Se ha abierto la veda. Lo que hasta ahora había sido un cierre de filas en Israel en torno a la amenaza nuclear de Teherán y la necesidad de un ataque preventivo y unilateral a las instalaciones iraníes, ha dejado de serlo. Abrió la espita el jefe del Estado mayor del Ejército, Benny Gantz, al declarar que la amenaza iraní no es tan inminente como la pinta el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Días más tarde, la puntilla la ha dado Yuval Diskin, antiguo jefe de los servicios secretos israelíes, quien ha dicho que desconfía de unos gobernantes que toman decisiones basadas en "sentimientos mesiánicos" y que pueden llevar al país a "una guerra con Irán o a una guerra regional".
El ex primer ministro israelí Ehud Olmert ha sido hoy el último en verbalizar sus discrepancias con el Ejecutivo de Netanyahu al considerar que el uso de la fuerza contra Irán debe ser el último recurso y en cualquier caso debería tratarse de un ataque multilateral, coordinado con la comunidad internacional. Olmert aprovechó su intervención ante un foro judío en Estados Unidos para dudar de la voluntad de Netanyahu de llegar a acuerdo alguno con los palestinos.
Netanyahu y Ehud Barak, el ministro de Defensa israelí abanderan el campo de los que piensan que Irán está a un paso de obtener armamento nuclear y que una vez que lo consiga, su objetivo inmediato pasa por la destrucción del Estado judío. Teherán por su parte, defiende los fines pacíficos de su programa de enriquecimiento de uranio. Mientras el resto de la comunidad internacional,incluido Washington, prefieren agotar la vía diplomática y de las sanciones contra Irán para tratar de frenar sus ambiciones nucleares, los gobernantes israelíes piensan que no hay tiempo que perder y que los esfuerzos diplomáticos resultan inútiles a estas alturas.
El discurso de Netanyahu durante la conmemoración del día del Holocausto hace un par de semanas, dejó clara su posición. "Cualquiera que se tome la amenaza iraní a la ligera no ha aprendido nada del Holocausto […]Hoy el régimen iraní pide y actúa abierta y fervientemente a favor de nuestra destrucción", subrayó el primer ministro, comparando el régimen de los ayatolás con la Alemania nazi.
Es cierto que el antiguo jefe del Mossad había manifestado en el pasado su escepticismo ante una posible intervención militar en Irán, pero lo de los últimos días se ha convertido en una avalancha sin precedentes y con pocos visos de amainar. Tal vez fue la contundencia del discurso de Netanyahu, pronunciado en el corazón de la herida judía, en el museo de Yad Vashem, dedicado a las víctimas del Holocausto, lo que ha hecho que comiencen a aflorar a borbotones las críticas y los miedos a las consecuencias de un ataque a Irán.
Gantz eligió una entrevista con el diario israelí Haaretz para lanzar su bomba. Allí dijo que Teherán es un régimen "muy racional", que no ha tomado una decisión final sobre si desea hacerse con la bomba nuclear o no. "[IRÁN] va paso a paso hacia el lugar en el que pueda decidir si quiere construir una bomba nuclear o no. No ha decidido todavía si va a dar el paso final", declaró.
Diskin, el antiguo jefe del espionaje habló durante el fin de semana ante los habitantes de Kfar Sava, en el centro del país, y en un discurso parcialmente leído y por lo tanto bien premeditado. "No creo en el primer ministro ni en el ministro de Defensa. No creo en unos líderes que toman decisiones basadas en sentimientos mesiánicos", dijo. El ex jefe de de los servicios secretos internos no se conformó con abrir la caja de pandora iraní. Diskin se atrevió con otro de los grandes mantras que se repiten en los despachos oficiales.
Negó que Mahmud Abbas, el presidente palestino, sea el culpable de que las llamadas negociaciones de paz estén en punto muerto. Al contrario. "Si no estamos hablando con los palestinos es porque este Gobierno no tiene interés en las negociaciones [de paz]". Y añadió: "Este primer ministro sabe que el menor avance podría hacer que su Gobierno y su coalición se desmoronen". Sus palabras cobran especial relevancia ya que como jefe de los servicios secretos internos, el Shin Bet, Diskin se ocupaba de todo lo relacionado con la cuestión palestina.
Las críticas a Netanyahu desde las filas del Ejército y los servicios secretos coinciden con una avalancha de rumores procedentes de los pasillos de la Knesset, el Parlamento israelí, que hablan de un posible adelanto electoral. Las elecciones, previstas inicialmente para octubre de 2013, podrían celebrarse ahora a finales del verano que viene, según diversas fuentes anónimas que recoge la prensa israelí. Con la cita electoral, Netanyahu querría consolidar un liderazgo que confirman los últimos sondeos, publicados hoy mismo. Con la reválida de las urnas, Netanyahu podría para tomar decisiones de gran calado como un posible ataque a Irán, explican algunos analistas.
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