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domingo, 30 de octubre de 2011

Conflicto en Libia da argumentos en EEUU a partidarios de la guerra aérea


 The inauguration of the F-35 Joint Strike Fighter (JSF) was held at Lockheed Martin Corporation, in Ft. Worth, Texas. July 7, 2006.
Los partidarios estadounidenses del poder de fuego aéreo toman la campaña de la OTAN en Libia como una nueva evidencia de que la aviación de alta tecnología es clave para mantener la supremacía militar de Estados Unidos.

Con su relativo bajo coste y su corta duración, el conflicto libio ofrece un marcado contraste con las prolongadas y costosas campañas de tierra en Irán y Afganistán, que dejaron a los estadounidenses recelosos de este tipo de operaciones.

"La actividad reciente de la fuerza aérea es generalmente percibida por el público como brillante", afirmó Stephen Briddle, un oficial de alto rango en el Consejo sobre Relaciones Exteriores.

"Sin embargo la valoración del combate terrestre, aún cuando se considera exitosa, se ve generalmente como cara, lenta y costosa en el número de muertos. La operación libia tiende a acentuar esta percepción", añadió.

En un momento en que el presupuesto de defensa estadounidense está siendo sometido a escrutinio, la fuerza aérea y sus partidarios -incluida la poderos industria aeroespacial- utilizan la operación libia para apoyar sus argumentos en favor de una mayor inversión en aviones de combate, bombarderos y drones.

Los ataques aéreos noquearon las defensas aéreas libias, imponiendo una zona de exclusión que mantuvo en tierra a la fuerza aérea de Muamar Gadafi, mermó sus tanques y su armamento pesado y permitió a una fuerza rebelde en ciernes imponerse finalmente y derribar el régimen, afirma David Deptula, un general retirado de la Fuerza Aérea estadounidense.

"En otras palabras, la fuerza de combate aérea moderna eliminó la efectividad del ejército libio y permitió a los mal equipados oponentes de Gadafi derrotar a su ejército leal", añade.

Deputla, que trabajó como jefe segundo de la plantilla de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de la Fuerza Aérea estadounidense, y ahora lo hace para un contratista de defensa, declaró a la AFP que si Estados Unidos quiere mantener su supremacía militar en el mundo tiene que asegurarse de que dispone de "predominancia aérea".

En un momento en el que las fuerzas armadas compiten por una fracción del presupuesto de defensa, el presidente Barack Obama ha mostrado un giro estratégico hacia la región del Asia-Pacífico. Ese enfoque juega con la fortaleza de la Fuerza Aérea y la Naval en perjuicio del ejército de tierra, ya que los aviones y portaaviones pueden "proyectar" el poder de Estados Unidos a lo largo de grandes distancias.

La estrategia de la guerra y la tecnología aeroespacial han evolucionado mucho desde el final de la guerra fría, aumentando la importancia del combate aéreo y eliminando la necesidad de reunir grandes divisiones de hombres entrenados para operaciones de gran escala con tanques en el terreno.

El conflicto libio ha renovado la idea de dejar una "pequeña huella", recurriendo a fuerzas especiales altamente entrenadas que trabajan en colaboración con soldados locales y que son respaldados por la fuerza aérea para obtener resultados rápidos, sin ser arrastrados en una interminable guerra terrestre.

La guerra libia "refuerza un sentimiento que ya se encontraba ahí luego del conflicto de Irak, contrario al despliegue de soldados terrestres y los compromisos a largo plazo de reconstrucción del país", afirma Peter Singer, investigador principal en la Brookings Institution.

Pero algunos analistas advierten de que el "modelo afgano", nombrado por la operación que acabó rápidamente con el gobierno talibán en 2001, no ofrece garantías y requiere de fuerzas nativas que sean los suficientemente capaces de luchar en la guerra.

"Si se busca una victoria rápida es necesario un aliado que tenga algunas capacidad militar antes de que tu aparezcas", afirma Biddle.

Los líderes del ejército de Estados Unidos, preocupados por los fuertes recortes en el número de tropas, argumentan que el "modelo afgano" es poco realista y que el país necesita un gran número de tropas para imponerse en cualquier gran conflicto armado.

La Fuerza Aérea enfrenta grandes cuestionamientos acerca de los aviones de combate F-35, que han sido calificados como la espina dorsal de la nueva flota, pero que se ha visto afectados por interminables retrasos y continuos excesos en los costos presupuestados.

El Pentágono y el Congreso también tendrán que equilibrar la solicitud de aviones militares tradicionales como el F-35 con pedidos de aviones no tripulados más avanzados y letales, que se han convertido en el arma para ataques anti-terroristas.

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