«El Gobierno es el problema». Han pasado dos décadas desde que Ronald Reagan pronunció la frase en su discurso de investidura. Desde entonces la idea, profundamente enraizada en la historia de EEUU, ha alimentado al movimiento conservador. Y en los 16 meses transcurridos desde la elección de Barack Obama, ese movimiento ha resurgido con una fuerza inusitada. Como a mitad de los 90, plantea riesgos de estallidos de violencia. Y, por ahora, ha logrado radicalizar al partido republicano.
Esta semana Politico, nueva publicación de referencia en Washington, planteaba que los medios dan una atención inmerecida y con ello fuerza desmedida al Tea Party, el etéreo movimiento conservador que desde hace un año ha sacado a decenas de miles de ciudadanos a las calles. Pero expertos como Chip Berlet, analista de Political Research Associates, creen que el partido demócrata y los medios no conservadores desprecian el poder de «un movimiento muy amplio, muy enfadado, con ideas problemáticas sobre la raza y otros temas», por más que supuestamente solo se enfrente a los impuestos y al tamaño del Gobierno.
MUCHA RABIA / En ello coincide Mark Potok, experto del Southern Poverty Law Center, que recientemente publicó un informe alertando del brutal incremento en el número de los denominados grupos de odio violentos en EEUU, desde milicias cristianas hasta organizaciones armadas contra los inmigrantes. «En términos generales el país se mueve hacia delante, pero en lo inmediato estamos en un momento muy negativo, con mucha rabia uniéndose en una especie de tormenta perfecta». Entre los múltiples factores que la alimentan sobresalen el miedo al cambio demográfico (en el 2050 los blancos serán minoría), el primer presidente negro de la historia del país y la frustración por la situación económica, con un nunca visto 10% de paro.
Altavoz y multiplicador de esa rabia está siendo un panorama mediático transformado no solo por el efecto de internet, sino con estrellas ultraconservadoras de televisión y radio como Glenn Beck y Rush Limbaugh y un incontable número de emisoras de extrema derecha. Como explica Leonard Zeskind, estudioso de los movimientos supremacistas blancos en EEUU, «se ha producido una fragmentación del público que está rasgando el tejido social. Hay medios en los que la gente nunca será expuesta a visiones diferentes de las que ya tienen».
ADIÓS A LA MARGINALIDAD / El riesgo de violencia ha aumentado por lo que Berlet define como «una retórica rabiosa» pero también por un resurgir de las teorías de la conspiración: «Ya no son marginales y propagadas por gente fácil de desacreditar, sino que las extienden celebridades mediáticas y cargos electos republicanos».
Efectivamente, personalidades como Sarah Palin y la congresista republicana Michelle Bachmann se han sumado al fenómeno, convirtiéndose en favoritas del Tea Party. No son las únicas. «El partido republicano está dividido y los moderados están siendo apartados», analiza Berlet. «Importantes líderes republicanos se acercan a la gente del Tea Party, llamándoles patriotas, yendo a sus manifestaciones. Están moviendo las políticas del partido hacia la derecha y en muchos casos extienden teorías de la conspiración».
Los riesgos van más allá de una radicalización del partido para tratar de captar la energía –y los votos– del movimiento. «Grupos insurgentes revolucionarios lo ven como el lugar perfecto para reclutar», asegura Berlet. «Un grupo tan grande y enfadado puede enviar la señal a alguien de que este es el momento para la propaganda de la muerte, para el acto terrorista».
ELPERIODICO.COM
2 comentarios:
Ja,a estos "muchachas y muchachos" solo les falta vestir el uniforme del ku klux clan y reenplazar las estrellas de la bandera Americana por la esvastica nazi.
Que gran verdad acabas de decir. Tantos americanos muertos en la segunda guera mundia(más de los que admiten) ty tienen el enemigo en casa.
Salu2
Publicar un comentario