Meses y meses de negociaciones entre los diferentes grupos disidentes sirios, en interminables conferencias de oposición celebradas en el exilio, aparentaban haber dado sus frutos. El Consejo Nacional Sirio, liderado por el académico Burhan Galioun, una respetada figura de consenso, venía surgiendo como la plataforma política dominante, hasta el punto de haber sido reconocida como interlocutora válida por Turquía, EE.UU., Francia y otros países. Libia, incluso, la reconoció como el gobierno legítimo de transición tras una eventual caída del régimen en Siria. Las recientes reuniones entre Galioun y el líder del Ejército Sirio Libre, el ex coronel Riad El Asaad, para establecer una alianza entre la oposición política y la insurgencia rebelde, parecían estar consolidando un bloque antigubernamental cada vez más sólido. Hasta ahora.
“El consejo actual no ha hecho nada, no ha avanzado nada. Nació débil y muere débil, y no creemos que pueda liderar la revolución en Siria”, asegura a ABC Osama Mardini, líder del llamado Consejo Nacional para la Revolución Siria, un grupo político que pretende rivalizar con la facción de Galioun. “Hasta ahora, en el consejo había diferentes corrientes y partidos. Pero queremos que no esté dominado por ideologías, sino que defienda a la patria”, afirma.
Entre los opositores de base, aquellos que protestan dentro de Siria o arriesgan la vida organizando la ayuda para el interior, era patente desde hace tiempo el malestar con el Consejo Nacional Sirio. “No quieren resolver nada”, nos dice un activista cercano a los rebeldes, que no duda en apoyar a Mardini. “A Galioun le interesa que la cosa siga así durante mucho tiempo, porque ahora recibe 50.000 dólares al mes de Qatar”, asegura, si bien ABC no ha podido confirmar esta afirmación de forma independiente.
Asentar su propio Consejo
Por ello, Osama Mardini, un hombre de negocios exiliado en Estocolmo desde hace treinta y dos años, busca asentar su propio Consejo, que, según él, está más cercano a las verdaderas aspiraciones del pueblo sirio. “El pueblo quiere que el régimen sea arrancado de raíz, que caiga. El Consejo [de Ghalioun] dice que no buscan una intervención internacional, pero el pueblo sí la quiere. El pueblo quiere armas.Entonces, ¿en qué lo representa?”, indica.
Además, nos da otra clave: “Está dominado por los Hermanos Musulmanes”. Y ABC ha podido constatar la importancia de la Hermandad Musulmana en las conferencias de la oposición, algo que, según varios activistas, no se corresponde para nada con el peso real de la organización en las protestas en el interior. “Los que toman las decisiones son los de dentro. Los de fuera solo pueden hablar en representación de los de dentro”, nos dice Mardini, justificando la necesidad de crear un nuevo Consejo.
Su grupo, además, cuenta con el apoyo del nuevo liderazgo militar rebelde. Aunque aún no se ha anunciado oficialmente, es un secreto a voces la creación de un Consejo Militar Supremo que desde ahora aglutinará al grueso de la insurgencia armada en el interior de Siria. El nuevo comandante en jefe es el general de brigada Mustafá Al Sheij, que este mismo mes huyó a Turquía para unirse a las fuerzas rebeldes. Aunque se desconocen los detalles, todo apunta a que Riad El Asaad ha sido destituido del mando.
¿Qué errores?
“Hay que acabar los errores de la época de Riad El Asaad. ¿Qué errores? Que se inclinase hacia los Hermanos Musulmanes, un solo partido. También su debilidad, y la falta de organización en el interior: ahora mismo ocurren muchas deserciones que deben ser coordinadas y apoyadas, y no se está haciendo”, afirma Mardini. “Por eso hemos elegido un hombre fuerte que pueda hacerlo”, dice.
Mardini viajó esta semana a Antakya para reunirse con el general Al Sheij, y, aparentemente, ha logrado obtener su apoyo. Está por ver la reacción del Consejo Nacional Sirio de Ghalioun, que sigue contando con importantes padrinos.
“Con el general Al Sheij nos será más fácil conseguir ayuda occidental. Queremos internacionalizar el problema sirio, sacarlo del contexto meramente árabe”, nos dice Mardini. Le preguntamos si eso no provocará la reacción de aquellos países que apoyan al régimen de Bashar El Assad, como Irán. Niega con la cabeza. “Irán no es tan fuerte como pensamos. Y ellos ya tienen sus propios problemas”, concluye.
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