras palabras, ¿qué le parecería no imponer decretos imperiales unilaterales a África, una vez más, presidente Obama?

La carta sigue diciendo: “Por eso debemos basar nuestra política alimentaria en nuestros propios recursos como es hecho en otras regiones del mundo. El G8 y el G20 no pueden ser considerados de ninguna manera como los foros apropiados para decisiones de este tipo.” ¿Pero escucharán el G8, la OCDE y los aprovechadores corporativos? No es probable. No cuando pueden apoderarse de todo un continente. Las agencias que denuncian la corrupción están aparentemente dispuestas a facilitarla.

¿Es una coincidencia que los “patrocinadores” corporativos del G8 incluyan a Kraft, Intersnack y Olam (el mayor negociante de anacardos del mundo), junto a Oltremare, el principal fabricante de máquinas para el procesamiento de anacardos? Seguramente solo “ayudan” a la producción de anacardos en Mozambique. ¿Interés propio? ¡Jamás!

Debe ser también el motivo por el cual Mars, la mayor compañía chocolatera del mundo, Kraft (¡de nuevo!) que recientemente adquirió Cadbury y Cote D’or, junto al gigante del chocolate Hershey y por cierto el predominante negociante internacional de cacao, Armajaro, están “ayudando” a la producción africana de cacao. ¿Interés propio? ¡Jamás!

Incluso un análisis superficial indica cómo la aparente generosidad de la nueva hermandad corporativa del G8 es muy inferior al el remate por 3.000 millones de dólares del mercado agrícola africano a los mayores protagonistas de este juego. En su mayoría ya son protagonistas; esta “alianza” es simplemente una inmensa palanca para legitimar una artimaña del Foro Económico Mundial (WEF) , inspirada en el libre mercado, para que parezca que están ayudando a África mientras en realidad solo se están aprovechando ellos mismos.

Seguramente, me dicen, ¿no será una exageración?

Bueno, no lo es. Bunge, Cargill, Archer Daniels Midland – los mayores negociantes del mundo en recursos alimentarios– muestran constantemente depredación antes de beneficencia. El paquete de ayuda corporativa al algodón de Obama contiene todos los principales negociantes en algodón que demuestran poca preocupación por cómo los subsidios al algodón de EE.UU. han diezmado la industria africana.

¿Y Rabobank, involucrado activamente en adquisiciones de tierras en la continua apropiación del suelo? Rabobank también tiene estrechas relaciones con Rothschild, Morgan Stanley y es el principal accionista en Agri-Sar, que tiene el objetivo de “monetizar el agua”. ¿Seguramente esas intervenciones corporativas son en beneficio de la agricultura africana?

No se puede negar que África ciertamente necesita toda la ayuda agrícola que pueda conseguir. África tiene el potencial de suministrar vastas variedades y cantidades de alimentos. Y sí, hay mucha gente buena involucrada en algunos programas para ayudar a que África se alimente a sí sola – y al mundo. Pero imponer una nueva, falsa, revolución verde después de otra fracasada no es una solución. Tampoco beneficiará a África un conjunto de nuevos ajustes estructurales impuestos por las corporaciones, el G8 y el Foro Económico Mundial.

Si los problemas de la agricultura africana han de ser encarados, ¿no convendría comenzar por los subsidios agrícolas de la OCDE que distorsionan el comercio? USAID tampoco puede seguir perjudicando las economías locales vendiendo a bajos precios alimentos subvencionados a los mercados africanos – debe adoptar al modelo europeo de adquirir alimentos locales para su redistribución. De la misma manera, compañías europeas no pueden seguir usurpando vastas porciones de tierra para producir combustible “verde” para engañar a sus consumidores diciendo que están siguiendo prácticas sustentables.

El verdadero problema es la relación inflexible generada en el nexo político corporativo. Aunque no sea para otra cosa, Obama nos ha hecho a todos el favor de alertarnos respecto a la naturaleza de esta relación con su última cínica oferta de ayudar a África con su “Nueva Alianza para Seguridad Alimentaria y Nutrición”.

La realidad es que una vez más África está siendo obligada a abrir sus puertas a la explotación, presentada como ayuda. Si este nuevo ataque neocolonial ha de producir algo positivo, África debe demostrar un liderazgo autoritativo para dirigir cómo se suministra esta ayuda. Sin embargo, en vista de la relación inherentemente corrupta entre las corporaciones y el poder político, la esperanza es limitada. Una vez más, África corre riesgo de ser corrompida por un sistema corrupto hasta la médula.

SACSIS. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


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