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jueves, 17 de mayo de 2012

Ojo con las partes sensibles del oso ruso

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Vladimir Putin y el Presidente Sirio

Por John Helmer - La política rusa hacia Oriente Próximo. No conviene morder las partes sensibles al oso - En los pasillos del Kremlin, bajo la nueva administración, suele reconocerse generalmente que una de las cosas más estúpidas que hizo el ex presidente (ahora primer ministro) Dmitry Medvedev fue ordenar al representante de Rusia ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se abstuviera de votar y vetar la resolución que establecía una zona de exclusión aérea contra el régimen de Muamar Gadafi en Libia.


Los medios occidentales se equivocan cuando afirman que Rusia no está haciendo más que proteger sus intereses comerciales en Siria. 
Esto ocurrió el 17 de marzo de 2010. Los servicios de inteligencia rusos sabían ya que los submarinos estadounidenses y los británicos estaban situados bajo la superficie del Mar Mediterráneo, listos para lanzar los misiles que desencadenaron una guerra que tenía como objetivo final la muerte de Gadafi. Y eso fue lo que sucedió.

Un año después, en 2011, con motivo de la campaña para las elecciones parlamentarias rusas, y cuando ya estaba en marcha la sucesión presidencial, aquella abstención casi acaba con las posibilidades de Medvedev de seguir en el poder, ahora bajo la protección del presidente Vladimir Putin.

Ver Regresa el hombre que siempre estuvo

No consiguió el visto bueno para un segundo mandato como presidente, pero como primer ministro ha sobrevivido de forma mucho más vívida que Gadafi.
Sin embargo, las autoridades rusas se muestran ahora unánimes en que el malhadado esfuerzo del dirigente ruso, que permitió una guerra de intervención militar y un cambio de régimen auspiciado por EEUU y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN/NATO), financiado todo por los jeques árabes, no debiera repetirse nunca.

No importa lo que el presidente de Siria Bashar al-Asad pueda hacer, la política rusa no busca tanto protegerle a él, a su familia, a la comunidad alauí o a su ejército como impedir que las potencias rivales europeas y árabes, más Turquía, puedan derrocar al régimen sirio bajo el camuflaje de una cruzada humanitaria.

Por tanto, los sacos terreros que Rusia está colocando tratan de proteger el tráfico marítimo que traslada cargamentos civiles y militares hacia los puertos sirios. Pero entre determinadas fuentes del ministerio de transportes en Moscú, así como de los puertos del Mar Azov y del Mar Negro, donde se cargan los buques que se dirigen a Siria, hay cierta renuencia a hablar de los movimientos de los buques y suelen negar públicamente que conozcan los esfuerzos de los turcos y de la oposición siria para interceptar a esos buques de carga en el mar.

El caso del buque de transporte de carga ligera Atlantic Cruiser indica lo estrechamente que los turcos están trabajando con las agencias de inteligencia occidentales en el hostigamiento a los movimientos de buques relacionados con Siria.

Se informó que, el 18 de abril, los buques de la marina turca habían interceptado un barco, de propiedad alemana y bandera de Antigua, frente al puerto de Iskandarun (en Turquía), posiblemente en aguas chipriotas, sirias o internacionales. Fue escoltado hasta Iskandarun, donde se le abrieron las escotillas y se inspeccionó la carga. La propaganda que siguió a tal hecho afirmaba que los grupos de la oposición siria habían detectado que el Atlantic Cruiser iba lleno de armas iraníes cargadas en Djibouti.

Ver Nacionalismo y política exterior del oso europeo

Los inspectores turcos no confirmaron tan notable descubrimiento. En cambio, según informaciones de la prensa saudí y turca, se encontraron con que la mayor parte de la carga del buque incluía explosivos consignados a las compañías turcas de minas de carbón, así como las piezas para una planta eléctrica en Siria que habían sido fabricadas en la India.

Para Yevgeny Satanovsky, presidente del Instituto académico para el Oriente Medio en Moscú, la estrategia del Kremlin no responde a una reacción visceral:

“La política rusa hacia Oriente Medio no es de forma constante una reacción a la estadounidense, siempre que Siria no se enfrente necesariamente a una amenaza de EEUU. Es mucho más probable que intervengan Turquía y Arabia Saudí. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades de la relación de Bashar al-Asad con el pueblo de Siria, todo el mundo debería considerarla en lo que es en aras a la seguridad de toda la región. Israel se muestra realmente escéptico respecto a Bashar al-Asad, pero no quiere desestabilizar la situación derrocando a su gobierno, porque comprende las posibles consecuencias. Nadie quiere atrocidades estilo Al-Qaida. Rusia no debería llevar a cabo actividades militares allí, a diferencia de la URSS, que gastó docenas de miles de millones de dólares y aún tuvo que retirarse. Es bueno que la Rusia de hoy, dirigida por empresarios, tenga clara la ideología y sea pragmática respecto a sus gastos.”

Durante el período soviético, Siria contrajo una deuda en armas con Moscú de más de 13.000 millones de dólares.

Los últimos datos aduaneros rusos sobre el comercio de Moscú con Damasco indican que las mayores exportaciones rusas son de diesel, gasoil y otros productos derivados del petróleo, seguidas por las de grano. La mayoría de las cargas de esos productos se embarcan en los puertos de Novorossiysk o Tuapse, situados en el Mar Negro. Una fuente de Tuapse dijo a Fairplay: “Si hay alguna restricción, no tiene lugar en el puerto”.

Las sanciones de EEUU y la UE impiden ahora que Siria pueda comprar combustible para la calefacción doméstica y para el funcionamiento de su equipamiento militar motorizado en muchos de los países vecinos. Eso hace que Rusia, Iraq e Irán suministren a Siria lo que necesita.

Los medios occidentales se equivocan cuando afirman que Rusia no está haciendo más que proteger sus intereses comerciales en Siria. La facturación comercial entre los dos países es pequeña y estaba reduciéndose antes de que empezaran hace un año las recientes dificultades.

En 2008, la facturación en las dos direcciones alcanzaba los 1.940 millones de dólares USA; en 2009, fue de 1.140 millones; en 2010, de 1.120 millones. En orden de magnitud, los principales exportadores a Siria eran Arabia Saudí, con el 12% del mercado; China, con el 9%; Rusia, con el 7,5%; e Italia, Egipto y los EAU con alrededor del 5% cada uno. Pero estas cifras no incluyen el comercio de armas ni el equipamiento de la defensa.

Durante el período soviético, Siria contrajo una deuda en armas con Moscú de más de 13.000 millones de dólares. De esa cantidad, 10.000 millones se le condonaron en 2005, a condición de que Damasco comprara nuevo armamento a Moscú. La actual cartera de pedidos de armamento alcanza por lo general, según informaciones, los 3.500 millones de dólares. Con enemigos de larga duración en cada una de las fronteras terrestres de Siria, queda muy claro que Siria depende ahora del mar para sobrevivir. Es obvio también que el Kremlin intenta recordar a todo el mundo que ese mar debe seguir abierto.

Las entregas prometidas por Rusia incluyen el sistema de misiles costeros Bastion, equipado con los misiles supersónicos de crucero Yakhont, que pueden atacar buques tan grandes como los portaviones. El alcance de los Yakhont es de 300 kilómetros.

Según una presentación que hizo hace un año Igor Korotchenko, editor de la revista Defensa Nacional de Moscú, uno de los objetivos operativos del sistema Bastion es proteger la escuadra de buques rusos en el puerto de Tartus (Siria), la base en sí y los 300 kilómetros de línea costera hacia el norte y hacia el sur, lo que supone todo el frente marítimo sirio.

El comandante de la marina rusa, el almirante Vladimir Vysotsky, dijo en agosto de 2010, que para este año la base naval de Tartus podría acoger a cruceros y portaviones durante todo el tiempo que el Kremlin quisiera tenerlos ahí desplegados. Según Korotchenko: “Hablando claro, las defensas aéreas de los buques modernos no pueden interceptar esos misiles”.

La asociación rusa de armadores declina hacer comentarios acerca de lo que saben de las interferencias de turcos u otros respecto a los buques de carga rusos destinados a Siria. La compañía portuaria comercial de Nvorossiysk también prefiere permanecer en estado de mudez.


Georgy Polyakov, portavoz del consejo empresarial ruso-sirio, declaró a Asia Times Online: “Teniendo en cuenta la situación actual en Siria, es competencia del ministerio para el desarrollo económico de Rusia facilitar información más detallada sobre las relaciones bilaterales ruso-sirias”. Pero el ministerio se niega a responder a las preguntas.

Ojo con las partes sensibles del oso ruso

Satanovsky, el principal experto académico de Moscú sobre Siria, define como absurda la situación en el país. “Las relaciones ruso-sirias son una prerrogativa de los dirigentes rusos. Cualquier presión sobre ellos es percibida como una interferencia en los asuntos internos. Rusia está resistiendo con firmeza. Todo esto se produce a nivel de conversaciones y comentarios de la prensa, a todo lo cual la parte rusa no hace caso. Pero eso es como el oso que no presta atención al hámster que trata de atacarle, a menos que le muerda en las partes sensibles. Recuerden lo que sucedió con el presidente georgiano Mijail Saakashvili”. Asia Times Online / Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


John Helmer es corresponsal en Moscú desde 1989 y está especializado en la cobertura de los temas rusos.

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