Desde que el hombre decidió desarrollar utensilios para luchar contra sus semejantes (aunque se diga que es para la defensa), la industria militar ha dedicado gran parte de sus esfuerzos al desarrollo de vehículos que permitiesen atacar sin ser detectado o, al menos, que la detección se produjese lo suficientemente tarde como para poder cumplir con sus objetivos.
El desarrollo de vehículos invisibles no es nuevo, es un camino que se inició hace 40 años con los proyectos de aviones stealth (encarnados en el F-117 y el B-2 y a los que seguirían otras aeronaves y vehículos terreres) invisibles al radar que llevó a explorar otras vías para su detección, como la huella térmica. Precisamente, por muy invisible al radar que sea un tanque (o un avión), éste deja un rastro en forma de variación de la temperatura del entorno que puede ser dectectado por unos infrarrojos, algo que una compañía armamentística dice haber resuelto con recubrimiento especial.
La detección por infrarrojos sería algo parecida a lo que usaba el alienígena de la película Predator, es decir, la capacidad de detectar variaciones “anormales” de la temperatura del entorno. Imaginemos un ataque nocturno con carros de combate que no se pueden detectar con un radar, teóricamente, un detector de infrarrojos podría detectar el calor de sus motores o el de su chasis, sin embargo, el sistema desarrollado por BAE Systems sería capaz de ocultar al vehículo mimetizándolo con la temperatura del entorno.
¿Camuflaje basado en la temperatura del entorno? La verdad es que suena un poco raro pero esta compañía ha desarrollado un material, con el que cubrir los vehículos, que mediría la temperatura ambiental y la imitaría, proyectando una huella de calor idéntica al entorno y, por tanto, ocultando el vehículo de cualquier sistema basado en infrarrojos.
Esta “armadura” está compuesta por unos paneles hexagonales, de unos 14 centímetros, a los que han llamado píxeles, que forman un material que puede cambiar su temperatura muy rápidamente. Estos paneles están conectados a unas cámaras térmicas que constantemente monitorizan la temperatura ambiente y controlan que estos paneles aumenten o bajen su temperatura en consonancia (incluso con el vehículo en movimiento).
Con 1.000 de estas piezas han sido capaces de cubrir la superficie de un tanque de tamaño pequeño pero, eso sí, la compañía no ha desvelado cómo funciona realmente su sistema ni tampoco el material del que está hecho esta “armadura invisible”, más allá de decir que es un material termo-eléctrico.
¿Y funciona el sistema? Según parece, las primeras pruebas de campo han arrojado que el tanque es indetectable hasta una distancia de 300-400 metros, lo cual está bastante bien si se quiere contar con el factor sorpresa. De hecho, para confundir a los sistemas de detección, BAE Systems ha precargado su sistema de camuflaje con la huella térmica de camiones, coches o, incluso, grandes rocas, para proyectar dichas imágenes sobre al estructura y hacer que el vehículo pase inadvertido.
La compañía estima que en dos años sería capaz de producir esta tecnología en serie, así que parece que en un par de años vamos a poder ver tanques invisibles y, además, desde un punto de vista de huella térmica, totalmente camaleónicos. A primera vista puede sonar a ciencia ficción pero este tipo de sistemas podría engañar sistemas de misiles que rastreen el calor de sus objetivos y, claro está, ante este descubrimiento, alguna otra compañía desarrollará un sistema que sea capaz de vencer a éste porque, al final, la espiral continuará.
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