Corbis / RT
En un futuro muy próximo el arsenal militar estadounidense será completado con misiles de nuevo tipo. Combinarán la hediondez intensa de las aguas residuales con el olor de una carne profundamente podrida. El Departamento de Defensa insiste en que ha descubierto una fisura legal en la Convención sobre armas químicas.
El Tratado que entró en vigor en 1997 prohíbe la producción y el uso de armas químicas a sus 190 estados miembros. En época de guerra ni siquiera permite los compuestos que suele aplicar la Policía para dispersar a la gente como, por ejemplo, gases lacrimógenos.
Sin embargo, Kelly Hughes, portavoz del programa de desarrollo de armas no letales del Departamento, insiste en que el documento prohíbe solo los componentes que activen el nervio trigémino que transmite sensaciones de la cara, mejillas y mandíbulas, pero no controla el olor. “Si un compuesto aturdidor particular es diseminado con una concentración que no active el nervio trigémino, no requiere designación como arma química”, acentúa.
A pesar de que los misiles, bombas o granadas fétidas no dañan al enemigo potencial de forma mortal, son armas consideradas extremadamente eficaces desde el punto de vista bélico, ya que su capacidad para incapacitar al enemigo para el combate es enorme. Las sustancias especialmente hediondas producen un efecto mefítico: afectan la amígdala cerebral y desencadenan así en el blanco acertado un fuerte temor no controlado que le hace huir. La única excepción es la gente con trastornos en la amígdala, lo que les permite resistir este tipo de ataques.
Entre los proyectos que están ahora sobre la mesa del Departamento de Defensa de EE. UU. hay granadas fétidas para la Marina y una versión para la artillería. La variante naval existe en forma de prototipo. Tiene modificaciones tanto para ser dispersadas de una lanzadera estándar de 40 milímetros, como para lanzarlas manualmente. Una granada es suficiente para ‘limpiar’ un área de 5 metros cuadrados. Sin embargo, las pruebas aún no son muy exitosas ya que los compuestos químicos de la nueva arma son altamente volátiles.
La versión para la artillería son ‘proyectiles’ de un calibre de 155 milímetros diseñados para M483, la serie de ojivas para los misiles tierra-tierra y aire-tierra que al alcanzar una cierta altura medida por un altímetro se abren dejando caer cientos de submuniciones o bombetas de diversos tipos. También hay modificaciones para los morteros de calibre 60 milímetros y 120 milímetros. En teoría, el alcance de este tipo de sistemas es de unos 4 kilómetros cuadrados.
A pesar de que las armas no letales, bombas fétidas incluidas, cada día ganan más y más popularidad para hacer frente a los disturbios en los países occidentales, los escépticos insisten en que, aunque el Pentágono probara la existencia de una brecha legislativa, es poco probable que los instrumentos que está desarrollando le traigan el efecto esperado. En caso de tratarse no de enfrentamientos callejeros, sino de tropas profesionales, estas podrán fácilmente resistir un ataque olfatorio con una máscara antigás o, incluso, con un pañuelo grueso en la cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario